miércoles, 29 de mayo de 2013

Debate sobre la industria (en España)

Me parece recordar de los tiempos de la transición, aunque no puedo recordar en boca de qué periodista,  la expresión de “la espuma de las noticias” para aludir a las inconsistentes e inútiles, pero simpáticas y dicharacheras, noticias rosa – cotilleos y demás – de la prensa del corazón.

Me parece, también, que ahora hay demasiada espuma de las noticias a nuestro alrededor; y no sólo en la prensa del corazón sino, también, en el resto. Así, a modo de ejemplo, esta semana pasada, hemos tenido la entrevista a Aznar, que con todos los respetos, ha invadido la actualidad toda, pareciendo la espuma de aquella escena de la película El guateque; que invadía toda la casa y reinaba entre los invitados, incluidos el patoso protagonista, (el actor hindú que encarnaba el impagable Peter Sellers), la rubia colgada,  un elefante y el resto de la peña.



Toda esta espuma de esta actualidad tan rabiosa, batida en las implacables túrmix de las tertulias y de los tertulianos en un eterno “vuelta la burra al trigo”,  inevitablemente ocupa espacios y tiempos, (ahí tienen sin ir más lejos a Almudena Grandes, dando estopa, pero confesando que lleva una semana pensando en Aznar),  e impida, quizás, que otras cuestiones más provechosas e interesantes se abran espacio.

Por este motivo, modestamente, me permito recomendarles la lectura de la Tribuna de opinión- ver Nota - escrita en EL PAÍS por Rosa García, presidenta de Siemens España, de título “La cuarta revolución industrial”, en la que detrás del título, (que, por cierto, echa un poco para atrás), se presenta una defensa razonada de por qué se debería apoyar cuanto antes el fomento de la industria en España. Lo que no es fácil, si tenemos en cuenta que estamos en un país que, económicamente, parece que no está nada más que para trifulcas financieras y para cantar al turismo rural. No precisa de más glosas porque es redondo y claro: se entiende todo. Comienza con:

Hablar de industria es volver a los principios básicos de una economía real, que ofrece soluciones tangibles a los problemas a los que se enfrenta la sociedad cada día. Hablar de industria es aferrarnos a una tabla de salvación, que se ha mostrado muy fiable en medio de la tormenta económica que vivimos.

Y finaliza de la forma siguiente:

Si hablar de industria es hacerlo de calidad de vida, riqueza y desarrollo económico, ¿por qué nos empeñamos en seguir evitando el debate?

El debate de fomentar la industria, se entiende. ¿Por qué? Quizás, al menos,  parte de la respuesta estribaría en que parece que estamos en un país en que los puestos políticos de responsabilidad no están ocupados por personas preparadas. Afirmación que hacía a finales de marzo, también en EL PAÍS, José Ignacio Pérez Arriaga en su artículo “Cualificaciones profesionales”, al respecto de la política energética de España; con la que el buzo está de acuerdo y que considera extensible a la política industrial.

Nota
La principal Tribuna de opinión de EL PAÍS, se denomina Cuarta página, lo que resulta incomprensible ya que aparece en una página indetereminada: como a la mitad del periódico. O sea, cuando toca: en la página 27 ó la 31 ó la 38 o similares.

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