jueves, 17 de mayo de 2012

Dos y pingada


Aquí estamos. Con una primavera esplendorosa y caliente, (lo que es un decir, porque en Madrid más que primavera lo que hay, a estas alturas, es ya verano puro). Caliente no sólo de temperaturas, sino, también, de primas de riesgo disparadas, “bankias” nacionalizadas, Tomás Gómez desaforado - ¡hace falta valor, después de cómo ha dejado Parla!-, el dúo Montoro - de Guindos dale que te pego, (cada uno a lo del otro y  Beteta con la tijera), y Rajoy que no recibe, (el duelo se despide en la iglesia). Demasiado frenesí para el buzo qué observa como el barullo cortijero habita entre nosotros, llevado al paroxismo porque, a estas alturas, ya nadie sabe quien es el amo. 

Por eso le apetece escribir sobre algo sencillo y sólido. Por ejemplo, sobre el plato que cierra la Semana Santa de Zamora; los dos y pingada del Domingo de Resurrección. 



Cristo Resucitado. Ramón Álvarez. 1872. 
Cofradía de la Santísima Resurrección. Zamora

Proviene este plato, del almuerzo que los cofrades de la Santísima Resurrección celebraban después de la misma. Esta procesión cierra la Semana Santa de Zamora y mucha gente, tanto de dentro como de fuera, no la aprecia ni considera, ya que, al fin y al cabo, ni tiene "capuchones", ni pasos de Cristo en la Pasión. ¡Error! Toda la Semana Santa sólo tiene sentido si acaba con esta procesión en que salen por separado Cristo, con un cortejo, ya alegre desde el principio, con música de flauta y tamboril y cofrades con trajes endomingados y sus varas metálicas ornadas con flores; y la Virgen que comienza su procesionar sola, triste y con capa de luto. Al cabo se encuentran en la Plaza Mayor y la virgen pierde su capa negra que se transforma en manto azul y, entonces, es la apoteosis con salvas de escopetas, cohetes sonando hacia el cielo y toda la música alegre de jotas y dulzainas.  

A partir de este momento, Cristo y su madre se van juntos, calle Balborraz abajo, hasta la iglesia de la Horta, cerca del río, y la procesión se convierte en la primera romería del año.


Virgen de la Alegría. Higinio Vázquez 1993.
Cofradía de la Santísima Resurrección. Zamora.

Pues bien, acabada la procesión, es el momento de ir con familia y amigos, a la casa propia o a bares y restaurantes, a tomar los dos y pingada. Lo dice el romance

Ya resucitó el señor
y repican las campanas.
Prepara el almuerzo, chica,
y fríe dos y pingada.


Dos y pingada. 
(De loscaprichosdejorge.blogspot.com)

El plato es simple. Se trata, por persona, de freír dos huevos y pasar por la sartén, en ese mismo aceite, dos lonchas de jamón poco curado (o magras). Se come recién hecho con una buena rebanada de pan - que puede ir tal cual, o pasada por la plancha o frita en el mismo aceite en que se frieron los huevos - y a muchos, nos parece la gloria misma.  (Hay quien dice que debería nombrarse el plato como dos, pingada y una tajada, entendiendo por pingada el pan y añadiendo lo del cerdo como “tajada”. No vamos a discutir).

Puesto que se trata claramente de romper con la cuaresma y su abstinencia y ayuno, pueden imaginarse que las variantes del plato consisten en sustituir las magras, que pueden resultar saladas, por chorizo o lomo de cerdo; o, para los más golosos, no sustituir sino añadir, a discrección, lo dicho.

Plato sencillo y sólido, a la par que socorrido, no hay porque esperar a la Pascua del Señor para disfrutarlo. Por ejemplo, en las fiestas de finales de agosto de Madrona (Segovia) en honor al Cristo de la Salud, el mozo y las tres damas ofrecen - cuatro días seguidos a primerísima hora de la mañana - este desayuno de  huevos fritos con chorizo, (antes de ir a descansar después del baile y los traqueteos nocturnos), a todo el mocerío que se presente.



Venta Pinillos
(De foro.kdjoteros.com)

También, sin que sean fiestas, pueden ir a la Venta Pinillos del pueblo segoviano de Pinillos de Polendos, (cerca de Cantimpalos). Allí,según se entra, se ve la cocina con una gran sartén en que se fríen huevos y dos monumentales cazuelas arrimadas al fuego. El camarero sólo pregunta que cuántos, (refiriéndose a huevos, chorizo y lomo). Uno, uno y uno es poco, francamente. Lo más habitual es dos, dos y dos. Ya es vicio ir más allá y, además, que el colesterol, dicen, no es bueno.

Volviendo a Zamora y al Domingo de Resurrección de este 2012, cuando el buzo dejaba la Plaza Mayor camino de sus dos y pingada, al principio de la calle de Balborraz, todavía quedaban dulzainas y tamboriles tocando jotas y gente bailándolas. En esas tocaron la  Campanera y al buzo, por muchos motivos, se le hinchó el corazón y sintió que había llegado por fin la primavera que, en Zamora, comienza, justo, ese día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario