Como habrán podido observar, el buzo comenta a menudo la perplejidad que
le producen las noticias sobre, para, por, según, si, so, sobre, tras… la
justicia española. Hace unos días, en Puñaladitas, traíamos el caso del fiscal, que en un
homicidio con treinta puñaladas, no observaba saña. Anteayer, nos topábamos con
el caso del “niño Sáez”; un individuo
que, con 39 antecedentes policiales la mayoría de robos con fuerza en todas sus modalidades - desde butrones
hasta alunizajes, volvió a ser puesto en
libertad el sábado pasado, a las 72 horas de ser detenido por intentar robar
una joyería en Madrid. Otras veces se trata de procesos que se alargan años y
años. Por ejemplo, en Zamora, en la sala de lo penal, se están señalando juicios
para dentro de dos años. O las anulaciones o las repeticiones de los juicios. La perplejidad jurídica del buzo.
Álvaro Delgado-Gal ha escrito un
interesante artículo al respecto en el que reflexiona sobre las actuaciones y el oficio de los jueces, y sobre
lo que el público en general confía y espera de ellos. Acaba así.
¿Y si los jueces, con una
frecuencia alta, fallan sentencias que nadie comprende? Entonces se debilita la
justicia, no sólo por no ser justa, sino porque dejará de contar con el apoyo
de los ciudadanos. El Estado de derecho entra en decadencia, y pasamos a otras
cosas, por lo común desagradables.
Cuando se afirma, y se afirma
constantemente, que la justicia es un desastre en España, se está diciendo algo
tremendo. Algo mucho más preciso que cuando se habla, sin más, de la decadencia
de la democracia. O siendo exactos: se está formulando una de las premisas que
destruyen la democracia. El horno no está para bollos. Dicho sea sin ánimo
alguno de prejuzgar cómo deben ser tratados Bárcenas o Urdangarín. Deben ser
tratados, faltaba más, con todas las de la ley. Ni un punto arriba, ni un punto
abajo.
Si sufren a menudo, como le ocurre a este buzo, de perplejidad jurídica, les recomiendo que lo lean. Su título es Estado de derecho y justicia popular y se encuentra - como blog - en Revista de libros, que ha perdido su formato papel y continúa en edición electrónica.
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