miércoles, 14 de agosto de 2019

Loor y miseria de la sandía

Entre ciclos, en este verano extraño recuerdo otros veranos de mi niñez en que los melones y sandías, (junto con, en papeles secundarios, pepinos y calabacines), eran casi la únicas frutas del verano en la casa de mis abuelos en el barrio de Cabañales de Zamora.

En una tierra prestada, mi abuelo Venancio cultivaba un melonar y casi cada tarde llegaba a la casa un cargamento. De aquellos días me quedan las sensaciones de horror a los pepinos, empacho de calabacín y cierto amor - en pequeñas dosis - por el melón.

Y qué decir de la sandía. A mi, no me gusta nada: ni la pruebo, (1); pero en casa circula a discreción y les gusta a todos. División de opiniones que se da, también, en la literatura gastronómica.

Entusiasmo de Pablo Neruda que en su poemario Odas elementales de 1954 le dedica una larga oda de la que reproducimos un fragmento (2).

Oda a la sandía
....
¡Cofre de agua, plácida
reina
de la frutería,
bodega
de la profundidad, luna
terrestre!
¡Oh pura,
en tu abundancia
se deshacen rubíes
y uno
quisiera
morderte
hundiendo
en ti
la cara,
el pelo,

el alma! 
....

Entusiasmo también de Salvador Rueda que le dedica un fastuoso poema.

La sandía

Cual si de pronto se entreabriera el día
despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada
mostró su carne roja la sandía.

Carmín incandescente parecía
la larga y deslumbrante cuchillada,
como boca encendida y desatada
en frescos borbotones de alegría.

Tajada tras tajada, señalando
las fue el hábil cuchillo separando,
vivas a la ilusión como ningunas.

Las separó la mano de repente,
y de improviso decoró la fuente
un círculo de rojas medias lunas.

En el extremo contrario podemos encontrar la opinión de Josep Pla, al que claramente, no le gusta nada. Dice:

"La sandía es insulsa, agua pura, teñida, mediocre, de sabor populachero sin ambición; una pura filfa. Quiero repetirlo: es agua convertida en tejidos vegetales sin consistencia; es una fruta que parece hecha exprofeso para ser comida por personas con una boca fenomenal, de una voracidad sin límites, una fruta cuantitativa a la escala de los personajes de Rabelais, tan gigantescos".

Todo esto lo hemos conocido en el delicioso libro Como piñones mondados de Nestor Luján, que, finalmente y de forma sabia, contemporiza

"Entre los entusiastas elogios de Pablo Neruda, ...., y los denuestos de Josep Pla, ... , está el término medio de la consideración de este fruto, que es bueno consumido fresco, pero también en confituras y arropes. Estos, a mi modo de ver, lo mejoran sensiblemente".

Notas
(1) Disculpen que, por grima, no incluya fotografías.
(2) Pueden leer el texto completo en el blog El hacedor de sueños en el siguiente enlace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario