No se si habrán observado lo bien que viene para todo tipo de títulos y titulares las parejas o duplas de palabras bien escogidas. Acuérdense, por ejemplo, de las novelas “Orgullo y prejuicio”, “Cuerpos y Almas”... O de títulos de canciones como “Heart and Soul”, “Body and Soul”... Hay muchos ejemplos, sólo tienen que fijarse.
Ilustración de Orgullo y prejuicio. Edición de 1895.
(Wikipedia)
A este respecto, al buzo le habría gustado titular lo de hoy como “Diversidad e igualdad”, que, por otra parte suena mucho y bien para un curso de verano de los de El Escorial o de la Menéndez ; o incluso como título de un Master chulo de los que se estilan ahora. Pero no tiene más remedio que titular así, al surgir cada día noticias y hechos que muestra como las desigualdades llevan en volandas al desmadre o, viceversa, como el desmadre conduce a la perniciosa desigualdad.
Ya sabíamos cómo las autonomías lo estaban haciendo: repasen, si quieren, los tramos autonómicos del IRPF y, como no hay coto, hay en comunidades que desgravas si estás en situación de familia numerosa y en otras que no; o puedes desgravar una segunda vivienda en el “campo” de tu comunidad, cosa que no puedes hacer en la comunidad de al lado, etc. O, también, se pueden ver los catálogos de servicios sanitarios por los cuales si vives en un sitio te podrías operar por la Seguridad Social de unas cosas y en otro distinto, como diría aquel, “no podís”.
(De www.lailuminacion.com)
Pero la cosa sigue en ayuntamientos y demás, (de lo que nos enteramos menos, pues bastante tenemos ya con entender las ordenanzas actuaciones propias de las ciudades y pueblos en que vivimos). El catálogo debe de ser – es - amplio e insólito. Así nos enteramos que hay pueblos que tienen prohibida las instalaciones industriales por el “artículo 33” o que hay otro que propone plantar marihuana. Hace unos días, apareció en El País un artículo, (“Hacer las maletas no es fácil ni siquiera en crisis” de Cristina Delgado), que informaba sobre las dificultades de movilidad geográfica que se producen dentro de nuestra propia nación, en unos momentos en que dicha movilidad se hace necesaria para tratar de buscar las habichuelas allí donde se puedan ganar.
Así nos enteramos que en Mijas para acceder a una vivienda de protección oficial un mijeño con más de 5años empadronado tiene ocho puntos sobre un total de diez, lo que baja a dos puntos si sólo llevas un año empadronado. Y de que en Bilbao – la vieja ciudad liberal - el nuevo reglamento de alquiler de viviendas municipales exige tres años de empadronamiento. O que, por ejemplo, si te vas a vivir a Málaga y quieres sacarte el permiso de aparcamiento en un barrio, además del empadronamiento te van a exigir que cambies la matriculación del coche a Málaga. De locos. En pleno siglo XX.
Ordenanzas de Bilbao de 1711. Portada
Al buzo le viene a la cabeza la Edad Media en que las ciudades solían tener fueros propios que daban derechos a sus habitantes. Fueros que eran todos diferentes entre si, de manera que, es un decir, en el fuero de Villarriba estabas excusado de ir a la guerra, en el de Villabajo sí tenías que ir a la guerra, pero no tenías tal impuesto, y en el de Villapallá te fastidiabas: ibas a la guerra y tenías tal impuesto pero, ¡ah amigo!, podías criar ovejas. Así que así estaban y, a lo que parece, así estamos, condenados a unas dosis de desmadre y desigualdad francamente nocivas.
Una última perla: ¿saben que además de la nacional, en España hay 14 Reales Academias de Medicina? Son, a saber: Andalucía Oriental, Sevilla y Cadiz, Valencia, Cataluña, Salamanca y Valladolid, Cantabria, Islas Baleares, Asturias, Galicia, País Vasco, Murcia y Zaragoza. ¿No es excitante?
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