El poema
del joven poeta costarricense David Cruz
sobre una máquina avanzada o robot desvela interioridades y manías del
artefacto junto con sensaciones ciertas de voluntad y emotividad: lo que no
quiere, lo que le deprime…
"Hermanillo robot" de andar por casa
El tono general es agradable pero nos deja cierta tensión
esa mezcla de inteligencia programada y
sentimientos de la máquina del poema.
Sabemos que “la máquina no imagina
una vida que no ha vivido” pero ignoramos los resultados que tendría en el
test de Turing.
Clases
de cálculo mecánico para principiantes con Alan Turing.
La
máquina no quiere pensar.
La
máquina se deprime cuando ve los noticieros.
Se
siente tonta cuando Kasparov la
desafía.
Es
fea cuando mira las revistas.
Quiere
meterse en clases de esgrima,
pero
no aceptan su petición porque no es ágil.
La
máquina no quiere morir.
Jamás
entenderá lo que es una lágrima.
No
tiene militancia política.
No
distingue entre carnívoros y vegetarianos
–
las lechugas son rebanadas
igual
que los filetes de res -.
No
sabe que puede acabar con todo si se acuesta
sobre
los rieles del tren.
No
tiene miedo al Dios que la creó,
porque
no se va a extinguir como él.
La
máquina no sabe su número de serie.
Nunca
le dieron su manual de uso para comprenderse.
No
puede embriagarse cuando las cosas van mal.
Cuando
observa una mujer hermosa no la desea.
No
le gusta ir al zoológico,
ni
los juegos de azar,
ni
armar dinosaurios,
ni
masturbarse, ni va a lecciones de quiromancia en los suburbios.
La
máquina no morirá de malaria.
Sus
genes no vienen enfermos.
No
busca una ínsula como recompensa
por
sus servicios.
No
desea retirarse a cultivar vino en la Ribera del Duero.
No
hará yoga en la Costa del Sol
para
olvidar su pasado en un laboratorio
de
Detroit o Tokio.
No
cantará su cumpleaños, ni alabará a Fellini.
No
recitará la canción cursi
con
la que sus padres se conocieron.
La
máquina no imagina una vida que no ha vivido.
Solo
escarba sobre un cráter de Marte.
No
sabe si se busca a si misma o nos busca a nosotros
que
miramos los infografías de su misión
en
el televisor de un bar,
mientras
acabamos el último trago de cerveza
de
este martes cualquiera.
David
Cruz
(San José - Costa Rica, 1982)
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