En el futbol actual, todo el mundo, en especial
hinchas y periodistas afines, deberían tener claro que no hay ángeles, ni
tampoco demonios. Y eso, tanto en la tribu propia, como en las de los contrarios
– que no deberían ser, tampoco, enemigos.
Así no se daría la paradoja de que, el gran
villano actual de la Liga, Diego Costa, encabece el ranking de faltas recibidas
en la liga: 80, hasta esta jornada. Que ya es leña, teniendo en cuenta que Neimar
y Cristiano – que según la leyenda, reciben mucho – llevan 58 y 45
respectivamente.
Y en el primer partido de semifinal de la Copa del Rey, 7 faltas le endosó el Madrid a él solito. A saco Pepe, (con escupitajo incluido), Arbeloa
y Xabi Alonso. Costa, ¡ese peligroso gavilán!, hizo una y le sacaron la amarilla. Los periódicos lo
cuentan – friamente – como quien oye llover.
El Atlético descarrió a partir del primer ideario
madridista, desquiciar de inmediato a Diego Costa, al que Pepe y, sobre todo,
Arbeloa — agarrones, pisotones con la pelota fuera de plano— le sacudieron lo
suyo. El choque tuvo mucho de suburbial, de matonismo. No es Costa un ángel, no
es de los que se van fácil a la lona y aguantó la zurra en un partido que a
punto estuvo de encanallarse, (de EL PAÍS).
No, Costa no es un ángel – que nadie lo es,
insisto – , tampoco un demonio, pero, y eso le honra, no va de “santo”.
No somos ángeles.
Los ángeles del Paraíso.
encontrarían este mundo muy extraño
si descendieran hasta aquí.
Nous ne sommes pas des anges. Lo cantaba France Gall – canción de Serge
Gainsbourg – en 1965.
No hay comentarios:
Publicar un comentario