La semana ha venido movidita de noticias. Recordemos las dos últimas: la inhabilitación de Garzón y la nueva reforma laboral. Pero el buzo se queda con otras dos.
Michael O’Leary, presidente de Ryanair. (EFE)
La primera sería un ejemplo de libro de una de las formas de perplejidad que hemos visto en la guía de perplejos que aquí venimos publicando. Me refiero a la perplejidad por la desvergüenza que nos ha producido la fotografía del presidente de Ryanair en Bilbao, dando la espalda a los trabajadores de Spanair, riéndose de ellos y haciendo la "V" con los deditos. Parece que tuvo que protegerlo la Ertzaina; que hizo mal, pues lo que tenían que haber hecho era correrlo a gorrazos; o llamar de urgencia a Obama para trasladarlo, en un de vuelo de bajo coste de su propia compañía – sin almendras ni zumo naranja – directamente a Guantánamo.
Hace falta ser un buitre desquiciado para lanzarse a sobre el cadáver recién muerto de Spanair y varios quintales de desvergüenza para mofarse de miles de trabajadores recién despedidos. ¿Sabrá este tal Michael O’Leary – sobre el que, por cierto, me suena haber leído panegíricos en la prensa sobre sus audaces formas de gestión, ¡qué tiempos! - lo que significa la palabra decoro? (Decorum, propriety o seemliness me salen en el diccionario de ingles).
Contrapesos de catenaria.
Red de ADIF. España. (De Wikipedia)
La segunda se refiere a los robos, cada vez más extravagantes e insólitos que se están produciendo y que abundan más los fines de semana. Así el lunes nos desayunamos con el de Loewe de la Gran Vía de Madrid – o sea el centro de Madrid - con los cristales destrozados a mazazos a plena luz del día. (Ver nota 1). Y el espectacular robo entre Alicante y San Vicente del Raspeig de los contrapesos de la catenaria, lo que produjo la suspensión del servicio de las conexiones de los trenes de larga distancia hacia Madrid y Barcelona. ¿Y qué son los contrapesos? Pues, son , (como su nombre indica), contrapesos que se instalan en la líneas de electrificación ferroviarias para mantener tensos los cables de dónde el pantógrafo del tren toma la electricidad.
El buzo se preguntó ¿y por que los robarán? Respuesta: los chorizos buscan la productividad y la eficiencia, (que tanto nos piden los que mandan), ya que obtienen más kilos de chatarra por operación. Tengamos en cuenta que los contrapesos son de a más 500 kg - creo que de fundición- por unidad. Lo que lleva a preguntarse por la forma física de los ladrones y la manera de echarse al lomo más de 500 Kg. Tienen que ser más "mazas" que Chuck Norris. Tienen que ser, como mínimo, casi igual que El porrúo (ver nota 2). Nos dejan con una bonita incógnita.
Habrá que andar con ojo. Como esto siga así, van a acabar robando el edificio mismo del Banco de España, dejándonos el solar.
Nota:
1. Con los raros robos que se producen, y al hilo del ansia de documentación, primero de periodistas y después - en la red - de particulares, resucitan los recuerdos de otros robos insólitos del pasado. Así se ha producido con el robo de 50 metro de carretera que se produjo el pasado año en Mogro – Cantabria - o la temporada en que en México se puso de moda robar melenas, cabelleras y pelos de señora. Incluso yendo por la calle, eran asaltadas tijera en mano.
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