jueves, 16 de enero de 2014

Mira que luna

Mi amigo CR – que de vez en cuando me “sopla” canciones para el blog – me ha hecho uno de los mejores regalos de Navidad. Me ha hecho llegar un CD, grabado artesanalmente, de música italiana de los años sesenta y setenta, por la que, ambos, sentimos debilidad.

El CD es una mina y no me preguntéis cómo, pero tiene más de un centenar de canciones que van de Marino MariniPavarotti, pasando por todos: Mina, Celentano, Gigliola Cinquetti... “No está todo; pero casi”, me dijo cuándo le llamé para agradecerle el detalle. El buzo piensa que hay que sacarle más partido este 2014 a la música italiana, que se escucha poco.
  

Por de pronto vamos a empezar por una maravilla de título Guarda che luna, o Mira que luna, en español. La compuso Fred Buscaglione, actor de cine, cantante y showman – un auténtico crooner a la italiana – muy popular en la década de los cincuenta. Poco conocido aquí, creo que su influencia en intérpretes posteriores de estilo recitativo– como, por ejemplo, Paolo Conte - es evidente. Oigan, si no, la canción Eri piccola cossì.

Las notas iniciales de Guarda che luna, nos llevan, (son), a El claro de luna de Beethoven. Después la cosa cambia. La interpretación que hace  Buscaglione es bastante melodramática, como corresponde a una letra llena de tristeza y nostalgia por no estar al lado de la amada.

Pero mira qué luna, mira qué mar,
en esta noche sin ti quisiera morir,
porque estoy solo recordando
y quisiera poderte decir:
¡mira qué luna!, ¡mira qué mar!

(Guarda che luna, guarda che mare!)



Pero la gran versión es la que hace Marino Marini y su grupo. Aquí, Guarda che luna se suelta el pelo y se queda en ese alegre estilo inicial de la canción italiana de principios de los sesenta: marchoso, descarado y divertido que, sin embargo, conservaba un regusto y un recuerdo de la mejor música popular.

Musicalmente, se monta la canción casi exclusivamente sobre el ritmo y sonido del contrabajo con un leve apoyo de guitarra y, por supuesto, la voz solista y los coros. (Por otra parte, melódicamente, entra de lleno en las canciones italianas tipo berrea, en que después de un arpegio – que sube o baja, normalmente, una octava - se finalizan a pleno pulmón y de forma monocorde con una nota bastante larga).

De todos modos; ¡qué grande es Marino Marini! Convertía en oro todo lo que tocaba. ¡Qué gran injusticia que no tenga erigidos monumentos por doquier – tomen nota alcaldes y ediles – en plazas y bulevares!

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