El País Semanal del 1 de marzo, nos obsequia con una estupenda entrevista realizada por Anatxu Zabalbeascoa a Deyan Sudjic, un personaje de auténtica
categoría. Este intelectual europeo, nacido
en Reino Unido, de padres que emigraron desde Yugoslavia, sostiene que su
autobiografía le ha servido para relatar sus múltiples reinvenciones.
Arquitecto y profesor de arquitectura, periodista y director del Museo de
Diseño de Londres desde 2006. De pensamiento amplio y penetrante, su capacidad
de análisis es extraordinaria, descubriendo con sus intuiciones y opiniones parcelas
diversas y distintas de la realidad, que interconecta iluminando y haciendo
clara la realidad que nos rodea.
Museo de Diseño de Londres (flickr.com)
Como muestra de lo anterior, al comentario de la
entrevistadora y pregunta consiguiente: “El
paso de lo analógico a lo digital está transformando nuestros rituales
cotidianos. ¿Qué vamos a ver cambiar?”; (yendo varios pasos por delante y pasando de
hablar de los móviles el internet y la telefonía, que sería lo obvio), contesta:
Si fuera estudiante de
Medicina, estaría nervioso. La digitalización y la robótica van a llegar allí.
Tras la música, la edición, el diseño… les ha llegado el turno. Mi cardiólogo
cambió de profesión. Se convirtió en dermatólogo. Cuando le pregunté por qué,
me contestó que la medicina en su antiguo campo se había convertido en algo tan
mecánico que el contacto con el paciente estaba desapareciendo.
Aviso a navegantes que ya podemos comprobar a diario. Hoy
mismo he ido a una consulta médica en hospital. El doctor me ha hablado y mirado lo justo; atareado como estaba en mirar el ordenador, teclear y recuperar
mi historial médico: otras consultas anteriores de otros servicios, resultados
de análisis y pruebas, etc.; preguntarme de vez en cuando, volviendo a anotar…
He salido de allí con los análisis encargados y la próxima cita puesta. Y todo
ello, ya almacenado en el gran magma informático en que, posiblemente para bien,
se esté convirtiendo la relación médico-paciente. Tal y como lo había intuido
Sudjic.
Pienso que hay déficit de personajes como Deyan Sudjic y debemos aprovecharlos: son vitales y absolutamente necesarios para comprender mejor este movido, confuso e incomparable mundo actual.
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