Vista de La Alhambra (Wikipedia)
Suelo empatizar muy fácilmente con todas las ciudades a las que voy, de forma y manera que siempre pienso que me gustaría quedarme más tiempo y vivir en ellas. Y Granada no podía ser menos ya que es tan bella, tan especial y sorprendente que te gana el corazón de forma inmediata y más, si se cuenta con los amigos Coro y Juan como guías y anfitriones; este último granaíno ejerciente, ilustre cicerone y sabio en rincones y lugares, a los que te lleva y te explica el sentido y sentimiento de los mismos.
Está, primero, el espectáculo de los contrastes geográficos y urbanísticos: laderas del Albaicín, colina de la Sabika con el Generalife y la Alhambra, riveras del Genil y del Darro - cubierto, desde la iglesia de San Gily Santa Ana, en la ciudad nueva -, la llanura de la Huerta y ... sierra Nevada al fondo.
Iglesia de Santo Domingo (Wikipedia)
¿Qué elegir? Todo, sin duda.
Y es que yo creo que Granada es, al final, la ciudad de los magníficos rincones preferidos de cada cual que va y la conoce: la luz en una media mañana soleada subiendo, desde el Realejo, por la calle San Matías; la vista total desde la torre de la Vela al pie de la campana; el jardín del Carmen de los Geranios de Max Moreau, la Alhambra de noche desde el mirador de Las Tomasas; patio de la casa de Zafra; el escaparate de la pastelería López Mezquita...
Carrera del Darro (Wikipedia)
Y, por esta vez, basta. Ya contaremos más.