lunes, 16 de diciembre de 2013

Mi monstruo favorito

La semana pasada fue movida y ajetreada para el buzo. En lo informativo, estuvo dominada por los funerales de Mandela, cuyos preparativos habían empezado antes, y que fueron tan largos y prolijos, que no son de extrañar las anécdotas y sucedidos: desde el interprete de sordos falsario y acelerado a los celos de la primera dama, finalizando por los sillones negros de tipo más que chester que se agenciaron los jerifaltes en la carpa del enterramiento. Y al final de la semana el tan esperado derecho a decidir de los políticos nacionalistas catalanes: cansino turre donde los haya y lo que nos queda.

Para el buzo, la noticia más sugestiva de la semana ha sido, sin embargo, científica y se refiere a un descubrimiento del tipo: “¿de dónde venimos?”, que en esta ocasión ha sido que, (copio el titular): Nuestros primero padres no eran medusas, pero se le parecían mucho. Resulta que procedemos de los ctenóforos, que son (sic) superficialmente parecidos a medusas, con un cuerpo de consistencia gelatinosa y simetría radial (como la de una rueda). La secuenciación de su genoma revela ahora que son un fósil viviente de nuestros primeros padres, los primeros animales que evolucionaron desde los organismos unicelulares que les precedieron en la historia de la vida. 


Ctenéforo: Sea walnut (Mnemiopsis leidyi)
(Wikipedia)

Yo no se si vamos mejorando en este tipo de descubrimientos, que no dejan de tener su punto de locura. Lo digo, porque en febrero estaba claro que, (según decía el periódico que decía la ciencia), procedíamos de una especie de musaraña. Escribí yo, por entonces, en mi libretilla:

"Por lo que se ve, al extinguirse  los dinosaurios, hace sesenta millones de años, había por allí unos seres peludos y con dientes, de más o menos un cuarto kilo de peso, con corteza cerebral, útero y placenta que son nuestro ancestro común. Son los resultados de un gran estudio de la Fundación Americana para la Ciencia (NSF) que cuentan los periódicos de estos días.

Antes de seguir ¡ojo! , es importante que quede claro: los marsupiales y los ornitorrincos no son familia nuestra, lo que no deja de ser un alivio. 


Ancestro de los mamíferos placentarios de hace
 unos 65 millones de años. (Karl Buell en El País)

Y después, poco a poco evolucionando, o, si quieren,  degenerando, hemos llegado hasta hoy. ¿A qué hemos llegado? A Bárcenas: mamífero repeinado siempre para atrás, amante de la montaña, con cuentas en Suiza y que lleva de perenne  un abrigo Chesterfield; prenda clásica donde las haya; tanto, que era la favorita de los gánsteres de Chicago, que como es sabido eran los petronios de la elegancia con Alphonse Caponne a la cabeza".

Que, luego, no sé por qué no lo pasé al blog. Me debió parecer muy radical. Pero ahora es peor: ctenóforos de consistencia gelatinosa y simetría radial. ¡Un asquete!

No sé si los ctenóforos tendrán o no pseudópodos, pero me han traído a la cabeza el poema Mi monstruo favorito, de Luis Alberto de Cuenca, eximio poeta al que le gustan mucho los monstruos – como es obvio - y el cine de terror; y que trabaja como nadie la ironía. Dice el poema:

Qué va a pasar cuando mi novia sepa
que no puedo vivir sin tus pseudópodos,
sin tu horrible humedad en mi bolsillo.
Qué va a pasar cuando descubra un día
las huellas de tu baba entre mis dedos,
y empiece a hacer preguntas, y la rabia
y los celos se agolpen en sus ojos,
y yo confiese al fin que la he engañado
contigo, y que no puede comparársete,
y le enseñe orgulloso el agua sucia
donde se reproducen nuestros hijos.
Que va a pasar cuando no entienda nada
y nos denuncie a Sanidad.

Que yo no sé a donde vamos a ir a parar con el amor y la evolución.
.

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