Los efectos benéficos
de la última cumbre de finales de junio; ya saben, la del órdago de Monti y
Rajoy y de la "derrota" de Merkel, han durado poco. El jueves y el
viernes pasado la prima de riesgo volvió a dispararse y nos puso, de nuevo, en
vilo. La letra pequeña y la determinación alemana, con la ayuda de Holanda y
Finlandia, han hecho su trabajo y resulta que endosar la deuda a los bancos y
al FROB directamente, no va a ser posible en el inmediato futuro. Así que, con
el aumento seguro de la deuda, nos esperan más recortes y no vamos a ver los
brotes verde que tanto le gustaba pronosticar, en vano, a la ministra
Salgado.
Álvaro de Figueroa y Torres,
primer conde de Romanones
Es importante la reglamentación y la letra pequeña, en la que, según
se dice, se encuentra el diablo. O, como decía el conde de Romanones: "No
importa que hagan ellos la Ley, ya haremos nosotros el Reglamento".
En
el suplemento literario de EL PAIS de ayer sábado, se publicó una interesante
entrevista al escritor griego Petros Markaris, conocido internacionalmente por
las novelas protagonizadas por el policía Kostas Jarito, héroe policiaco
mediterráneo al estilo del Carvalho de Vázquez Montalbán o el Montalbano de
Camilleri. En ella, aparece una reflexión acerca de la pobreza que está volviendo
con esta crisis que no cesa. Dice Markaris:
"La gente que vivió la
posguerra conoció la pobreza absoluta y en los pueblos más. Quienes crecieron
en esa situación saben cómo enfrentarse a los problemas y nunca acabaron de
creerse el supuesto milagro por el que un país pobre se hizo rico... No tienen
miedo. Los jóvenes, en cambio, no saben lo que es la pobreza, y ahora va a
saberlos: sienten pánico...".
El buzo, que no vivió la posguerra ni
tampoco es ya joven, sí pudo ver y oír, en su infancia y de primera mano, lo
que había sido la escasez y la pobreza en su propia familia. A la vez que
también veía, a principio de la década de los sesenta, como esa pobreza iba
desapareciendo a la vez que la sociedad española iba, poco a poco, prosperando. Por
eso en estos días, viendo la situación actual y recordando el pasado, el buzo
está sintiendo, quizás sin llegar al pánico, bastante temor.
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