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lunes, 18 de agosto de 2014

Una frase de Josep Plá

El buzo nota que cada vez le cuesta más comentar aquellas noticias de actualidad que suscitan polémica y encontronazos entre las distintas opiniones. Las más de las veces, es una cuestión de reflejos y velocidad de reacción de forma  que cuando uno acaba de formarse opinión y de tenerlo claro, ya han pasado varios días y la cuestión ya ha dejado de ser actualidad.

Otras veces, está el temor de no saber expresar bien la propia opinión; actitud acompañada a veces, de un esperar  a ver si aparece publicada alguna opinión con la que uno esté de acuerdo para suscribirla (y amplificarla) (*).


Josep Pla (en www.enciclopedia.cat)

Por último, tendríamos aquellas ocasiones en que te dejas llevar a la frase: "¡Qué pereza!", y renuncias a más pensar y entender la cuestión  y a una implicación mayor. En estos últimos casos, el buzo siente remordimientos, no vaya a ser que esté cayendo en la deplorable actitud que describía Josep Pla, quién decía que “en este país hay una manera cómoda de llevar una vida suave, tranquila y regalada; consiste en apuntarse al extremismo razonable y lavarse las manos pase lo que pase”. Más - creo yo - por lo de lavarse las manos (pase lo que pase), que por lo del extremismo.

(*)  A propósito de esta modalidad, no quiero dejar pasar la ocasión para enlazar al artículo Hombres de Dios publicado por Fernando García de Gortázar en ABC el 15 de agosto sobre el Padre Pajares recientemente fallecido.

sábado, 14 de junio de 2014

No tropezar con los muebles

Frases para la historia


Para ser actor hacen falta dos cosas: aprenderse el papel y no tropezar con los muebles 

Frase de Spencer Tracy citada por Ignacio Camacho en su columna de ABC el 11 de junio de 2014

Fue leer la frase de Spencer Tracy y pensar: "Esta frase es un filón. Verás que poco tiempo pasa para que le vaya al pelo a alguna noticia". Y así ha sido. Al día siguiente nos encontramos, también en ABC, el titular: "El Tribunal de Cuentas cree que hay demasiados profesores universitarios". 

Y es que el Tribunal de Cuentas es, en la esfera pública, un personaje en busca de autor, ya que lo que hace es inane - es meramente consultivo - y tardón. Suele aparecer en los medios, mayormente, por líos internos, (el último ha sido la asombrosa proliferación en su plantilla de primos, hermanos, cuñados y demás familia). Parece que no se sabe el papel.

Además los únicos resultados que obtienen sus enésimos informes de fiscalización de organismos, (o sea, comprobar el sometimiento de la actividad económico-financiera a los principios de legalidad, eficiencia y economía), son titulares jugosos acerca de lo que no es su función. Tropieza con los muebles. Si el Tribunal de Cuentas alerta sobre que hay muchos profesores en las universidades o, un suponer, pocos policías en las calles de Madrid, está dando sólo una opinión. Como la mía o como la del primo Eladio.

Y ya se sabe que las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno. Lo decía Clint Eastwood.