miércoles, 23 de mayo de 2012

Guía de perplejos (10)

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Hace ya tiempo que no seguíamos desgranando la Guía de perplejos que nuestro amigo el observador perezoso, viene elaborando. Traemos hoy dos nuevas e importantes fuentes de perplejidad, las cuales, están abundando sobremanera en los últimos tiempos. La primera es la producida por la confusión, deliberada o no, entre opinión y razonamiento. El buzo solo apostilla a esta fuente de perplejidad dos cuestiones




La primera es el considerar que los razonamientos son siempre fuentes de conocimiento: únicos, irrepetibles. Las opiniones en cambio – como sostiene Clint Eastwood“son como los culos; todo el mundo tiene uno”.


La segunda es que, si bien puede ser disculpable este comportamiento en la distancia corta: charlas de café, discusiones familiares o tomando cañas con los amigos, no es de recibo que se practique impunemente y con el más absoluto descaro por políticos y gobernantes de todos los niveles y colores; y por periodistas, tertulianos y medios de comunicación mareando y aturullando al personal que, por cierto, no se chupa el dedo. 


20.-Opinión versus razonamiento
Esta causa de perplejidad se produce por dejadez, por considerar como razonamiento (fuente de conocimiento), algo que simplemente es opinión (simple emisión de palabras). Quizá de forma inconsciente tendemos a considerar una cosa por otra, bajo nuestra responsabilidad, lo "aperplejante" es que nos comportemos así, esto dice mas sobre nosotros, que sobre el resto del mundo. 


(De la web fabiana estevez.com)

Hoy día, todo el mundo opina, dogmatiza, es incapaz de decir “no sé”, lo cual sería lo lógico, teniendo en cuenta que apenas tenemos grandes habilidades en aquello que nos da de comer. ¿Por qué en las encuestas el porcentaje de no sabe/no contesta, es minoritario, cuando debiera ser lo contrario? Quizá porque se sobreentiende que lo que se nos pide es una simple opinión, es decir lo primero que se nos ocurra. Esto es especialmente peligroso si se relaciona con la democracia y la igualdad que implica. Igualdad mal entendida, ya que lo que esto significa según la mejor doctrina es “igualdad para los iguales y desigualdad para los desiguales”.

Por tanto para evitar este motivo de perplejidad, hay que considerar irrelevante cualquier discurso que no esté basado en una profunda información, acompañado de un proceso de reflexión fundado en unas sólidas bases de análisis y razonamiento. 

21.- Mito versus realidad. 
Esta causa de perplejidad se produce cuando se separan claramente la teoría y la práctica y se confunde mito con realidad.

Un ejemplo concreto está en nuestra Constitución. Si algún alma ingenua la lee sin más, y cree que “todos tiene derecho a una vivienda digna”, se encontrarán que en ningún sitio se dice quien tiene el deber de proporcionarla. Se atisba que de manera mediata, será responsabilidad de “los poderes públicos”. Por supuesto que la gente avisada en derecho constitucional (catedráticos etc.), advierte que esto es simplemente una declaración de voluntad, que no puede exigirse mientras no se concrete por ley. Obviamente, nadie puede acudir a los tribunales para exigir su “vivienda digna”



De la exposición "L'Emoi du Design: Diseño de Francia en Madrid".
(De la web fabiana estevez.com)

Por tanto para evitar la perplejidad, conviene atenerse a la realidad y no a las declaraciones “míticas”.

En cuanto a esta fuente de perplejidad si dentro del concepto de “mito”, que se confunde con la realidad, se incluyen los meros anuncios de lo que se piensa hacer o los deseos de que algo  ocurra; tenemos también un comportamiento muy usual en la sociedad española actual. Lo describió muy bien el lunes pasado Ignacio Camacho en su artículo El nombre de la cosa

Profundamente nominalistas y poco ascéticos, solemos convencernos de que el solo anuncio de las cosas, o ponerlo en ley, lo soluciona todo.  Y no. Luego hay que trabajar, hacer y comprobar. Eso nos falta casi siempre. Acordémonos del refrán: “una cosa es predicar y otra dar trigo”.

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