De entre su estimable obra, el poema El Aeronauta lleva al mundo de la fábula - que vemos normalmente protagonizada por animales - un artefacto tecnológico: el globo aerostático inventado por los hermanos Montgolfier en 1783 y que llegó a España unos diez años más tarde.
El Aeronauta
Rompe el Aeronauta
las ligaduras fuertes
que el ímpetu furioso
del Montgolfier detienen,
y ciego de locura
con él en los espacios va a cernerse.
Al verse a cierta altura,
más su osadía crece
y arroja temerario todo el lastre
y hasta los cielos escalar pretende.
¡Quimérica ilusión! A poco rato
¿Sabéis lo que sucede?
Que el leve gas que daba vida al globo,
fugaz se desvanece,
y con frecuencia el hombre en su caída
halla segura muerte.
¿Verdad que al ambicioso
también el argonauta se parece?
Entrambos buscan siempre las alturas,
y entrambos elevándose se pierden.
Felipe Jacinto Sala. (Barcelona, 1819-1895)
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