En el número 153 del Paseo de la Castellana de Madrid permanece La Garriga, (en 1985 ya estaba allí y no sé cuanto llevaba).
Este establecimiento es un templo de bonísima y seleccionada charcutería; y de bocadillería de los productos que vende. No es un bar y todo está bueno. Deben vender, diariamente, centenares de bocadillos y pulguitas de jamón con tomate y otras tantas de más especialidades.
Este buzo, además del jamón, conserva en la memoria tres bocadillos calientes por los que iría en peregrinación. Son los de morcilla de cebolla y de butifarra blanca y paupetón con tomate.
Depués de varios años, he vuelto a La Garriga hace unas dos semanas. El paupetón con tomate y la visión de las diligentes camareras, (las mismas de siempre, por las que no parecía que hubiera pasado el tiempo), han sido lo más parecido a la experiencia "magdalena de Proust" que he tenido en los últimos tiempos.
La Garriga de nuevo. La Garriga siempre.
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