miércoles, 12 de julio de 2017

Las equidistancias asimétricas de Pablo Iglesias

Hoy se ha recordado masivamente a Miguel Ángel Blanco; en el vigésimo aniversario de su asesinato por la banda terrorista ETA.

En un ejercicio de equidistancia asimétrica a los que nos tiene acostumbrados, Pablo Iglesias ha pontificado (Pablo Iglesias es muy de pontificar) acerca de que no se debe recordar - colgando una pancarta - a Miguel Ángel Blanco para no crear víctimas "de primera y segunda". Por lo que nos gustaría saber el día en que van a recordar - él y sus amiguetes - a todas las víctimas de ETA. 

Aunque se que a Iglesias, sensible personaje, le parecerá grosero lo que voy a decir; pienso que habría que hacerle ver que recordar públicamente u homenajear en un día a todas las víctimas de ETA, sería poco recordar. A 829 víctimas con sus nombre y apellidos (Ver artículo en Wikipedia), no les alcanzaría ni a 2 minutos de homenaje por víctima. Llevarlas, de alguna manera, continuamente en el corazón, es otra cosa que, creo, una buena parte de los españoles ya hacemos.

En todo caso, esperamos ansiosos su anuncio. 


viernes, 7 de julio de 2017

Paisaje Urbano. Concha Méndez

Nos gustan las escritoras y poetas de la generación del 27, esas ilustres desconocidas que no llegaron a figurar en las antologías definitivas. Esas “sin sombrero”, asombro de la sociedad de su época, fueron, a la vez, testigos y protagonistas del gran cambio de su tiempo y sin ellas la historia de las letras contemporáneas no estaría completa. 


Metrópoli de Georges Grosz (1916-1917)
Museo Thyssen – Bornesmiza. Madrid.

De una de ellas, Concha Méndez, es este Paisaje urbano -  quizás el poema en castellano más relevante sobre el vertiginoso desarrollo urbano y tecnológico de los años veinte - que asume la ciudad como espacio privilegiado de la modernidad y como espacio artístico y tecnológico.

Paisaje urbano

Ya pasea la luna por las azoteas.
En las calles y avenidas los perfiles se agrandan.
En el momento lívido, que hace inclinar las hojas
las farolas encienden su luz de madrugada.

Un cielo barnizado de cemento, sostiene
entre sus anchos dedos escasas luminarias.

Por el asfalto ruedan rehilanderas de acero
con sonoros flautines de voces esmaltadas.
Se estremece un tic-tac de pasos epilépticos.
Se disparan a un tiempo cohetes de miradas.

Se juega a serpentinas a través de las lunas
de los escaparates – cintura cinemática -.
Y se ven, dominando las huestes callejeras,
policías ecuestres de ondulantes capas.
Los vastos rascacielos emanan claridades
de las ruedas Catalina y luces de Bengala,
que saltan a la calle, gozosas de perderse,
entre el rumor continuo de todas las pisadas.

Por las profundas venas, el metropolitano
veloz de puerto en puerto, acompasando escalas,
cruzando del suburbio a la gran avenida
en una eterna noche de sombras estrelladas.
Se ha tendido en lo alto, sobre las azoteas,
la etíope danzarina, dulce y desmelenada.

Concha Méndez
Madrid, 1898 – México, 1986



jueves, 6 de julio de 2017

Fe y cocina

Volviendo poco a poco al ser habitual, comienzo a leer libros rescatados. Me ha guiado, sin duda, el corazón ; y los dos primeros elegidos han sido Hora prima de Erri de Luca y La cocina cristiana de occidente de mi señor Cunqueiro.




En el primer capítulo de Hora prima nos habla de como tratar de recibir la palabra sagrada, de dejar que nos llegue; dónde se define como no creyente, pero no ateo. "No me considero ateo" -dice - "El ateo se priva de Dios, de la enorme posibilidad de admitirlo, no tanto para si mismo cuanto para los otros. Dios no es una experiencia, no es demostrable, pero la vida de los que creen en él, la comunidad de los creyentes, sí es una experiencia. No, no soy ateo. Soy uno que no cree".

En el prólogo de  La cocina cristiana de occidente, Cunqueiro plantea el plan del libro; terminando con la definitiva frase de Pedro Mourlane Michelena: "sin vino no hay cocina, pero sin cocina no hay salvación, ni en este mundo ni en el otro".




Así que uno se plantea si  debiera escribir solo de fe y de cocina. Entonces me dice el señor Colón:

- ¡Hombre, buzo!; ¿y la música, las cancioncillas y esa música elegante del Jazz?, no lo va dejar, ¿no?.
- No, casi que no, le digo.

Silencio. Colón insiste en otro tema: 

- Y lo que le gusta a Vd. la poesía, que se le ve feliz contando de poetas y de poesías.

Me deja  pensativo y vuelve la carga:

- ¿ Y las perplejidades, dónde se quedan la perplejidades?
- Oiga Colón - le digo - ¿No cree Vd. que en esos cuatro campos ye van a surgir bastantes perplejidades?
- Si, pero fuera, hay muchas más perplejidades.... y Vd. Buzo, ...¡tiene un deber que cumplir!

Y se va, como diciendo ¡Ahí queda eso!   Me quedo estando en las mismas. Pero creo que debería empezar por fe y poesía