Nos encontramos en un extraño país en el que, en bastantes sectores, el comportamiento de las empresas y las instituciones reguladoras contradice las leyes generales del mercado. Por ejemplo, en las autopistas.
El uso de las autopistas de peaje se desploma con la crisis, de manera que a principio de 2013 nos encontramos al mismo nivel de 1997, y sin embargo, sorprendentemente, no dejan de producirse subidas de los precios: 2 en 2012 (“la habitual” de enero y la de la subida del IVA) y, en 2013, “la habitual”, de enero. Digo “la habitual”, porque es dogma que en todos los servicios siempre se revisan, al alza claro, los precios a principio de año.
Deben suponer – gobierno y empresas concesionarias - que la demanda es rígida y que, por tanto, va a haber el mismo número de usuarios sea cual sea el precio, por lo que a aumento de precios, aumento de recaudación. Falso.
El precio de los peajes está por las nubes, (4,35 euros cuesta atravesar el túnel de la AP-VI – unos 3 km de peaje); con lo que el personal las utiliza menos, (por lo que el verano del pasado año había atascos serios en la subida y en la bajada del puerto de los Leones, travesía de San Rafael incluida); se recauda menos y entonces viene lo de el uso de las autopistas de peaje se desploma con la crisis…. y - ¡sálvenos, ministro! - el sector vuelve a pedir – y se le concede de forma habitual - nuevas subidas de las tarifas.
Que se bajen los precios a ver qué pasa. Como han hecho por fin en el AVE. Y si no lo hacen, que expliquen por qué.
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