En octubre del pasado año trajimos a La perplejidad del buzo
a Carmelo Larrea, grandísimo compositor de música popular, de boleros en concreto, cuyas canciones
fueron clave en la banda sonora de los años 50 y 60 del pasado siglo y, aún
hoy, siguen formando parte de nuestras vidas.
Estábamos en 1952 con Carmelo Larrea y con su éxito “No te
puedo querer” en Sevilla. Como contaba Manuel Barrios en ABC , (Ver la columna “Boceto en
la distancia”, de 31-08-1998), “…vivir en Sevilla suponía un obstáculo casi
insalvable para alcanzar el triunfo”. Por ello, visto desde aquella bohemia de
Sevilla, viajar a Madrid, era la gran oportunidad.
Cuenta Manuel Barrios que cuando a Carmelo Larrea se le
presentó la oportunidad en la capital de España, como no tenía dinero se le
ocurrió componer alguna música para publicidad que sirviera para anunciar algo
en la radio. Tras algunas gestiones, le surgió la oportunidad de anunciar una
marca de anís local. Para ello se puso en contacto con un letrista que
comenzaba a destacar, Camilo Murillo, y le explicó el asunto. Se juntaron en un bar y Murillo escribió la letra:
“Es el anís del Coral/ el mejor de los licores;/ da dulzor
al paladar/ y a la boca olor de flores..”
Con esta letra, Larrea compuso lo que hoy llamaríamos un “jingle comercial" y después de su marcha a Madrid, continuaría produciendo más composiciones extraordinarias.
La siguiente gran canción compuesta por Carmelo Larrea fue
“Dos cruces”; extraordinaria composición que desde su creación en 1954, ha sido interpretada por centenares
de cantantes: desde las clásicas de Jorge Gallarzo, María Dolores Pradera o los Panchos , a las
actuales de Paloma San Basilio o El Cigala, pasando por las de José Feliciano, (magnífica), Milton Nascimento, Nana Mouskouri o,
también, por la también flamenca de Antonio Molina o la coral de Los Sabandeños.
A mi juicio, el extraordinario éxito de Dos cruces, se debe
a su letra. Después de un inicio de la canción
con letra de bolero convencional en el inicio: Sevilla, la luna plateada, la
noche callada…, se pasa a la formidable sorpresa del estribillo, con la
insólita imagen de los amores enterrados bajo dos cruces en el monte del
olvido; llevando los amores que se acaban a un potente imaginario: el funerario.
En los años en que las letras de las canciones populares eran el fundamento de “la
educación sentimental” de los españoles, como sostenía Manuel Vázquez
Montalbán, la combinación era, inevitablemente, de éxito, como así
sucedió.
Desde el punto de vista de la “vida del artista”, lo
insólito es que, después de llevar varias bandas sonoras de películas y
bastantes canciones de éxito, Carmelo Larrea, que en un país normal se habría
podido ya retirar para vivir sólo de los derechos de autor de “No te puedo
querer” y “Dos cruces”, andaba en esos años de músico de orquesta en cruceros por el mar Báltico.
Lo que sólo puede explicarse desde una mezcla de mala administración y de amor
por la vida bohemia y viajera que durante tanto tiempo había llevado como
músico de circo.
.
Yo prefiero la música a la letra; pero hay que reconocer que la letra, tanto en "Dos Cruces", como en "Camino Verde", es extraordinaria; un compendio del habla común con el habla sofisticada. Pero si la música hubiero sido mediocre, no hubieran tenido estas bellas canciones, el éxito merecido que han tenido. Sé poco del señor Larrea, pero creo que aparte de ser bohemio; lo que no le perdonaron en el Bilbao exclusivista étnico, es que fuera demasiado español y ¿¿"poco vasco"??, según los exclusivistas; claro. Por eso no era conocido aquí en Bilbao, aparte de que viajó mucho y cambiaba bastante de empleo; creo.
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