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martes, 16 de febrero de 2021

Menú largo en la zarzuela Los lobos marinos

Brujuleando por otros temas, alrededor del gran autor zamorano que fue Miguel Ramos Carrión, me encuentro con esta pintoresca poesía que describe con mucha gracia un largo y exagerado menú. Con un final tremendo.



Miguel Ramos Carrión
(Caricaturizado por Tovar. Wikipedia)

Pertenece a la zarzuela Los lobos marinos, con música de Ruperto Chapí y libreto del mencionado Ramos Carrión Vital Aza, cuyo estreno se verificó en teatro Apolo el 17 de mayo de 1887 con un éxito resonante. Se trataba de una obra cómica que, (según las crónicas), "tenía muchísima gracia" y que hizo las delicias del público durante dos temporadas. 

El poema lo interpretaba - siento no haber encontrado la música - "el famoso quinteto de los cómicos" y dice así:

¡Arroz con almejitas!
¡Y unos esparraguitos!
¡Y unas alcachofitas!
¡Y unos langostinitos!
¡Cangrejos y salmón!
¡Merluza y salchichón!

¡Pechugas mantecosas
de pavo o de capón!
¡Chuletas deliciosas!
¡Chorizos y jamón!
¡No hablemos de esas cosas
en esta situación!
¡Jamón! ¡Salmón! ¡Salchichón!
¡De Vich y de Lyon!

¡Dichoso el que se muere
de una indigestión!

En efecto, ¡un final tremendo!


jueves, 14 de mayo de 2015

¡Hoy las ciencias adelantan.... Ricardo de la Vega

En el siglo XIX la presencia de la ciencia en la poesía se convierte en algo no habitual, pero sí relativamente frecuente. Por ello no es extraño que imágenes de la ciencia y la tecnología comiencen a aparecer en el género lírico nacional por excelencia, la zarzuela. Así sucede en la primera escena de La verbena de la paloma, de Ricardo de la Vega y Tomás Bretón, en que la ciencia surge risueña e imponente, cuando Don Hilarión, el boticario, y su amigo Don Sebastián proclaman, en estribillo cantado - que se ha convertido en frase hecha en el idioma castellano, lo de “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”.



La Verbena de la Paloma. Cuadro primero

Don Hilarión y Don Sebastián aparecen sentados a la puerta de la botica. Los porteros de la casa también toman el fresco sentados. La portera tiene en la falda un niño pequeño dormido. La Buñolería está llena de gente y hay mucha animación. A la puerta de la taberna juegan al tute, en una mesa pequeña y  sentados en banquetas, el tabernero y dos amigos suyos mozos de chapa. La tabernera les sirve de cuando en cuando unas medias copas. Julián, sentado en una silla baja y arrimado a la pared de la taberna suspira y se lamenta.

Escena nº 1. Parlante y escena. Introducción

Don Hilarión (DH)
El aceite de ricino
ya no es malo de tomar.

Don Sebastián (DS)  (Hablado)
¿Pues cómo?

DH
Se administra en pildoritas
y el efecto es siempre igual.

ESTRIBILLO
DS
¡Hoy las ciencias adelantan
que es una barbaridad!

DH
¡Es una brutalidad!

DS
¡Es una bestialidad!
…..

DH
La limonada purgante
no la pide nadie ya.

DS
Como que esa limonada
ya no sirve para “na”.
Es lo mismo que un refresco
de naranja o de “cebá”.

DH
Pues por eso justamente
ya no es ni chicha
ni “limoná”.

DS  (Hablado.)
Eso digo yo.

(Cantando.)
Pero el agua de Loeches
es un bálsamo eficaz.

DH
Hoy la ciencia lo registra
como muy perjudicial.

DS  (Hablado.)
¡Agua de Loeches!

DH
¡Muy mala!

DS
Pero hombre….

DH
¡Muy perjudicial!

ESTRIBILLO
…..

DH
El calor que hace esta noche
sí que es una atrocidad.
(Abanicándose.)

DS
¡Y yo tengo a todas horas
la cabeza tan “sudá”!

DH
Eso es bueno y conveniente,
mi señor Don Sebastián.

DS
¡Quién dirá que esta camisa
me la acaban de planchar!

DH  (Hablado.)
¡Esa camisa!

DS
¡Sí, señor!

DH
¡No lo diría nadie!
(Cantando.)
Pero… he leído que el que suda
vence toda enfermedad.

DS  (Hablado.)
¿Qué me dice usted?

DH
No hay cosa mejor.

DS
¡Pues no lo sabía!

DH
Sí, lo acaban de descubrir

ESTRIBILLO. FIN.

Ricardo de la Vega (Madrid, 1839 - Ibidem, 1910)


Ver más en La alegría de las musas