lunes, 29 de febrero de 2016

Por qué me atasco con la Salve

La capacidad del abuelo Venancio para quedarse dormido era asombrosa. Por ejemplo; al acabar de comer, nada más recoger los platos, se inclinaba y apoyaba la frente en las manos cruzadas y posadas sobre la mesa, y se dormía al instante.

Más de una vez le oí decir a la abuela Teresa: “¡Este hombre! Un día se va a quedar dormido en el servicio.” 

(El servicio era el trabajo de mi abuelo, que era policía municipal de Zamora).


Ayuntamiento de Zamora (entre 1927-1936)
António Passaporte (Fototeca del Patrimonio Histórico. MECD)

No recuerdo bien el motivo, pero, durante una temporada, dormí con él. Todas esas noches, me decía al acostarnos: “Ahora, vamos a rezar”. 

Y en voz baja, empezaba con el Padrenuestro, que yo contestaba. Con el Ave María, ya bajaba un poco el tono y yo respondía con la voz un poco más alta. Después, con la Salve, en lo de “… vida y dulzura, esperanza nuestra,..”, se quedaba dormido y, enseguida, comenzaba a roncar suavemente. Y yo, detrás.

Esa esa debe ser la razón de por qué me atasco siempre con la Salve.

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