Le está resultando extraño al buzo en este final de primavera de 2011, ya casi junio, el no haber disfrutado de una buena sobremesa con Lucas Hernández. Ya el año pasado tampoco hubo ocasión; pero era distinto. Todos albergábamos la esperanza de que la quimioterapia, (química en definitiva, como diría Lucas), pudiera acabar con el tumor y que el mundo siguiera girando como siempre después del susto.
De haber seguido girando el mundo como siempre, uno de estos días podríamos haber comido de menú en Don Paco o un arroz en La Barraca. Y en la sobremesa, Lucas podría habernos narrado con pelos y señales el triunfo, con puerta grande incluida, de Talavante – uno de sus toreros favoritos - en las Ventas este año y también a quien había visto y si los toros de El Ventorrillo eran buenos o no… Y le habríamos pinchado con la Unión Deportiva Salamanca: “¡Que bajan, Lucas, que a este paso se van al hoyo!”. Y moviendo la cabeza podría haber dicho: “Si es que son unos señoritos.. unos mantas”. O nos habría explicado sus últimos experimentos, o cualquier cosa que le preguntáramos: “Lucas, y eso del grafeno ¿qué es?”.
Talavante en Las Ventas. 17-05-11. (Foto Juan Pelegrín. www.las-ventas.com)
En Una pena en observación, C.S.Lewis desarrolla la idea de que el dolor está ligado a la felicidad y que, por ello, deberíamos tener en cuenta que en cada momento de felicidad es posible que esté incluido un dolor futuro. Y, a la inversa, en los momentos de dolor hay que recordar la felicidad que tuvimos en el pasado, y que, precisamente, esa felicidad que tuvimos es la que nos hace sentir el dolor.
Por eso, en el homenaje que organizó la Universidad Autónoma de Madrid el 8 de abril en memoria del Catedrático de Química Analítica que fue Lucas Hernández, hubo tanto dolor: por la bondad y sabiduría que nos fue dejando a lo largo de toda su vida.
Sí, está siendo un fin de primavera extraño sin Lucas. Seguimos doloridos, pero no olvidamos las sobremesas felices.
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