Desde que el mes pasado releí lentamente, con calma y regodeo, “El Danubio” de Claudio Magris, me encuentro abducido por el imperio austrohúngaro. Unas cosas llevan a otras y, gracias a Magris, he llegado a Joseph Roth. Ha caído en mis manos el libro “Crónicas berlinesas” del escritor Joseph Roth, (Editorial Minúscula), recopilación de artículos escritos en el periodo que va de 1923 a 1933, en que residió en Berlín, con una intensa actividad periodística.
Judío, nacido en Brody, ciudad de Galitzia oriental, en los confines del imperio austrohúngaro, la vida y la obra de Joseph Roth, (es el mismo caso que el de Stephan Zweig), es ejemplo del drama de una generación de centroeuropeos que, nacidos al final del siglo XIX, tuvieron que vivir varias vidas difíciles y diferentes al compás de la vorágine de acontecimientos de la época. Crecido y formado en el centro del reinado del emperador Fernando José, participa como combatiente en la I Guerra Mundial. Vive después la locura de los años veinte en Berlín y es testigo del ascenso del nazismo. Tuvo vista, olfato e inteligencia y en 1933, decidió dejar Alemania estableciéndose en París.
Qué claridad mental y qué facilidad de escritura, qué talento. En el Berlín de los años veinte se estaba escribiendo el futuro del siglo XX y Joseph Roth estaba allí para contarlo. Ante nosotros desfilan los incipientes problemas del tráfico y los primeros semáforos, los grandes almacenes, las oleadas de refugiados y huidos de hambrunas, guerras y conflictos, … etc. Todo ello con una elegancia y un talento excepcionales. Vean, por ejemplo, su opinión sobre la naciente publicidad:
“Y me parece que en esta época no hay nada que no se anuncie con grandes caracteres. En eso consiste su grandeza. Tengo para mí que la tipografía se ha transformado en ideario. Lo más importante, lo menos importante y lo poco importante solo son asuntos que parecen tener más, menos o ninguna importancia. Les otorgamos valor por su imagen, no por su esencia. El acontecimiento de la semana es aquel que ha sido declarado acontecimiento de la semana gracias a la presión, al gesto y al ademán del brazo que se levanta para golpear. No hay nada que sea, todo significa. Sin embargo, ante el resplandor de un sol que se extiende implacable por el muro, por la calle, por el raíl, que se cuela por las ventanas y se refleja concentrado, multiplicado por mil, lo irrelevante hinchado se eclipsa.”
Así escribía Joseph Roth en 1921, (repito ¡en 1921!), para el Berliner Börsen Courier. El libro acaba con el artículo “El auto de fe del espíritu”, escrito a raíz de las primeras quemas de libros por los nazis, ya desde París en 1933, (donde murió en 1939), en que reflexiona sobre el antiguo régimen, sobre el nazismo y lo que se venía encima, sobre los escritores judíos y su papel y donde profetiza el horror y la guerra futura. Una lectura obligada.
Cuando en 1918 con la firma del Tratado de Versalles, con la desaparición del imperio Austrohúngaro, Sigmund Freud dijo: "Austro-Hungría no existe ya más y no quiero vivir en ninguna otra parte del mundo". Eso debió pensar también Roth, que, (en un prólogo a su movela más famosa, “La marcha Radetzky”), escribió:
"Mi experiencia más inolvidable fue la guerra y el fin de mi patria, la única que tuve: la monarquía Austrohúngara. Amaba esta patria mía que me permitía ser a la vez un patriota y un ciudadano del mundo entre todos los pueblos de Austria y también un alemán".
Un auténtico austrohúngaro. También como muchos murió siendo un apátrida. Como escribió Cabrera Infante: “Poco sabía Roth que sería un despatriado en todas partes: un apátrida —y que moriría no en Viena ni en Berlín sino en París. Murió de la muerte natural de un alcohólico: el alcoholismo.”
Sección Musical
VAINICA DOBLE
Desde que las escuché por primera vez hace ya muchos, muchísimos, años he sido fan. Creo que han sido de lo más tierno e inteligente que se ha hecho en musica pop-popular en España. Dos señoras de categoría, a su bola. Con talento y sensibilidad. Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen formaron un duo que mantuvo su actividad,de forma irregular, (grabaron 10 discos en 8 compañias diferentes), de 1971 a 2000. Minoritarias, con un fino humor, con sensibilidad, con inteligencia. Se dice que han influido mucho en cantantes posteriores de pop: Carlos, Berlanga, Los Planetas... Más tenían que haber influido.
En 2000 muere Gloria Van Aerssen. Cerrado por defunción.
Podrían ser más. Sólo os dejo cuatro joyas, cada una en su estilo. La primera es La Habanera del primer amor. Una delicia nostálgica y tierna. En segundo lugar una versión irónica del trabajo en la cocina, La cocinita mágica, con pequeñas dosis de mala leche. Las coplas del iconoclasta enamorado , "..para ti, para ti, mi amor..", son de ida y vuelta, tremendismo y amor irónico, ó ¿loco de verdad?. Para el final, Un metro cuadrado, una de las primeras canciones que grabaron, que es redonda y definitiva.
En un comentario de Youtube se dice: "Estas Vainica Doble fueron y son un regalo del cielo!". Pues eso.