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martes, 16 de octubre de 2018

Supercherías de los astrólogos ... Gabriel Ciscar.


Escrito en los últimos años de su vida en Gibraltar, donde, al retorno del absolutismo se encontraba exiliado, Gabriel Ciscar, que fue una figura central como marino; y como matemático y estadista en aquella difícil España a caballo entre los siglos XVIII y XIX, finalizaba su monumental Poema físico-astronómico de más de seis mil versos, con una proclamación de la utilidad de la ciencia en general y una llamada de alerta a las supercherías de los astrólogos y de otros embaucadores y enemigos de ella.



Casi unos doscientos años después, sigue estando de actualidad, sigue habiendo embaucadores. Increiblemente, en el momento actual, siguen vivos la peste y la mala hierba de  los horoscopos y los tarot televisivos; y, también, las polémicas acerca de la utilidad de las vacunas, de las homeopatías y otros embustes – que prometen fáciles e inexistentes remedios con resultados muchas veces nefastos  – y que alejan a la gente de la esforzada ciencia. 

No muere la mala fe y persiste la ignorancia. Como en tiempos de Ciscar, hoy sigue siendo preciso alzar la voz para proclamar la utilidad de la ciencia y para denunciar las supercherías y embustes de astrólogos, embaidores, sonambulistas, y otros enemigos de la ciencia.

Supercherías de los astrólogos y de otros embaidores; utilidad de la Ciencia en general, y enemigos de ella.

    16 Estas son las verdades demostradas
En la ciencia astronómica fundadas,
Y las que pueden derivarse de ellas.
El decir que se lee en las estrellas
Si los años escasos ó abundantes
Serán; si habrá salud ó enfermedades,
Y otras mil cosas á estas semejantes,
Deben ser reputadas necedades
Con que, á gentes sencillas é ignorantes,
Embaucar pretenden los pedantes
Que Astrólogos llamamos en el dia;
Y mayor necedad es todavía
El pretender que nuestros pensamientos,
Nuestras inclinaciones y talentos,
Y aun la misma virtud, son consecuencias
De ocultas planetarias influencias.

Pero mientras domine la ignorancia,
Habrá en todos países abundancia
De astrólogos, zahories, alquimistas,
Y, lo que es mucho más, sonambulistas.
La refulgente antorcha de la ciencia,
A nuestra mental vista hace patente
Lo que en un tiempo fué, ó es por esencia,
Cada cosa pasada ó existente;
Y el límite final de la potencia
Con que dotado encuéntrase todo ente.
La superstición vana, los temores
Infundados, los vicios, los errores,
La taimada impostura, el falso celo,
No pueden soportar sus resplandores;
Así como las aves rapiñantes
Nocturnas, de rastrero y tardo vuelo,
Apenas se descubren en el cielo
Los últimos anuncios fulgurantes
Del Luminar diurno, pavoridas,
Huyen á refugiarse en sus guaridas.

Gabriel Ciscar y Ciscar
Oliva-Valencia, 1769 – Gibraltar, 1829)




miércoles, 9 de diciembre de 2015

El termómetro. Gabriel Ciscar.

No abundan los poemas científicos que traten de instrumentos de medida. Por ello nos ha parecido interesante incluir en poesía y ciencia una parte del Poema Físico-Astronómico en siete cantos, obra del marino de guerra y matemático Gabriel Císcar y Císcar.




Gabriel Císcar. Autor desconocido. (Museo Naval de Madrid)

Lo escribió en los últimos años de su vida; en Gibraltar donde falleció exiliado en 1829. Se trata de una estrofa del poema mencionado, (si es que se “puede” llamar poema a una composición de más de 6.000 versos), dedicado al termómetro.


El termómetro

    28  Para determinar por experiencia
Muchos de los efectos expresados,
Han sido con buen éxito empleados
Algunos instrumentos ingeniosos,
Inventados por físicos famosos,
Y meteorológicos llamados,
Porque el nombre meteoro aplicamos
A cuanto en nuestra atmósfera observamos.


Un pequeño cilindro, ó una bolita
De vidrio, en tubo angosto terminada,
Llena de azogue, que el calor excita
Y arroja por la vía prolongada,
A la manera de hérmes bien cerrada,
Constituye el termómetro ordinario;
Aunque de graduarle el modo es vario.


El punto cero suele colocarse,
En donde queda el fluido parado,
Al momento en que empieza a liquidarse
El hielo, de que el todo está rodeado:
Y en el agua que hierve, al fin, señala
Ochenta grados de Reaumur la escala.

El Centígrado muestra el grado ciento,
Pues como cuatro a cinco es el aumento.
El de Fahrenheit da ciento y ochenta,
Más treinta y dos, que en vez de cero cuenta.
Bajo de dicho punto, señalados
Suelen llevar de quince a veinte grados.

Gabriel Ciscar y Ciscar