viernes, 4 de febrero de 2011

¡Que dejen en paz al chacolí!

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La exageración en este país es proverbial. Así ocurre que meterse en un charco o empezar una riña entre vecinos de escalera, termina convirtiéndose en "una guerra". Parece claro que con la utilización de vocablos, metáforas y tonos de voz ruidosos, pomposos y desafiantes nos sentimos mejor, más a gusto con nuestra idiosincrasia.

Empiezo así porque, al parecer, se ha iniciado una guerra en nuestro país: la guerra del chacolí. Anteayer se destapaba en la prensa nacional el asunto: López se enfrasca en la guerra del Chacolí, (ABC, 2 de febrero). El buzo se ha asomado a ver qué pasa y ve que el tema tiene ya un cierto recorrido y que desde hace un tiempo hay un fuego cruzado entre unos y otros al efecto. Además, de pronto recordó la columna Chacolí escrita en ABC por Jon Juaristi el 29 de noviembre pasado en que se refería a que "Entre las transferencias pecuniarias prometidas por el Gobierno al PNV a cambio del apoyo de éste a la Ley de Presupuestos, figura una cantidad destinada, como ustedes saben, a la construcción de sendos museos del Chacolí y del Carro Chillón". Lo que ya de por si tiene su aquel; pues si, tal y como está el patio, al PNV lo que se le ocurre pedir, como condición sinequanum, para apoyar los presupuestos de 2011 son estos dos museos, es para salir corriendo. (por cierto: ¿qué es eso del Carro Chillón?


Del Blog La tira de Iñaki Rentería en elcorreo.com

El artículo continuaba, (como habrán visto), haciendo historia del origen del chacolí, dónde se producía, de dónde venía la palabra, etc. llegando a la conclusión sensata de que el chacolí es más una forma de hacer vino, que un vino asociado inequívocamente a que se produzca en el País Vasco, pudiéndose, por tanto, producir un estupendo chacolí  también en las zonas limítrofes de Burgos, Cantabria y Navarra. En fin, el tema ya ha dado bastante juego. Por ejemplo les enlazo a una de las varias entradas que ha suscitado esta "guerra" en el blog Salmonetes ya no nos quedan (en una de ellas se escribe con sorna el comentario: "No se aprecian movimientos de miqueletes en las fronteras del Condado de Treviño"). Y lo seguirá dando y no debería.

Porque en España, que es uno de los primeros productores de vino del mundo, a no ser que uno sólo haya bebido vino sólo en tetrabric, es sabido que, en las denominaciones de origen actuales, lo que se exigen son las mismas variedades y unas formas normalizadas de hacer el vino. Así, por ejemplo, hay vinos de Rueda que no sólo no se producen en la población que le da nombre, (Rueda), ni en la provincia a que pertenece (Valladolid), sino que se producen también en algunas zonas de Segovia y – por sus características varietales y su modo de elaboración – son igualmente vinos de Rueda.


El chacolí santanderino en los siglos XIII al XIX
Fernando Barreda. 1947. Maxtor Editorial 

Lo más penoso del caso es que el intento de blindar un monopolio regional de la denominación genérica de producir un vino, puede resultar comprensible desde la perspectiva de la irracional pulsión nacionalista. Pero ¿Qué hace el lendakari López y el Partido Socialista del País Vasco metiéndose de hoz y coz en este charco, perdón, guerra. ¡Anda y que dejen en paz al chacolí!.

Volviendo al principio y hablando de guerras, saben que en 2009, según el informe Alerta 2011 editado por la Fundación Escola de Pau, había en el mundo 31 conflictos armados abiertos y 75 situaciones de tensión. ¿Seguimos llamando guerra a lo del chacolí o convendría bajar el tono?.
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