martes, 19 de febrero de 2019

Las bodas de las plantas. José de Viera y Clavijo.

Desde el 25 de enero hasta el 5 de mayo se celebra en la sede de la Biblioteca Nacional de España la exposición “Viera y Clavijo. De isla en continente” sobre la figura de José de Viera y Clavijo que fue uno de los representantes más significativos del movimiento ilustrado del siglo XVIII en España. Vieira viajó por numerosos países europeos, tomando contacto con algunos de los exponentes más destacados de la Ilustración francesa y desarrolló una ingente labor científica, cultural y social dejando una valiosa y extensa producción en historia, ciencia y poesía.




La exposición (sic) "presenta una muestra significativa de los manuscritos del polígrafo canario, así como de sus ediciones príncipes, retratos, grabados de la época y materiales científicos, al objeto de dar difusión de la representatividad de su figura en el contexto de la cultura nacional del Setecientos."

En 1806 compuso un poema original en un canto y octava rima, titulado: Las bodas de las plantas, que ilustra sobre los diferentes modos de reproducción vegetal siguiendo las enseñanzas de Linneo. De él, se reproducen, a continuación sus estrofas iniciales.


Las bodas de las plantas (fragmento)

Canto único

1. Los desposorios de la amable Flora  
Cantar en un vergel es mi deseo: 
Templa su voz mi lira, y suave implora 
Para el Epitalamio no ha Himeneo; 
Sino al que la Botánica ya adora 
Por Numen fiel, al inmortal Lineo, 
Al primero que vio en las plantas todas 
Los sexos, los amores, y las bodas. 

2. El Reyno vegetal será su imperio. 
Que soberanamente se dilata 
Por uno y otro fértil hemisferio; 
Donde el Árbol, Arbusto, Yerba, y Mata, 
Bajo de su glorioso magisterio, 
En un sistema de concordia grata, 
Con Especies, con Géneros y enlaces 
Forman Familias, Órdenes y Clases

3. Cualquiera Vegetable es un viviente,
Que nace, que digiere, que respira,
Que dá ciertas señales de que siente,
Que en busca del humor y del sol gira,
Que crece, duerme y suele estar doliente.
Que es macho, ó hembra, y engendrar conspira,
Que envejece, que muere, que reposa,
Y que deja una prole numerosa. 

4. La Mimosa que afecta ser púdica
Y la flor de la Opuncia afestonada 
Su sentimiento la una y otra indica 
Al instante que llega á ser tocada: 
La Caléndula, al alba pronostica 
La lluvia en las alturas preparada: 
Y D. Diego de noche no hace alarde 
De señalar las cinco de la tarde? 

5. De júbilo ó de duelo se reviste 
Esta ó aquella Planta: En la Maldivia 
La Flor del Sol de gala está ó de chiste 
Por el dia no mas; pero se entibia 
Apenas anochece: El árbol triste
En Góa está con pena, y no se alivia 
Sino de noche; que en amaneciendo 
Sus flores va cerrando, ó va escupiendo. 

6. Considerad la indiana Musicapa, 
Que cuando se le posa alguna mosca 
Con pronta diligencia se la atrapa 
Y su hoja en ella diestramente enrosca: 
Mirad también la astucia y la surrapa, 
Con que la Buenos-dias, planta hosca, 
Al tocarla un viajante, lo saluda, 
Dándole un golpe con su rama ruda.
….

José de Viera y Clavijo, (Los Realejos, Tenerife, 1731 – Las Palmas de Gran Canaria, 1813)



martes, 5 de febrero de 2019

Por el camino de las peregrinaciones. Álvaro Cunqueiro.

Volveremos, si Dios quiere, al Camino de Santiago en la primera semana de abril. Iremos desde Estella hasta santo Domingo de la Calzada. Go West! Hacia el Oeste. Hacia Santiago.

Habrá que irse preparando. Como parte de la preparación espiritual he vuelto a leer Por el camino de las peregrinaciones de Álvaro Cunqueiro. 




El libro, bellamente editado por Alba en 2004, recoge la crónica del viaje reaizado por el escritor mindoniense, con el fotógrafo F. Magar, que se publicó en el diario La Voz de Galicia de Vigo entre el 14 y el 24 de octubre de 1962; al que se ha añadido un bloque de Otros textos jacobeos que, también, fueron publicados en el mismo diario entre los años 1951 y 1974 coincidiendo, siempre, con la fiesta del apóstol Santiago.

Siempre hay que volver a Cunqueiro. Transcribo, aquí, dos párrafos (joyas) correspondientes a la última jornada de llegada a Santiago.

Como dije ayer, iba el viajero fingiendo el peregrino, viendo lo que le quedaba del Camino - ya en la memoria de las gentes, ya en las piedras -, ahora que son para él días de restauración, pero es un camino este que no se hace en balde, y ala final había posado en el corazón del viajero una extraña y profunda emoción. Y cuando ya piso rúas compostelanas camino de la catedral, y en la Quintana me acerco a la Puerta Sacra y pongo mis manos en los hierros de la verja que la mantendrá cerrada hasta el Año Santo de 1965, soy ya un humilde y fatigado peregrino del Señor Santiago que descubre en el espíritu el gozo de la llegada...

.... Ha cesado de llover y anochece suavemente. Al entrar en la Catedral por la Puerta de Platerías saludo al rey David que allí está tan noblemente sentado, y le pido que pase, aunque sea una sola vez, el arco por las cuerdas de la viola. Porque estoy seguro que aquí las piedras cantan.

En el primer párrafo me identifico con ese sentimiento de impostura, de no ser más que un viajero que va por el Camino. Pero hay un momento en que, en alguna etapa y sin saber por qué, uno se siente un humilde y fatigado peregrino que descubre el gozo del Camino.

Y por el segundo párrafo, he de decir que, también - y aunque todavía no se como será llegar a la catedral de Santiago y ver al rey David - he sentido que, por el Camino, todas las piedras cantan.


domingo, 3 de febrero de 2019

El cocido. Gabriel Celaya.

Ollas y cocidos


Ollas y cocidos han sido objeto preferente de poetas y literatos que le han dedicado bastantes poemas a este plato con diversos enfoques; atendiendo a sus variedades regionales o a otras cuestiones. Vamos a dedicar a ello, en este 2019, algunas entradas al asunto.  Saldrán según se nos vaya ocurriendo; a nuestro ritmo pero siempre con todo el cariño y nuestra mejor dedicación.


El cocido... ¿Quien lo hace?

Acostumbrados a una cierta tradición castiza asociada la literatura sobre el cocido sorprende, en principio, que Gabriel Celaya, uno de los máximos representantes de la poesía social española, que acompañó nuestras vidas durante la segunda mitad del siglo XX, le dedicara un notable poema.



Gabriel Celaya 
(Alberto Schommer en Wikipedia Commons)

En el poema, por  un lado, se respira esa bohemia y ambiente de los escritores e intelectuales contestatarios de la época:

"Se discuten principios...
Se afilan las ideas. Se vuelve y se revuelve
lo que sí, lo que no, lo que creo yo..."

Pero el poeta advierte que hay que seguir con los pies en la tierra. ¿Y cómo lo hace? Preguntándose quién hará el cocido cotidiano.

"...Se da por sabido

que uno, al llegar a casa, tendrá su cocido.
Y de dónde sale?"

Y es que el cocido, hasta más que mediado el siglo XX, se comía prácticamente todos los días en las casas de muchas regiones españolas.

A veces hasta la saciedad. Como la de mi cuñado que estudiaba bachillerato interno lejos de su casa y que, cuando volvía en las vacaciones al pueblo, interrogaba a su madre a diario: "Hoy ¿qué hay de comer?; ¿comida o cocido?". Casi siempre la contestación era cocido por lo que, según ha confesado, lo llegó a aborrecer.

Mientras tanto en el poema, la discusión y los principios llegan hasta a la casa a la hora de comer. Y la gran pregunta: "Y el cocido, ¿quién lo hace?"

EL COCIDO

Se discuten principios. Se da por sabido
que uno, al llegar a casa, tendrá su cocido.
Y de dónde sale?

Se afilan las ideas. Se vuelve y se revuelve
lo que sí, lo que no, lo que creo yo.

Y encima, dale,
cuando uno vuelve a casa sigue en la discusión,
y le dice a su mujer: «¿No tenía razón?»
Y el cocido, ¿quién lo hace?

Gabriel Celaya. (Hernani, Guipúzcoa, 1911 - Madrid, 1991).