miércoles, 24 de noviembre de 2010

Poco efecto, mucha bola...

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Moros y cristianos es una película de Berlanga de 1987, que al parecer no se encuentra entre las más valoradas del gran maestro. Al buzo le parece una gran comedia coral donde hace un homenaje en cierta medida a las fiestas más populares de la Comunidad Valenciana que le vio nacer. Cuenta las estrambóticas andanzas de la familia de turroneros Planchadell y Calabuig. 


Fotograma de Moros y Cristianos

En ella, Pajares, (el mejor Pajares), hace el papel, muy lucido para un actor cómico, de "el tonto de la familia" que se dedica a enredar, a vegetar y a perseguir mujeres a lo largo de toda la película y a ser perseguido por ellas, en virtud del tamaño, superlativo  al parecer, de su miembro viril. Este personaje hace bien dos cosas: el arroz con conejo y caracoles y jugar al billar. A este respecto y después de hacer una buena carmbola, explica el secreto de su pericia con la frase ó ripio siguiente:
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"Mucho efecto, poca bola
aprieta ......., y carambola"
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Me niego a reproducir aquí, literalmente, la parte del cuerpo que habría que apretar, teniendo en cuenta la postura que adoptan, apoyados en la mesa, los jugadores de billar. Creo que no es difícil de adivinar.
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Me gustaría analizar el ripio pues creo que encierra poderosas lecciones. ¿Qué es lo más importante de lo que se enuncia?. Yo diría que a poco que se conozca el billar, cuando las carambolas no son del tipo conocido como "así se las ponían a Fernando VII", el jugador debe optar, en primer lugar, por diferentes modos de encarar la carambola, que se podrían encerrar en una matriz que podría estar entre el mucho efecto y mucha bola al poco efecto y poca bola. Luego hay que tirarla y.... Abrevio, creo que lo mas importante es la parte de los puntos suspensivos que viene a representar el temple, la fortaleza y la decisión firme que hay que poner en la acción una vez tomada la decisión en lo que se refiere a la cantidad de efecto y a la cantidad de bola.


La partida de billar. Jean Beraud

Tenemos aquí una bonita parábola que podríamos aplicar a cómo se tratan los problemas en este país. Abunda el piñón fijo: siempre la misma jugada, pero sin decisión. También se da mucho el análisis fino: demostraremos, señores, que es mejor darle mucho efecto... bla, bla, bla, y ni se tira la carambola. Podría poner más ejemplos pero acabo: creo que nos falta apretar.... los dientes.
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Como apunte musical, el buzo os propone, (Ignacio Camacho en ABC me dio la pista), una bonita canción de Adriano Celentano que se titula La situazione non e buona, la cual, teniendo en cuenta que no es de hace dos días, parece profética. 




Es una prodigalità del genial cantante italiano. Creo que la letra, de la que se entiende bastante, es una salmodia en la que se pasa de la calamitosa situación general política y económica a la personal, pero indicando todo lo que nos une:
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La situazione politica non è buona
la situazione económica non è buona
la situazione del mio lavandini (fregadero) non è buona
la situazione del mio amore non è buona
Da me a te
qualcosa che ci unisce... c´è!
(de mi para ti hay algo que nos une.. es!)
....................
Como cosa curiosa de la letra, en un momento determinado, no se sabe muy bien por qué, la letra carga de forma arbitraria e inopinadamente  contra los arquitectos!!:
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La situazione quando mi baci non è buona
ma la più grande sciagura sono gli architetti
(la situación cuando me besas no es buena
pero la mayor desgracia son los arquitectos)

Les prometo volver al gran Celentano. Mientras, para endulzar que "la situazione economica non e buona", nos merecemos alegrarnos con Azzurro.
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miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿Estamos a jueves?

Un buen amigo de Zamora, hace unos años me reveló una verdad que me puso los pelos de punta. Me dijo: "la vida es como una semana". "Y ¿a qué estamos? ¿a miércoles?", le dije yo. Lo pensó un momento y me dijo "acaso, estemos a jueves". Yo, aterrado, le contesté "pero por la mañana, ¿no?"Empiezo por éste recuerdo, porque estos días se me han hecho bastante cuesta arriba con la buena gente que nos acaba de dejar, que se ha ido. Manuel Alexandre, Berlanga... Si a ello añadimos, por un lado, la algarabía nacional, que no para, y las amenazas de que estamos al borde del la crisis total, y, por otro, lo pronto que anochece y que ha empezado a entrar el frío de verdad, está uno, la verdad, para poca cosa.


Por eso quiero contribuir a animaros un poco, y, de paso, también, a mi mismo. Para ello traigo al blog dos viñetas de Rodera, que tiene la virtud del buen humor: sorprender y darle dos o tres vueltas y retorcer la realidad. El primero plantea como habéis visto,  lo "mal" que se emplea el gasto y el segundo, yo creo que tiene que ver con la interpretación que se puede hacer cuando los periódistas nos cuentan "por qué" le dan algunos premios a los economistas. Por eso creo que merce la pena a somarse a la viñeta diaria, que siempre es una crónica, de Rodera en ADN.es.


A continuación dos noticias curiosas. La primera del diario Que, nos presenta una máquina que, por lo visto, nos ve el careto, lo juzga y nos recomienda lo que debemos beber: capuchino ó fantalimón ó chupitovodka. Pedazo de invento. Parece que, de momento, todavía nos deja apretar el botón. / A propósito de Berlanga que, como decía el otro día Martín Ferrand, uno no sabe si sus películas recogían la realidad de España, o si en este bendito país, los españolitos acabamos comportándonos como hemos visto en las películas de Berlanga. ¿se imaginan un atracador que fuera a atracar bancos en taxi y que, una vez acabado su "trabajo", se volviera en taxi a casa?. ¿No es muy, pero que muy "berlanga"?. Pues eso ha pasado en España anteayer. (Ver enlace a ABC).

Por último, y siguiendo con Berlanga, podríamos darnos un paseíto por la música de sus películas. Su lema, haciéndose el morugo como en muchas otras de sus declaraciones, era “yo de música no entiendo”. Bobadas. Sea por intuición o porque sí entendía, la música de sus películas es estupenda. Tanto en lo que se refiere a las bandas sonoras, como en la sabia utilización de música incidental o sea canciones, de todo tipo, insertadas en la acción. 


En Bienvenido Mr. Marshall, la banda sonora fue del navarro García Leoz. De la que se pueden hacer una idea con lo que aparece al inicio de la película. En esta misma película, de la que a veces se comenta que los productores creían que era una película folklórica al uso, están varias canciones de, según se indica en los títulos de crédito, Ochaita, Valerio y el maestro Solano, sobre todo la famosísima Coplilla de las divisas o Americanos, interpretada por Lolita Sevilla, cuya letra descacharrante no deja nunca de sorprenderme:

"Americanos,
vienen a España
gordos y sanos,
viva el tronío
de ese gran pueblo
con poderío,
olé Virginia,
y Michigan,
y viva Texas, que no está mal..."

El compositor que más colaboró y mejor entendió a Berlanga, yo creo que fue el gran músico Miguel Asins Arbó, que trabajo en varias películas: Plácido, el corto incluido en Las cuatro verdades, El Verdugo y La Vaquilla. Les enlazo al fox-trot que arranca ya en los títulos iniciales de Plácido y que acompaña los momentos más significativos del film hasta los créditos finales.


Asins, tenía un genio y una maestría perfectos para incluir en sus bandas sonoras músicas populares: villancicos, marchas militares (Asins Arbó formó parte del cuerpo de directores de música militar del que se retiró con la graduación máxima de comandante); sevillanas; música de banda, música coral religiosa, fanfarrias disonantes y valses, como el Suspiros Austrohúngaros de La Vaquilla.

Por último citar la formidable utilización de canciones y melodías insertadas en las películas: la Barcarola de Offenbach, Pequeña Flor de Sidney Bechet, Pan y Toros de Asenjo Barbieri.. y muchas más, como la utilización genial de La milonga de Juan Simón cantada por Angelillo con la que termina La Vaquilla.

Nota. 
Un estupendo análisis de la música en las películas de Berlanga es el artículo ¡Vivan los compositores!… Yo de música no entiendo en el enlace: http://www.encadenados.org/nou/bandas-sonoras/la-musica-en-el-cine-de-luis-garcia-berlanga

lunes, 8 de noviembre de 2010

Autumn Leaves

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Al buzo no le cabe ninguna duda de que el otoño, el de verdad, el que anuncia y lleva al puro invierno, llega justa, concretamente, la mañana del 1 de noviembre, día de Todos los Santos, después del responso en el cementerio de Madrona (Segovia), en que todo el pueblo se reúne en el cementerio para recordar a sus difuntos y del canto final a Jesucristo resucitado:


Acuérdate de Jesucristo
resucitado de entre los muertos.
El es nuestra salvación,
nuestra gloria para siempre.
Si con El morimos
viviremos con El.
Si con El sufrimos
reinaremos con EL.


Volviendo al pueblo, el buzo piensa que ya el invierno se acerca, y le viene a la cabeza la canción Peace Piece de Bill Evans.


Sin embargo, quizás sea más científico pensar que el momento en que ya no hay vuelta atrás, y llega de verdad el otoño, es ese día en que, de repente, parece que todos los árboles de Madrid se han puesto de acuerdo y, todos a la vez, se desprenden de sus hojas. Las hojas muertas o las hojas de otoño.


Autumn Leaves en Praga. 2010


Les feuilles mortes, es una canción que compuso en 1945 el músico húngaro (y judío), emigrado a París, Joseph Kosma, con letra del gran poeta frances Jacques Prevert. Sonó por primera vez, cantada por su protagonista Ives Montanden la película de 1946, Les portes de la nuit, dirigida por Marcel Carné. Kosma, de formación clásica, lejanamente emparentado con el gran director George Solti y discípulo de Bela Bartok, conoció, a través de Prevert al director de cine francés Jean Renoir y compuso las bandas sonoras de  muchas películas en el cine francés. Prevert era un gran poeta y guionista de cine, pertenció al movimiento surrealista francés con Marcel Duchamp y Raimond Quenau. 


Oh! je voudrais tant que tu te souviennes
Des jours heureux où nous étions amis
En ce temps-là la vie était plus belle,
Et le soleil plus brûlant qu'aujourd'hui
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Tu vois, je n'ai pas oublié...

Al año siguiente uno de los grandes letristas americanos, Johnie Mercer escribió una nueva letra en inglés


The falling leaves drift by my windows
The falling leaves of red and gold
I see yor lips, the summer kisses
The sunburned hands I used to hold
Since you went away the days grow long
And soon I'll hear old winter's song
But I miss you most of all, my darling
When autumn leaves start to fall


Nat King Cole en Nueva York en 1947

y a partir de ahí, la canción se convirtió rápidamente en una de las canciones estandard, y uno de los jazzstandards de más éxito y de mayor popularidad, tanto en versiones instrumentales como cantadas. Vamos a ello. En versiones cantadas algunas de mis preferidas son las de Nat King Cole y de Doris DayMuy canónicas las dos. Hay muchas, muchísimas más: Edith Piaf, Pat Boone, Johnie Mathis, Frank Sinatra (que lo ha cantado todo), Barbra Streisand (una versión en francés demasiado sofisticada para el buzo), Grace Jones (version discotequera), Eric Clapton, etc., hasta del tigre de Gales, qué grande, Tom Jones.


Bill Evans. Festival de Jazz de Montreux- 1978

En cuanto a versiones instrumentales de jazz, también hay muchísimas. Les propongo tres. En primer lugar  Bill Evans, porque es mi pianista  de jazz favorito, (es el mejor; adoro a Bill Evans). La versión que les enlazo es de 1965 de una actuación en directo con Eddie Gómez al contrabajo y Jeremy Steig a la Batería. El grandísimo pianista actual Keith Jarrett, ha hecho también varias versiones muy buenas de Autumn Leaves. La segunda, que creo que es la mejor versión de todas, sin duda ninguna, es de Cannoball Adderley del disco Something Else con una formación que lideró y en la que estaban nada menos que Miles Davis a la trompeta, Hank Jones al piano, Sam Jones al contrabajo y Art Blakey en la batería. Maravillosa sencillamente. La última es del trompetista Chet Baker. En uno de sus retornos a la música en 1974 se juntó con Paul Desmond y realizaron el disco She Was Too Good To Me. Su solo de trompeta en esta canción, dicen los entendidos, es uno de los mejores y más característicos del gran trompetista.