jueves, 8 de junio de 2017

Naturales, caseros, tradicionales o artesanos

Suelo asomarme periódicamente al blog El pan de nuestros días, que Francisco García Olmedo y Jaime Costa que aparece quincenalmente en Revista de Libros. Aunque es, créanme, mucho más, digamos, por simplificar, que está dedicado a la alimentación recogiendo los más variados aspectos: historia, investigación – sobre todo agronómica – normativa, mercados, etc.

El pasado 30 de mayo apareció la entrada Babelización autonómica en materia alimentaria que comienza así:

La normativa alimentaria y la investigación agronómica son responsabilidades que, en nuestra opinión, jamás debieron ser transferidas a las Autonomías. En ambos casos, la transferencia ha conducido a la ineficacia.


Se pasa a continuación a referirse a un par de ejemplos recientes de (sic) disfunciones relacionadas con el engaño alimentario. El primero es un reciente comunicado de la OCU que pone el dedo en la llaga de los productos que se ofertan como artesanos, naturales, tradicionales o caseros…pero: no son así: “ni por sus ingredientes ni por la manera de elaboración pueden considerarse naturales, caseros, tradicionales o artesanos, en contra de lo pretendido en sus etiquetas”.

Las irregularidades descubiertas se comunicaron a la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria (AECOSAN), organismo que confirmó las razones de la OCU y afirmó que el uso de esos términos era contrario a la normativa. Sin embargo, y aquí llegamos al Babel autonómico; “como la AECOSAN carece de competencias para corregir dicho incumplimiento, la OCU no ha tenido más remedio que peregrinar de Autonomía en Autonomía para denunciar los desmanes.”

España tiene – y no sólo en el sector alimentario, sino en muchos otros: en casi todos - un grave problema de control de los mercados. Está la fragmentación autonómica que impide la existencia de tamaño crítico en los grupos de funcionarios a cargo los cuales, además, en esta nueva teoría de la administración pública en España, o no pertenecen a cuerpos especiales especializados o si sí pertenecen, la teoría y práctica de la intercambiabilidad absoluta de funcionarios para desempeñar cualquier puesto aunque nada se conozca del puesto a ocupar; hacen imposible prácticamente el control de los mercados.


En todo caso, volviendo al artículo, sepan que nos encontramos en el informe OCU con alfajores, pizzas y panes que no son artesanos como dicen; canelones, croquetas, cuajadas, natillas, pastas, patatas fritas, pistos, sofritos y tomates fritos que dicen ser caseros y no lo son. Muchos dicen ser naturales, (si es que alguien sabe explicar que significa ser naturales), y tampoco lo son: caldos, purés, patés y otra vez panes. Sin olvidar la categoría “artesanos” falsos, en que nos encontramos  alubias, empanadas y tortillas.

Ya de mi cosecha, propondría una indagación de la OCU en los restaurantes, acerca del calificativo “ibérico” que se aplica a cascoporro y con alucinante desparpajo. Otrosi digo de los “pollos de corral”, en un país en que el campo está muy, muy vacío y además ya no hay corrales.

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