martes, 30 de abril de 2019

Actualidad agropecuaria. Fermín Herrero,

El campo soriano constituye frecuentemente el marco de la poesía de Fermín Herrero, (Ausejo de la Sierra – Soria, 1963). Un marco lírico y arrebatado y, muchas veces también, levemente irónico. 



Fermín Herrero (en www.reinodecordelia.es)

El poema Actualidad agropecuaria es sumamente didáctico, y nos ilustra, en esta Europa del siglo XXI y en esta "España vacía", sobre teoría y estructura económica y sobre tecnología: los países y las ventajas competitivas de su especialización y los factores de producción (capital y trabajo).

Actualidad agropecuaria

Las sensaciones de esta temporada son las abonadoras
pendulares Kverneland, los chissel con rodillo
y los esquiladores eslovacos que pelan
sin trabar un hatajo grande al día como
si hipnotizasen al ganado. Apenas
hablan cuatro palabras de español, pero
dan buena cuenta del almuerzo y son
agradecidos, además de baratos. Recogen
ellos mismos la lana en vellones. El que organiza
las cuadrillas –y fijo los explota – aclara
al ajustar que están hechos a todo, que se conforman
con cualquier sobra de matanza. Se atiborran
de torreznos y güeñas y ya no levantan cabeza
hasta que dan de mano. Del norte llegan
al mismo tiempo la necesidad
y la tecnología punta. Europa: 
las dos velocidades.

Del libro El tiempo de los usureros, (Madrid, Hiperión 2003)

Fermín Herrero. (Ausejo de la Sierra, Soria; 1963)


Ver más en el blog La Alegría de las Musas 2

miércoles, 24 de abril de 2019

Otros dos libros alemanes

Me paro a pensar que algunos de los libros que más me han gustado en los últimos años son alemanes.

Pienso en Ferdinand Von Schirach con su libro de relatos Crímenes o su novela El caso Collini, o en el magnífico e inclasificable Los huecos que deja el diablo de Alexander Kluger; autores ambos de los que se habló en este blog en 2013 (Dos libros alemanes) y 2015, (Los huecos que deja el diablo (Marzo 2015)). Pienso ahora en lecturas recientes. 

Como el libro, de pocas páginas pero de gran aliento, La belleza del universo de Stefan Klein, extraordinaria obra de divulgación científica, que ha sido bestseller en Alemania,  recientemente publicada en España por Seix Barral. 



O el inclasificable Hammerstein o el tesón de Hans Magnus Enzensberger, (ver Nota), a cuyo resumen de la editorial Anagrama enlazo aquí

En el libro se aborda el periodo más funesto de la historia alemana centrándose en la figura del barón Kurt von Hammerstein (1878-1943), el general que en 1930 asumió el mando del ejército y se retiró después de que, en 1933, Hitler revelara sus planes en una reunión secreta. 



Transcribo a continuación párrafos de la magnífica entrada dedicada al libro en el blog www.exlibris.com


Hombre en cierta medida atípico, el barón Kurt von Hammerstein, aristócrata y militar nacido en 1878, jefe del Alto Mando del ejército alemán entre 1930 y enero de 1934 (por entonces el puesto supremo en dicha fuerza armada), ....., era sin embargo un republicano, un hombre que aspiraba a la unidad europea y que, aunque contrario al comunismo, profesaba simpatía y respeto por los rusos..... Derechista, culpaba sin embargo a los partidos de derecha de la ruinosa política interior de su país. Ocupando los más altos cargos del ejército alemán (antes de comandarlo fue jefe de su camuflado Estado Mayor, entidad prohibida por el Tratado de Versalles), solía tenérselo por un vago, y es que detestaba el trabajo burocrático y aprovechaba la menor excusa para dedicarse a su pasatiempo favorito, la caza. 

Los nazis le inspiraban un altivo y patricio desdén. Aborrecía el III Reich, entre otras cosas, porque intuía que su belicosidad llevaría a Alemania a la ruina, pero nunca hizo nada por obstaculizarlo. Decía admirar el coraje civil, mas la suya fue una oposición meramente pasiva. En todo caso, lo más seguro es que si no hubiese fallecido de cáncer en 1943, Hammerstein habría tomado parte en el fallido golpe del 20 de julio de 1944… como de hecho hizo uno de sus hijos.

La figura protagónica, el general Hammerstein, se hace merecedora de muchos apelativos pero no del de héroe; Enzensberger rinde homenaje a su lucidez y a su capacidad de anticipar las calamidades que entrañaba la vesania nazi (con excepción del Holocausto), pero no eleva el personaje a un pedestal....

La de Hammerstein… es una historia de inconformismo, de compromisos valerosos pero también de decepciones, de vacilaciones y de extravíos en una época que no daba cabida a los términos medios. Es una disquisición sobre algunos de los condicionantes decisivos de aquella turbia época, en la que ideologías y situaciones extremas desafiaban todo sentido de normalidad.

En todo caso queda la fascinación por el personaje que, desde luego, fue un gran oficial de estado mayor. Como muestra, he aquí el análisis del Ejercito Rojo hizo a finales de 1932 a A Jacob West, agregado militar norteamericano en Berlín.

“Es una buena tropa, disciplinada, que en la defensa se batirá bien. En este trance pueden contar con la ayuda de la población. Los rusos saben que no pueden librar una guerra de ataque porque para ello les falta infraestructura necesaria. Las carreteras y los ferrocarriles se hallan en tan mal estado que ellos solo pueden combatir dentro de las fronteras de su país. Se han preparado para hacerlo, y han establecido dos zonas defensivas: una alrededor de Moscú y otra cerca de Perm, en los Urales. Si el enemigo los hace retroceder hasta allí, en esas regiones pueden resistir por tiempo ilimitado. Lo único que tienen que hacer es batirse en retirada; después ningún enemigo podrá derrotarlos.”


Hans Magnus Enzensberger (Wikipedia)

O como cuando le preguntaron bajo qué puntos de vista juzgaba a sus oficiales, y dijo:

“Distingo cuatro clases: los inteligentes, los trabajadores, los tontos y los vagos. En la mayoría de los casos concurren dos cualidades. Los inteligentes y trabajadores son para el Estado Mayor; los otros, los tontos y vagos, forman el noventa por ciento de todos los ejércitos y son muy aptos para las tareas de rutina. El que es inteligente y, a la vez, vago, se califica para las más altas tareas de mando, pues aporta la claridad mental y el aplomo necesarios para tomar decisiones de peso. Del que es tonto y trabajador hay que protegerse; en ése no se puede delegar ninguna responsabilidad, pues siempre causará alguna desgracia”.

Es genial.

Por otro lado, la forma del libro es peculiar. Tras una profunda indagación en todo tipo de fuentes  Enzensberger fabrica un género que domina como nadie, la "novela documental"Estamos ante una obra especialmente compleja, un collage en el que la fuente documental no siempre tiene la última palabra, ya que el autor también se toma la libertad de acercarse a la realidad histórica a través de la ficción.

Nota
Hans Magnus Enzesberger ya ha estado en este blog en dos ocasiones en las entradas: Somos analógicos (15 de julio de 2015) y Los datos y Google (14 de mayo de 2014).


lunes, 15 de abril de 2019

Tetsuya Ishida en Madrid

En la versión papel de la Guía del Ocio de la semana pasada, al hojear las páginas dedicadas al arte y a las exposiciones, me topé con la fotografía de un cuadro sumamente perturbador; con unas figuras orientales, una madre y unos niños, parecían,que estaban mirando como se metían e introducían en una caja, trozos: una cabeza, manos... de un hombre, todo ello estático, grave...;y, la verdad, es que me resultó inquietante, me impactó.


Retirado. (1998). Tetsuya Ishida

Ya, puestos a leer, vi que se trataba de una exposición, organizada por el Museo Nacional Reina Sofía, de un pintor japonés llamado Tetsuya Ishida que se estaba exhibiendo desde el día 11 en el Palacio de Velazquez del Retiro. Me dije, inmediatamente, que esa exposición había que verla; y el sábado, aprovechando lo largo del horario (cierre a las 10 de la noche), allí que nos fuimos y llegamos ya casi a las 9 de la noche.

Bueno, la verdad, es que las paredes blancas y sin adornos del Palacio de Velázquez con los cuadros - situados bastante lejanos entre sí - de este  artista japonés daban como resultado un panorama inquietante.


Toyota Ipsum. 1996. Tetsuya Ishida.

Hombres robotizados... unas situaciones tremendas: alienación del hombre por el trabajo, la soledad, la automatización, el hiperconsumo.... Y, bueno, la verdad es que ahora que estamos acostumbrados tanto a que alguien califique de "brutal" cualquier cosa, pues , realmente, si que el calificativo de "brutal" parece apropiado para esta esposición que, al parecer, es la primera muestra retrospectiva del artista Tetsuya Ishida fuera de Japón; recogiendo una significativa selección de sus trabajos, (creo que unas setenta obras),desde 1996, año de su licenciatura en Bellas Artes hasta 2004, poco antes de su repentina muerte.

La exposición va a estar todo el verano, hasta el 8 de septiembre. Yo creo que es de obligada visita. Creo que es, también, de obligada lectura, aunque posiblemente habría que hacer algunas matizaciones, el papelito que reparten en la exposición acerca de la vida y la obra del artista. (Lástima que no hayan editado catálogo de las obras expuestas y los folletos  parezcan copias a ciclostil).


Persona que ya no puede volar. 1996. Tetsuya Ishida.

Y nada mas. Está en un sitio extraordinario; al lado del estanque del Retiro. Es gratis y tiene un horario corrido de 10 de la mañana a 10 de la noche todos los días.

No hay que perdérsela porque presenta, a nivel pesadilla, a nivel Kafka y japonés, lo que estamos viviendo con esta tremenda evolución del mundo actual a nivel trabajo, consumo, relaciones humanas.., etc. Así que repito: ¡No hay que perdérsela!

Reseñas de la Exposición: 

Agencia EFE: La soledad del ser humano de Tetsuya Ishida se mimetiza en el Reina Sofía
El País: El Japón alienado de Tetsuya Ishida se muestra en el Palacio de Velázquez
El Mundo: La incómoda lucidez de Tetsuya Ishida, en el Museo Reina Sofía








viernes, 12 de abril de 2019

El cocido madrileño 1.

Ollas y cocidos


Ollas y cocidos han sido objeto preferente de poetas y literatos que le han dedicado bastantes poemas a este plato con diversos enfoques; atendiendo a sus variedades regionales o a otras cuestiones. Vamos a dedicar a ello, en este 2019, algunas entradas al asunto.  Saldrán según se nos vaya ocurriendo; a nuestro ritmo pero siempre con todo el cariño y nuestra mejor dedicación.


De vuelta a Madrid en esta loca primavera en la que la nieve se ha posado en  Somosierra y la Sierra de los Cameros. Lo ha podido ver este buzo en su vuelta desde tierras riojanas en que ha hecho durante una semana el Camino de Santiago, desde Estella hasta Santo Domingo de la Calzada. Camino del que acaso contemos algo en este blog más adelante.

Y en el Camino no hemos comido cocido. Otras cosas deliciosas, sí; como caparrones con chorizo y estupendas verduras: menestra o alcachofas… Pero cocido, no. Y al llegar a Madrid hemos vuelto a pensar en cocidos, animados por esta bajada de las temperaturas con lluvias, (que esperemos que no duren mucho para que no se fastidie la Semana Santa). Y a retomar este recorrido literario por los cocidos para dedicar una primera entrega al cocido madrileño.

El cocido madrileño. 1

El gran poema clásico y más conocido sobre el cocido madrileño es, en la opinión de quien esto escribe, el que el periodista y escritor José Fernández Bremón, (Gerona, 1839 - Madrid, 1910), escribió, el 18 de octubre de 1891, en las páginas de la revista Blanco y Negro.

José Fernández Bremón

Estaba dedicado a Ángel Muro Goiri, (Madrid, 1839 - Bouzas-Vigo, 1897), gastrónomo, escritor e ingeniero español, autor de famoso manual de cocina El practicón y  que podría considerarse como el primer periodista  gastronómico que hubo en España. Sus tres primeras estrofas dan la receta de un cocido sencillo de la época. Lo incluimos a continuación:

Con medio kilo de vaca
y diez céntimos de hueso,
un cuarterón de tocino,
un buen chorizo extremeño,
y garbanzos arrugados
que ensanchan en el puchero,
sale en mi casa un cocido
que nos chupamos los dedos.

Cuando llega la matanza
se compra hocico de puerco,
y echo un cuarto de gallina
si hay en casa algún enfermo.

Solemos tomar de sopa,
arroz, sémola o fideos;
si es pan, con hierbabuena;
los macarrones, con queso.

Nunca en su tiempo perdono
los nabos foncarraleros,
las judías de La Granja
y los cardillos más tiernos.

Mi ensalada es de escarola,
de lechuga o de pimientos;
el gazpacho es muy sencillo,
con poco pan y muy fresco.

Mis postres no son de lujo:
torrijas, miel, higos secos,
albillo dulce de otoño
y uvas de cuelga en invierno.

Con cebolletas y rábanos
mi mesa a veces refuerzo,
y aceitunas de Pastrana
que yo mismo me aderezo.

En fin, me gustan -y acabo-
el pan blanco recién hecho,
mantel limpio los domingos,
y Valdepeñas del bueno.

Así comieron en casa
mis padres y mis abuelos;
como es sana la comida
todos morimos de viejos.

Cuando quiera usted probarla
a las doce lo ponemos,
que a la española se come
el cocido madrileño.

Téngame usted por su amigo,
Joaquín García Cornejo,
fábrica de mariposas
en la calle de Toledo

José Esteban en su magnífico libro Breviario del cocido,  indica (sic): “Como no podía ser menos Ángel Muro contestó a Bremón por ley de cortesía gastronómica y cocidesca”


Ángel Muro Goiri

Lo hizo en el periódico "La Época" de Madrid, el día 27 de Octubre de 1891 con el zumbón poema - receta incluida en su última estrofa - que figura a continuación.

A don Pepe F. Bremón,
al escritor más correcto,
al prosista más castizo,
al poeta cuyos versos
en la mesa del Parnaso
tiénense en mayor aprecio
que el garbanzo de Saúco
en el español puchero…
Al que ha sido tan amable
que envuelta en el Blanco y Negro,
me envía preciosa carta
que firma Joaquín Cornejo,
industrial de mariposas
de la calle de Toledo…
le dirijo humildemente
en este romance un ruego
que se sirva transmitir
al dicho mariposero,
esta es mi contestación
sin pérdida de un momento.

Ayer a las doce en punto,
fui a la calle de Toledo
y busqué casa por casa
la de usted, señor Cornejo.
Desde la Plaza Mayor
hasta el mismo matadero
recorrí todas las tiendas,
penetré en los entresuelos,
subí a los pisos segundos
y entré en los cuartos terceros.
Yo ¡Cornejo! repetía
con melancólico acento
y a mis voces contestaba
con tono burlón el eco…

En fin que en aquella calle
ni hay cornejas ni cornejos,
ni mariposas ni fábricas,
ni garbanzos ni pucheros.
Digo mal: eran las dos,
el hambre no tiene dueño,
y, sin saber lo que hacía,
me metí en un merendero.

Un puchero, que pedí,
me sirvieron al momento;
era un precio de tres reales,
y estaba bueno, muy bueno:
tres onzas de rica vaca
con un poquito de hueso;
otra onza de tocino,
cien garbancitos muy tiernos,
una patata flamenca,
un par de nabos gallegos
y judías de La Granja,
un tomate y un pimiento.
Faltaban, naturalmente,
el hociquillo del puerco,
el alón de una gallina
y el buen chorizo extremeño,
y como sano manjar,
es más sano este puchero
que el que coció usted ayer
en aguas de Blanco y Negro.

jueves, 11 de abril de 2019

Ebony Eyes. Bob Welch.


En el particular recorrido vital de este buzo por sus recuerdos musicales del pop-rock de finales de los setenta y de los ochenta, (ese tipo de música de los tiempos del programa Dominó de Gonzalo Garrido), han aparecido estos Ojos de ébano (Ebony Eyes) del guitarrista, cantante y compositor Bob Welch que tanto gozamos en su día y que nos sigue gustando y llegando al corazón.


Estaba incluido en el álbum French Kiss, primer álbum en solitario de Bob Welch editado en 1977 que fue, a la postre su trabajo de mayor éxito, alcanzando sus temas Sentimental Lady y Ebony Eyes  los números 8 y 14 en las listas americanas.

Musicalmente Ebony Eyes se caracteriza por una mezcla de guitarra hard rock, (con un afortunado riff que se repite a lo largo del tema), un ritmo de música disco más o menos  y, al fondo,  arreglos de cuerda.  El estribillo es machacante y fácil, y tras la segunda vez que se entona, finaliza – una sola vez – con la repetición del título del tema: Ahhhh..!  Ebony Eyes!;  que, junto con el riff de la guitarra, inmortalizan la canción.

Los músicos participantes en la grabación fueron, además del propio Welch, miembros de l grupo Fleetwood Mac, (Mick Fleetwood, Cristine Mc Vie y Lindsey Buckkingam),  del que había formado parte Bob Welch los años anteriores. 



La letra es la historia de un ligue con una chica tímida, de las que ocupan, expectantes, los bordes de las pistas de baile, (tal como se representa en el video oficial del tema).

Your eyes got me dreamin
Your eyes got me blind
Your eyes got me hopin
That I'll be holding you close tonight

Ebony eyes, ebony eyes
Ebony eyes, ebony eyes

Bob Welch es una de esas figuras secundarias, pero importantes y necesarias, ya que ilustran muchas veces mejor que los grandes ídolos, el devenir de un oficio y un arte. En este caso, el de la música popular del siglo XX o pop-rock.

Nació en 1945 en Los Ángeles, en el seno de una familia de artistas. Su padre era el productor de películas y guionista Robert L. Welch, y trabajó para Paramount Pictures en los años cuarenta y cincuenta, produciendo películas protagonizadas por Bob Hope o Bing Crosby. La madre de Bob era la cantante y actriz Templeton Fox. que participó en películas y series de televisión entre 1962 y 1979.


The Seven Souls

Su trayectoria comienza con su incorporación en 1964, en el grupo The Seven Souls cuyo tema I Still Love You  de 1967, llegó a ser una de las canciones insignia del estilo Northern Soul. Después pasó a Europa, donde se unió en 1971 a la banda de blues británica Fleetwood Mac, de la que fue uno de los principales miembros y en la que permaneció hasta finales de 1974 iniciando su carrera en solitario a partir de esa fecha.

Carrera en solitario que comenzó con el exitoso álbum French Kiss de 1977, con los éxitos Sentimental Lady y Ebony Eyes, pero que fue languideciendo poco a poco hasta las curiosas grabaciones finales de 1999, como Bob Welch Looks at Bop, basadas en  jazz.



Falleció de forma trágica (suicidio) en 2002, tras conocer que nos se recuperaría de una operación de su columna vertebral.

Queda en nuestra memoria y en la pequeña historia del pop (que es también grande), Bob Welch y esa joya que fue (y que sigue siendo) Ebony Eyes.

miércoles, 10 de abril de 2019

Visitas de obra. Joan Margarit.


El poeta catalán Joan Margarit, al hilo de su formación, profesión y experiencia, ha compuesto grandes poemas en que diferentes aspectos de la arquitectura sirven para levantar metáforas que iluminan su pensamiento y sentimientos.




Aspectos de la arquitectura que contribuyen a sustentar la peculariedad de su producción poética, caracterizada por su humanidad y hondura conjugadas con  exactitud, concisión e inteligibilidad. Entre los poemas memorables de Joan Margarit relacionados con la arquitectura, se encuentra Visitas de obra que se muestra a continuación.

Visitas de obra

Durante tantos años he comenzado el día
dentro del ordenado desorden de las obras.
Frente a mi casa han empezado una.
La contemplo a menudo,
recuerdo amanecer en medio del estrépito
al cortar una plancha de acero con el disco
y el fragor ultrajante del martillo mecánico.
Perforar y romper para construir:
es esta música contemporánea
de una justificada destrucción.

Después de la visita
buscaba un bar donde estar solo, a salvo
del ruido y a la vez dentro del ruido,
y con el ángel gris de una estructura
de edificio entrevista en los cristales.
Cielo de hormigón húmedo
de los suburbios, siempre endureciéndose.
Todo el hierro oxidado y laboral.
Una ternura que oigo todavía
cuando graniza el tiempo
en los cristales de mi intimidad.
La vida se termina como empiezan las obras:
perforar y romper para construir.
Una justificada destrucción.

Del libro Se pierde la señal,  Editorial Visor . 2013.

Joan Margarit i Cosarnau. (Sanahuja, Lérida 1938).