lunes, 24 de abril de 2017

Tete Montoliu. I Should Care.

Jueves Jazz
Si hoy es jueves - o así - aquí hay jazz: Jazz porque sí. Para ti que te gusta el jazz, la música del siglo XX.

I Should Care

Recuperando CDs me encuentro con Recordando a Line, album grabado por Tete Montoliu en 1971. En la portada vemos al músico con barba de varios días cara al mar en una solitaria y gris playa catalana.



Con 38 años, a la mitad aproximada de su vida, en los textos del disco se nos habla de Line, una chica - creo recordar que danesa - que pasó por su vida. Y el disco es una maravilla en que, además de  una notable composición propia, Blues for Line que es extraordinaria, desfilan algunos de los mejores standards del jazz: My Funny Valentine, I Can't Get Started, Body and Soul...; pasados por el tamiz de su talento y su manera peculiar y única de tocar el piano y de interpretar el jazz.

Tete Montoliu fue único, el mejor músico de jazz que ha dado este país. Era ciego, era brillante. Sus frecuentes colaboraciones con los mejores interpretes del panorama del jazz, están ya en la historia. 

Yo me quedo con la breve y fascinante versión de I Should Care, que es, sencillamente, perfecta. Y lo mejor de todo es que, tras unos tiempos que no han sido fáciles, me he vuelto a encontrar con un amigo.




domingo, 23 de abril de 2017

El caso "Andanding"

Me llega por WhatsApp, procedente de uno de mis hijos, el mensaje: “Esto me ha recordado alguna de tus entradas del buzo”; acompañado de la expresiva foto que va a continuación.



Aparte del simpático diseño gráfico - que me recuerda un montón el estilo que estilaba, en su día, la revista El viejo topo – me parece que la viñeta ilustra de modo perfecto esta suerte de conspiración que La Internacional Papanatas, (a la que todos pertenecemos de una u otra manera y de la que, en todo caso, nadie nos libramos), está llevando a cabo en nuestro país con el inglish, el inglés o el inglé (tu no sabe inglé, Vitomanué, tu no sabe inglé); que cantaba Bola de Nieve en los años sesenta).

¿Por que practica con entusiasmo la sociedad española esto de poner a lo loco, de forma a veces delirante,  el inglés en todas  partes? Las frases publicitarias, (I love mi whopper con queso);  nombres de las instituciones (un banco para vender seguros a las familias se dirige a la "happy family"; otro banco hace "fresh banking"). Mi opinión es que una de dos: o es un misterio insondable o es papanatismo puro.

En todo caso creo que la figura anterior da en el clavo. Veamos el caso "Andanding". Primero: si va con una imagen - que ha sustituido como imagen de modernidad y progreso a la letra impresa- mejor: aquí tenemos a un ser seguro de si mismo vestido de sombrero y con su buen par de zapatos que nos lleva al tema.

Segundo: ¿por qué hay que usar "Andanding". Por tres claras razones concatenadas: porque lo pone aquí.  Que es nuestra fe ciega en la propaganda que nos nos lleva al: porque es mejor . Y lo anterior - de modo fatal y finalmente - puede acabar conduciendo al definitivo porque sí.

Con lo cual ya el palabro se acaba haciendo carne y habitando (o habitanding) entre nosotros por muchos años. Y tu, lo flipas.

Así que ya saben: Andanding que es gerunding. Y todos Happy together de la muerte. Un mundo ideal.

lunes, 17 de abril de 2017

Clases de cálculo mecánico.... David Cruz.

El poema del joven poeta costarricense David Cruz  sobre una máquina avanzada o robot desvela interioridades y manías del artefacto junto con sensaciones ciertas de voluntad y emotividad: lo que no quiere, lo que le deprime… 


"Hermanillo robot" de andar por casa

El tono general es agradable pero nos deja cierta tensión esa mezcla de inteligencia programada  y sentimientos de la máquina del poema.  Sabemos que “la máquina no imagina una vida que no ha vivido” pero ignoramos los resultados que tendría en el test de Turing

Clases de cálculo mecánico para principiantes con Alan Turing.

La máquina no quiere pensar.
La máquina se deprime cuando ve los noticieros.
Se siente tonta cuando Kasparov la desafía.
Es fea cuando mira las revistas.
Quiere meterse en clases de esgrima,
pero no aceptan su petición porque no es ágil.

La máquina no quiere morir.
Jamás entenderá lo que es una lágrima.
No tiene militancia política.
No distingue entre carnívoros y vegetarianos
– las lechugas son rebanadas
igual que los filetes de res -.
No sabe que puede acabar con todo si se acuesta
sobre los rieles del tren.
No tiene miedo al Dios que la creó,
porque no se va a extinguir como él.

La máquina no sabe su número de serie.
Nunca le dieron su manual de uso para comprenderse.
No puede embriagarse cuando las cosas van mal.
Cuando observa una mujer hermosa no la desea.
No le gusta ir al zoológico,
ni los juegos de azar,
ni armar dinosaurios,
ni masturbarse, ni va a lecciones de quiromancia en los suburbios.

La máquina no morirá de malaria.
Sus genes no vienen enfermos.
No busca una ínsula como recompensa
por sus servicios.
No desea retirarse a cultivar vino en la Ribera del Duero.
No hará yoga en la Costa del Sol
para olvidar su pasado en un laboratorio
de Detroit o Tokio.
No cantará su cumpleaños, ni alabará a Fellini.
No recitará la canción cursi
con la que sus padres se conocieron.
La máquina no imagina una vida que no ha vivido.
Solo escarba sobre un cráter de Marte.
No sabe si se busca a si misma o nos busca a nosotros
que miramos los infografías de su misión
en el televisor de un bar,
mientras acabamos el último trago de cerveza
de este martes cualquiera.

David Cruz
(San José - Costa Rica, 1982)