Mejorando otras noticias que la actualidad nos ha traído en lo
últimos días, a este buzo lo que le tiene ligeramente inquieto y preocupados es lo del bioma o biota
que, según nos hemos enterado recientemente, llevamos todos encima.
Colonia de Escherichia coli, una bacteria fecal.(EL País)
Para mí, la primera noticia sobre el bioma llegó de la mano del
profesor García Olmedo en noviembre del año pasado en la entrada El hombre y sus microbiomas de su blog Ciencia al alioli y tengo que confesar
que me impactó. Se preguntaba si no habría que reformular la frase orteguiana
de “el hombre y sus circunstancias”. Decía:
Lo de «yo y mis
circunstancias» podría cambiarse por «mi ADN y el de los que habitan en mí», ya
que estos seres me acompañan a todas partes sin que pueda sacudírmelos. No es
cuestión de postular a ese conjunto de seres vivos, nuestro microbioma, como
sede del alma, aunque sus componentes sean también inmortales por su capacidad
de reproducirse de forma indefinida, pero sí puede afirmarse que afectan de
modo importante a nuestras vidas, a los momentos de bienestar y a los de
malestar.
Saber que, por ejemplo, nuestra piel está habitada, en según que partes, por hasta diez
millones de bacterias por centímetro cuadrado, marea y da bastante vértigo. Y
más teniendo en cuenta que como se seguía contando en el artículo (sic) Muchas de estas bacterias no son meros transeúntes, sino rústicos
lugareños, adaptados a resistir las inclemencias de cada lugar: erosión de la
capa superficial de células, las defensas antimicrobianas del huésped, la
sequía, la irradiación ultravioleta, los jabones y los detergentes.
Después seguía con los organismos
pulmonares y los centenares de bacterias que, en la respiración, entran y
salen continuamente y, por fin, con el repertorio de pobladores del aparato
digestivo, influido por influido por la
constitución genética del huésped, la edad, el estilo de vida y la situación
geográfica.
Población de bichos en el aparato
digestivo que forma parte de
nuestra herencia extragenómica. Heredamos, por ejemplo, una cepa concreta
de Helicobacter pylori, hasta el
punto de que dicha circunstancia permite dirimir problemas de identificación de
antecesores.
Y hace una semana en EL PAÍS, esta temática se describe más gráfica y descarnadamente con con el titular Cada persona alberga un kilo de bacterias del artículo de Emilio de Benito cuya lectura recomiendo vivamente.
Porque no es lo mismo que te hablen de millones de bacterias que - pobrecicas mías - te las imaginas diminutas y no dejan de parecerte fruslerías; que te hablen del kilo y pico de bacterias que es lo que pesa, mas o menos, el cerebro o una carrillera de ternera de buen tamaño. Y esto ya son palabras mayores.
Oiremos hablar en los próximos meses de nuestros biotas, ya lo verán. Yo mientras tanto, les aseguro hay canciones que, a partir de ahora, tendrán otro significado para mi y me acordare de mi bioma ipso facto. Por ejemplo, Yo quiero tener un millón de amigos de Roberto Carlos; o Hay un amigo en mi de Toy Story.
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