Vaya por delante la enhorabuena al Real Madrid. El partido de la final tuvo
dos periodos claros. Uno hasta el minuto 60 en que el Atlético de Madrid ganaba
y dominaba la situación; y otro a partir de ese momento, tras los cambios de Marcelo
y Xisco, en que el Real Madrid empezó a funcionar y a dominar el partido, que
ganó en la prórroga. Lo dicho; enhorabuena.
Y dada la enhorabuena dos veces,
hechos.
Un descuento muy largo para haber tenido un segundo tiempo sin lesiones ni asistencias,
tanganas o espontáneos en pelota lanzados al campo. ¡5 minutos! Habría que encontrar algo semejante, lo que les invito a intentar en esta misma Champions de 2014 que
nos ocupa. (A este buzo le recordó un partido de rugby entre los juveniles de
La Moraleja y el Olímpico de Pozuelo en Alcobendas, en que el árbitro dejó seguir
el juego hasta que hizo ensayo La Moraleja y en ese momento, cinco minutos más
tarde de lo que tendría que haber sido, acabó el partido). En este punto
también, el gol de Ramos se celebró con largueza, sin prisas, (y con
espontáneos de la grada; lo que consultado con madridistas, es normal por el
alegrón que tenía Xabi Alonso. Menos mal que no bajaron el campo los 20.000 o más madridistas que había en el campo). Después al árbitro le entraron las
prisas y cerró el partido con posesión rojiblanca cerca del área del Real.
Un presidente hooligan. Ahí vimos a Pérez dando saltos y gritos como loco,
(a lo que se unió Aznar). Lo que no hizo, por cierto, Cerezo que ni se abalanzó
a la reina Sofía, ni saltó ni pegó gritos; apretó el culo y se comió la ansiedad
y los nervios. Si quieren ser hooligans, y no esos personajes importantes y
representativos que habitan los palcos, que se vayan a la grada con bufanda y
bubuzuelas.
Un ganador fácil y chulesco. Cristiano Ronaldo se empeñó en lanzar un penalti
probablemente inexistente y, en todo caso, ya con 3-1 y en el minuto 119, innecesario.
Pues bien, en ese punto, y sin haber hecho prácticamente nada en todo el
partido, se quitó la camiseta, hizo
posturitas de halterofilia y gritó y celebró como si hubiera metido el “gol del
siglo” de Maradona en la semifinal del mundial de 1986 frente a Inglaterra. Le
faltó juego y le sobró arrogancia. Y como en un equipo maleducado los jóvenes
aprenden de sus mayores la falta de decoro y la mala educación, todo acabó con
un balonazo de Varane al banquillo del Atlético de Madrid, que cerró el
partido.
Noble y bélico adalid,
caballero del honor.
caballero del honor.
dice el himno del Real Madrid, que quizás deberían pensar en
cambiar, a la vista de estos comportamientos tirando a impresentables que hacen
dudar de que el Real Madrid, o al menos algunos madridistas señalados, sepan
ganar. Y es que la vida es una cuestión de estilo, (de buen estilo, se entiende), que en la victoria del Real Madrid
brilló por su ausencia.
Por lo demás, como dijo al final el Cholo para todos los atléticos : "Este partido no merece una lágrima". Se puede ganar de distinta manera: estaremos ahí.
Notas
- Después de escribir esta entrada me encuentro el artículo de Marca en que se informa del disgusto atlético con el comportamiento de Pérez, Ronaldo y Varane. Veo que coincido.
- Dos crónicas interesantes en estilos diferentes son las que han publicado, en El Mundo, Radomir Antic: Cuando el físico falla - visión de entrenador - y Rubén Amón: ¿Sí se puede?, que es otro estilo más incisivo, de hincha ilustrado.
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