Leí la noticia el viernes:
Un juzgado de A Coruña declara que el exasesor
jurídico “litigó con temeridad” al pedir 140 millones por usar su firma una vez
jubilado.
Y es que el BBVA usó durante algunos años, para acreditar deudas, la firma electrónica
de un empleado al que había prejubilado. El exempleado lo denunció y porque la cosa
“había caducado” - ¡hay que ver el intríngulis de cuando caducan o no; o
resucitan o mueren, las cosas de la justicia en España! - y porque había
demandado por mucho dinero, el fallo del juzgado ha sido que el ex empleado no
tiene razón y tiene que pagar las costas del proceso: 7 millones de euros.
El banco dice que la cosa había caducado, que sólo
había utilizado la firma – por error – en 4.385 certificaciones y que además: “ha negado el perjuicio que denuncia su
exempleado porque ninguno de los morosos a los que se certificó deuda en
su nombre se ha querellado contra él” (¡¡!!).
¡Ah! Y la cantidad que reclamó el extrabajador al
banco llevó al juez a advertir al demandante sobre las graves consecuencias que
tendría para su bolsillo perder el pleito, debido a las desorbitadas costas que
se derivarían del procedimiento. “Es
probable que quede hundido económicamente para toda su vida”, le había
alertado el titular del juzgado.
Varias cosas. El paso del tiempo. Parece que había
caducado el tiempo; pero ¿qué tiempo?: ¿Desde que empezaron a usar la firma o
desde que se enteró el demandante? Este tipo de procesos ¿tiene fechas de
caducidad?
Otra cuestión: las costas del proceso ¿no deben ser los
costes del proceso? Porque aquí, los costes del proceso no parece que hayan
sido ni por asomo los 7 millones de euros que ahora se le adjudican al
demandante.
Finalmente las explicaciones del banco son de aurora
boreal y no hay por dónde cogerlas: ha sido un error, “sólo 4.385 veces” y
además - ¡de que se queja si no lo ha demandado nadie! El BBVA es el segundo
banco del país.
He tardado
algún día en digerirla. Incluso creía que iba para la típica noticia “atragantada”
que iba a dejar irse, tras la perplejidad inicial.
Pero resulta que hoy el servicio de estudios del BBVA -
que creo que se llama ahora BBVA Research que es mucho más moderno - ha salido, como a menudo acostumbra, a dar
lecciones al personal. En concreto, hoy han recomendado a los empresarios que
hagan contratos fijos porque aumentarán con ello la productividad.
Lo que me ha llevado a volver a la noticia. Y uno
piensa en el refrán “Consejos vendo y para mí no tengo”, que según el Centro Virtual
Cervantes se usa para recriminar a quien da consejos a los demás, pero no
los toma para sí o no sabe resolver sus propios problemas.
Eso, o a lo mejor estamos ante la experimentación de
una nueva forma de relación laboral de contrato fijo – una vez jubilado el
trabajador - o quien sabe si una nueva forma de jubilación cuyas virtudes no acabamos de ver claras.
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