Hace ya tiempo que no seguíamos desgranando
La
primera es el considerar que los razonamientos son siempre fuentes de conocimiento:
únicos, irrepetibles. Las opiniones en cambio – como sostiene Clint Eastwood
- “son
como los culos; todo el mundo tiene uno”.
La segunda es que, si bien puede ser disculpable este comportamiento en la distancia corta: charlas de café, discusiones familiares o tomando cañas con los amigos, no es de recibo que se practique impunemente y con el más absoluto descaro por políticos y gobernantes de todos los niveles y colores; y por periodistas, tertulianos y medios de comunicación mareando y aturullando al personal que, por cierto, no se chupa el dedo.
20.-Opinión versus razonamiento
Esta causa de perplejidad se produce por dejadez, por considerar como razonamiento (fuente de conocimiento), algo que simplemente es opinión (simple emisión de palabras). Quizá de forma inconsciente tendemos a considerar una cosa por otra, bajo nuestra responsabilidad, lo "aperplejante" es que nos comportemos así, esto dice mas sobre nosotros, que sobre el resto del mundo.
La segunda es que, si bien puede ser disculpable este comportamiento en la distancia corta: charlas de café, discusiones familiares o tomando cañas con los amigos, no es de recibo que se practique impunemente y con el más absoluto descaro por políticos y gobernantes de todos los niveles y colores; y por periodistas, tertulianos y medios de comunicación mareando y aturullando al personal que, por cierto, no se chupa el dedo.
20.-Opinión versus razonamiento
Esta causa de perplejidad se produce por dejadez, por considerar como razonamiento (fuente de conocimiento), algo que simplemente es opinión (simple emisión de palabras). Quizá de forma inconsciente tendemos a considerar una cosa por otra, bajo nuestra responsabilidad, lo "aperplejante" es que nos comportemos así, esto dice mas sobre nosotros, que sobre el resto del mundo.
De la exposición "L'Emoi du Design: Diseño de Francia en Madrid".
(De la web fabiana estevez.com)
Hoy día,
todo el mundo opina, dogmatiza, es incapaz de decir “no sé”, lo cual sería lo
lógico, teniendo en cuenta que apenas tenemos grandes habilidades en aquello
que nos da de comer. ¿Por qué en las encuestas el porcentaje de no sabe/no
contesta, es minoritario, cuando debiera ser lo contrario? Quizá porque se
sobreentiende que lo que se nos pide es una simple opinión, es decir lo primero
que se nos ocurra. Esto es especialmente peligroso si se relaciona con la
democracia y la igualdad que implica. Igualdad mal entendida, ya que lo que
esto significa según la mejor doctrina es “igualdad para los iguales y
desigualdad para los desiguales”.
Por tanto para evitar este motivo de
perplejidad, hay que considerar irrelevante cualquier discurso que no esté
basado en una profunda información, acompañado de un proceso de reflexión
fundado en unas sólidas bases de análisis y razonamiento.
21.- Mito versus realidad.
Esta causa de perplejidad se produce cuando se
separan claramente la teoría y la práctica y se confunde mito con realidad.
Un ejemplo concreto está en
nuestra Constitución. Si algún alma ingenua la lee sin más, y cree que “todos
tiene derecho a una vivienda digna”, se encontrarán que en ningún sitio se dice
quien tiene el deber de proporcionarla. Se atisba que de manera mediata, será
responsabilidad de “los poderes públicos”. Por supuesto que la gente avisada
en derecho constitucional (catedráticos etc.), advierte que esto es simplemente
una declaración de voluntad, que no puede exigirse mientras no se concrete por
ley. Obviamente, nadie puede acudir a los tribunales para exigir su “vivienda
digna”.
De la exposición "L'Emoi du Design: Diseño de Francia en Madrid".
(De la web fabiana estevez.com)
Por tanto
para evitar la perplejidad, conviene atenerse a la realidad y no a las
declaraciones “míticas”.
En cuanto a esta fuente de perplejidad si dentro del concepto
de “mito”, que se confunde con la realidad, se incluyen los meros anuncios de lo
que se piensa hacer o los deseos de que algo ocurra; tenemos también
un comportamiento muy usual en la sociedad española actual. Lo describió muy
bien el lunes pasado Ignacio Camacho en su artículo El nombre de la cosa.
Profundamente nominalistas y poco
ascéticos, solemos convencernos de que el solo anuncio de las cosas, o ponerlo
en ley, lo soluciona todo. Y no. Luego
hay que trabajar, hacer y comprobar. Eso nos falta casi siempre. Acordémonos
del refrán: “una cosa es predicar y otra
dar trigo”.
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