En Rocío encontramos una de las joyas del
repertorio de la canción española, uno de los títulos más destacados de la edad de oro de la copla que
transcurrió desde mediados de los años veinte hasta el inicio de la guerra
civil española.
Compuesta
en 1932 fue, al parecer, la primera colaboración entre el poeta y letrista Rafael de León y el músico Manuel López Quiroga. Fructífera
colaboración que duró más de dos décadas, (en pareja o en trío junto con el
dramaturgo Antonio Quintero), y que
produjo más de 1000 obras.
Rafael de Leon (Wikipedia)
Rocío tuvo un gran éxito. Fue una de las canciones más populares,
en ambos bandos, de la guerra civil; si
bien en alguna crónica se resalta que el bando republicano se apreciaba en la
letra el drama del abandono de Rocío, engañada por un señorito que,
obviamente se asociaba al bando nacional.
Se
alejó el mocito de la vera mía,
fue
mentira todo lo que me juró
y
mis ojos lloran tras la celosía
por
aquel cariño que se marchitó.
En
esos años iniciales destacan dos versiones: la muy flamenca con guitarra y voz
solamente de Canalejas del Puerto, que suena naif y potentísima: brutal; y la elegante versión de Imperio Argentina, con acompañamiento de guitarras muy a la porteña, que puso al tema en el repertorio de copla y se convirtió en modelo de interpretación vocal.
Las dos letras de Rocío
Rocío
tiene dos letras. Las dos firmadas por Rafael de León. En una de ellas, en la
segunda parte de la copla, Rocío se ve seducida y abandonada, y se barrunta
cierta oscuridad en cuanto a su situación vital.
Se
alejó el mocito de la vera mía,
fue
mentira todo lo que me juró
y
mis ojos lloran tras la celosía
por
aquel cariño que se marchito.
Ayer
por la tarde hablando en su oído
con
otra del brazo le he visto pasar;
me
ha vuelto la cara, no se ha conmovido,
pero
estoy segura que me vio llorar…
Es la letra que oímos en las
versiones de Canalejas
del Puerto Real y, la ya más moderna - pero también redonda y
poderosa – de Rocío Jurado.
En la otra versión de la letra – que posiblemente coincide con la versión de Imperio Argentina - se conserva
afortunadamente el inmortal estribillo:
Imperio Argentina (Wikipedia)
La estrofa inicial cambia y en los
primeros versos surge esa magnífica y más que típica estampa andaluza:
De
Sevilla un patio "salpicao" de flores,
una
fuente en medio con un surtidor,
rosas
y claveles de todos colores,
que
no los soñaba mejor ni un pintor...
En la
segunda parte de la nueva letra, Rocío está “arrecogía” en un convento, a
donde la condujo la seducción del malvado señorito.
Ahora
es otro el patio "salpicao" de rosas,
patio
de las monjas de la "Cariá",
donde
hasta la fuente llora silenciosa,
la
canción amarga de su soledad.
Regando
las flores hay una monjita
que
como ella tiene carita de flor,
y
que se parece a aquella mocita,
que
tras la cancela, le hablaba de amor.
Es la letra de las versiones
de Imperio Argentina, de la suelta y fácil interpretación de Carlos Cano y de la de Miguel Poveda, una de las últimas
realizadas.
Rocío
en La prima Angélica de Carlos Saura
En la década de los setenta Carlos
Saura realizó tres películas seguidas: El
jardín de las delicias (1970), La
prima Angélica (1973) y Cría cuervos
(1975) en las que se mostraban los efectos del pasado, con guerra civil
incluida, en el presente combinando los aspectos sociológicos e históricos con
la introspección individual de los protagonistas.
Las tres películas comparten
un procedimiento narrativo consistente
en mantener la apariencia actual de un personaje en el pasado, técnica que
tiene una importancia central para el desarrollo narrativo de La prima Angélica, en que prácticamente
de forma continua José Luis López
Vázquez pasaba de interpretar, de forma magistral, el niño que fue en la
guerra civil y el adulto de los años setenta.
Desde el punto de vista
musical en las tres películas hay una contraposición de las músicas del pasado
con las del presente. En La prima
Angélica el presente musical viene dado por una intranscendente canción dabadadá, Change it All de The Friends
Band Co. y la copla que representa el pasado y sus recuerdos es Rocío, en la interpretación de Imperio Argentina que resulta una de
las piedras angulares de la película.
Desde luego, lo merece pues
es, digamos, una de las tres coplas más grandes.
Rocío,
ay, mi Rocío,
manojito
de claveles
capullito
florecío;
de
pensar en tus quereres
voy
a perder sentío.
Porque
te quiero, mi vida,
como
nadie te ha querido.
Rocío,
ay, mi Rocío.
Y si fuera por el estribillo: la más grande, sin duda.