En el siglo XIX
la presencia de la ciencia en la poesía se convierte en algo no habitual, pero
sí relativamente frecuente. Por ello no es extraño que imágenes de la ciencia y
la tecnología comiencen a aparecer en el género lírico nacional por excelencia,
la zarzuela. Así sucede en la primera escena de La verbena de la paloma, de Ricardo
de la Vega y Tomás Bretón, en
que la ciencia surge risueña e imponente, cuando Don Hilarión, el boticario, y su amigo Don Sebastián proclaman, en estribillo cantado - que se ha
convertido en frase hecha en el idioma castellano, lo de “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”.
La Verbena
de la Paloma. Cuadro
primero
Don
Hilarión y Don Sebastián aparecen sentados a la
puerta de la botica. Los porteros de la casa también toman el fresco sentados.
La portera tiene en la falda un niño pequeño dormido. La Buñolería está llena
de gente y hay mucha animación. A la puerta de la taberna juegan al tute, en
una mesa pequeña y sentados en
banquetas, el tabernero y dos amigos suyos mozos de chapa. La tabernera les
sirve de cuando en cuando unas medias copas. Julián, sentado en una silla baja y arrimado a la pared de la
taberna suspira y se lamenta.
Escena
nº 1. Parlante y escena. Introducción
Don Hilarión (DH)
El
aceite de ricino
ya no es
malo de tomar.
Don Sebastián (DS) (Hablado)
¿Pues cómo?
DH
Se
administra en pildoritas
y el
efecto es siempre igual.
ESTRIBILLO
DS
¡Hoy las
ciencias adelantan
que es
una barbaridad!
DH
¡Es una
brutalidad!
DS
¡Es una
bestialidad!
…..
DH
La
limonada purgante
no la
pide nadie ya.
DS
Como que
esa limonada
ya no
sirve para “na”.
Es lo
mismo que un refresco
de
naranja o de “cebá”.
DH
Pues por
eso justamente
ya no es
ni chicha
ni “limoná”.
DS (Hablado.)
Eso digo yo.
(Cantando.)
Pero el
agua de Loeches
es un
bálsamo eficaz.
DH
Hoy la
ciencia lo registra
como muy
perjudicial.
DS (Hablado.)
¡Agua de Loeches!
DH
¡Muy mala!
DS
Pero hombre….
DH
¡Muy perjudicial!
ESTRIBILLO
…..
DH
El calor
que hace esta noche
sí que
es una atrocidad.
(Abanicándose.)
DS
¡Y yo
tengo a todas horas
la
cabeza tan “sudá”!
DH
Eso es
bueno y conveniente,
mi señor
Don Sebastián.
DS
¡Quién
dirá que esta camisa
me la
acaban de planchar!
DH (Hablado.)
¡Esa camisa!
DS
¡Sí, señor!
DH
¡No lo diría nadie!
(Cantando.)
Pero… he
leído que el que suda
vence
toda enfermedad.
DS (Hablado.)
¿Qué me dice usted?
DH
No hay cosa mejor.
DS
¡Pues no lo sabía!
DH
Sí, lo acaban de descubrir
ESTRIBILLO. FIN.
Ricardo de la Vega (Madrid, 1839 - Ibidem, 1910)
Ricardo de la Vega (Madrid, 1839 - Ibidem, 1910)
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