martes, 30 de junio de 2015

Cosas del verano

En estos días de tantísimo calor en el inicio del verano, los suelos de los vagones del Metro están llenos de pies femeninos al aire, calzados con gran variedad de chancletas y sandalias con los diseños, colores y formas más diversos. Una gran mayoría de mujeres lleva estos calzados y son raros los zapatos que cubren el pie. Afortunadamente no ocurre lo mismo con los pies del género masculino que, francamente, son más desagradables de ver.


Reconozco quedarme embobado mirando la variedad de pies y sandalias. Pero, pronto, levanto la vista y miro al techo del vagón, acordándome de la desaforada reacción de Seymour Glass, vestido de albornoz y con los pies en chanclas, al interpretar que otra pasajera, que mira hacia el suelo del ascensor, le está observando fijamente los pies.

—Si quiere mirarme los pies, dígalo—dijo el joven—. Pero, maldita sea, no trate de hacerlo con tanto disimulo.
—Déjeme salir, por favor—dijo rápidamente la mujer a la ascensorista.
Cuando se abrieron las puertas, la mujer salió sin mirar hacia atrás.


Está de vacaciones en Florida con su mujer, Muriel, y va camino de su habitación (la 507) en el hotel. Falta poco para su suicidio en el relato Un día perfecto para el pez plátano de J. D. Salinger.

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