El
primer verso de Metal caliente nos lleva
en volandas a las míticas edades sucesivas del cobre, del bronce, etc. que, en
las viejas escuelas infantiles, enseñaban a considerar la prehistoria y, por
tanto, el mundo en periodos míticos que, a través de la aparición y el uso de
nuevos metales, marcaban el lento progreso de la humanidad.
Leopoldo de Luis
(web de la Universidad Carlos III de Madrid)
Pronto vamos viendo
como los metales, en el poema de Leopoldo de Luis, del que en estos días se cumple el duodécimo aniversario de su fallecimiento, constituyen imágenes y material poético
para describir un triste panorama; el del verano y otoño de 1936 en España y la
guerra civil.
Metal
caliente
Brilló
entones la edad de los metales
bajo
el sol rojo y alto.
El
bronce se hizo sombra, el hierro grito
y
el plomo espesa lengua del verano.
Tembló
la plata, el oro
improvisó
un otoño de desmayos,
duplicó
el cobre su veneno verde
y
en el acero el viento se vio pálido.
Saltó
una mineral tormenta como
un
vendaval de hierro desatado.
Las
viejas armaduras deshicieron
su
historia. Los soldados
de
plomo perecían en defensa
de
sus inmóviles caballos.
Las
campanas doblaban por vez última.
Salieron
de su alvéolo los clavos,
y
las sillas del parque sus tijeras
estrepitosamente
replegaron.
Brilló
la edad de los metales. Bronce,
cobre,
cinc, hierro, acero, estaño.
Largas
hojas sonaron al sol vivo
extendidas
alzadas como manos
agitadas
y rojas
por
la sangre de hermanos.
Leopoldo de Luis