domingo, 3 de febrero de 2019

El cocido. Gabriel Celaya.

Ollas y cocidos


Ollas y cocidos han sido objeto preferente de poetas y literatos que le han dedicado bastantes poemas a este plato con diversos enfoques; atendiendo a sus variedades regionales o a otras cuestiones. Vamos a dedicar a ello, en este 2019, algunas entradas al asunto.  Saldrán según se nos vaya ocurriendo; a nuestro ritmo pero siempre con todo el cariño y nuestra mejor dedicación.


El cocido... ¿Quien lo hace?

Acostumbrados a una cierta tradición castiza asociada la literatura sobre el cocido sorprende, en principio, que Gabriel Celaya, uno de los máximos representantes de la poesía social española, que acompañó nuestras vidas durante la segunda mitad del siglo XX, le dedicara un notable poema.



Gabriel Celaya 
(Alberto Schommer en Wikipedia Commons)

En el poema, por  un lado, se respira esa bohemia y ambiente de los escritores e intelectuales contestatarios de la época:

"Se discuten principios...
Se afilan las ideas. Se vuelve y se revuelve
lo que sí, lo que no, lo que creo yo..."

Pero el poeta advierte que hay que seguir con los pies en la tierra. ¿Y cómo lo hace? Preguntándose quién hará el cocido cotidiano.

"...Se da por sabido

que uno, al llegar a casa, tendrá su cocido.
Y de dónde sale?"

Y es que el cocido, hasta más que mediado el siglo XX, se comía prácticamente todos los días en las casas de muchas regiones españolas.

A veces hasta la saciedad. Como la de mi cuñado que estudiaba bachillerato interno lejos de su casa y que, cuando volvía en las vacaciones al pueblo, interrogaba a su madre a diario: "Hoy ¿qué hay de comer?; ¿comida o cocido?". Casi siempre la contestación era cocido por lo que, según ha confesado, lo llegó a aborrecer.

Mientras tanto en el poema, la discusión y los principios llegan hasta a la casa a la hora de comer. Y la gran pregunta: "Y el cocido, ¿quién lo hace?"

EL COCIDO

Se discuten principios. Se da por sabido
que uno, al llegar a casa, tendrá su cocido.
Y de dónde sale?

Se afilan las ideas. Se vuelve y se revuelve
lo que sí, lo que no, lo que creo yo.

Y encima, dale,
cuando uno vuelve a casa sigue en la discusión,
y le dice a su mujer: «¿No tenía razón?»
Y el cocido, ¿quién lo hace?

Gabriel Celaya. (Hernani, Guipúzcoa, 1911 - Madrid, 1991).

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