miércoles, 25 de abril de 2018

Artimética amarilla. Gabino-Alejandro Carriedo.

En estos inicios de la tardía primavera de 2018, con toda clase de líos desparramados por doquier,  hasta las matemáticas se han vuelto un poco locas y la aritmética se ha puesto amarilla. 


Carriedo entre Federico Muelas (izda) y Ángel Crespo (dcha)

Una de las categorías clásicas de la poesía de contenido científico es el uso metafórico, simbólico o de imágenes de los números dentro de los poemas. A esa categoría pertenece Aritmética amarilla del poeta palentino Gabino-Alejandro Carriedo, uno de los poetas más valiosos, insólitos y secretos de la segunda mitad del siglo veinte.

Aritmética amarilla

10 + 12, 24
es lo matemático.
10+2, 22
es lo que dice Dios.
10 + 1, 21 es lo que dice ninguno.
10 + 0 es el número primero
después de 9, que es número
par, que es número
múltiplo de 9,
múltiplo del número de nieve,
y así que le quitas 2
es múltiplo de 7,
así que le quitas 3
es número 6,
y así que le quitas 4
es número de teatro,
5 para todos menos para mí,
puesto que para mí es 3,
que es lo que dice el ciempiés;
es 2,
que es lo que dice Dios;
es 1,
que es lo que dice ninguno.

Gabino Alejandro Carriedo. 
(Palencia, 1923 – San Sebastián de los Reyes, 1981).




De excursión con Sursuncorda. Aperitivo.

En Navas de Oro

Habíamos quedado en encontrarnos en Navas de Oro a la hora del aperitivo antes de la comida en el merendero TerencioNo sin trabajo, (baste con decir que para llegar a Navas de Oro tuvimos que salir del pueblo y volver a entrar), acabamos llegando, todavía después de alguna indagación adicional, a la Plaza Mayor. 




Escudo heráldico de Navas de Oro

Mientras Mª Cruz e Inma fueron a buscar el móvil de José al coche, entramos, en adelanto en el mesón Plaza Mayor. Muy limpio con una barra de pinchos no muy espectacular pero lucida. José me comento la afición en estos pueblos de comer estómagos de cerdo y los pedimos. Su nombre de guerra es cuajos (o cuajares). 

Los servían simplemente cocidos y fríos, con sal al gusto. Gustosos y con una especial textura (como toda casquería) pero sosos. Con un chorreton de aceite y pimentón o con un adobadito de matanza y un pase posterior por la plancha habrían estado mejor. Esto último fue lo que Pepi comentó que hacía ella con los cuajos. 

Después aparecieron Pajares y Pepi con Juanma y Loli y volvimos, ya todos, al asunto, con vinos verdejos, tintos de rivera y mas tapas: bacalao y gambas gabardina (buenos rebozados) y más cuajo. Pajares, José y Juanma recordaban, entre risas, sus andanzas de dulzaineros en la fiesta de San Cristobal del 10 de julio de este pueblo, con el multitudinario desfile de los camioneros y de los  camiones y de las bendiciones del cura del lugar.




El bar San-Bal

Después fuimos al San-Bal que es bar, restaurante y discoteca al tiempo, donde tomamos una oreja rebozada extraordinaria. Tajada grande sobre pan; rebozada con buen aceite y muy melosa. Me recordaba las tapas de lo mismo y de morro de Toro.

Despidiéndonos del San-Bal, con ello en el cuerpo y mejor que llegamos, dejamos Navas de Oro fuimos camino de Samboal, al encuentro del río Pirón, donde nos esperaban, en el merendero de Terencio, unos parros asados y el resto de la tropa Sursuncorda.




jueves, 12 de abril de 2018

Friso ultraísta. Guillermo de Torre.

Desde sus inicios, el cine y sus actores y argumentos han sido,  frecuentemente, tema y  objeto de la poesía. Además en muchos de los poemas pioneros en su contenido cinematográfico abundan referencias a las nuevas tecnologías que incorporaba el que luego se llamó séptimo arte: cinemática y óptica, sobre todo, pero también electricidad, megnetismo, química, etc. 


Un ejemplo de ello es el poema Friso ultraísta de Guillermo de Torre en que la “pantalla cinemática” provoca reacciones, sensaciones y neologismos ultraístas.


Friso ultraísta

Un clamor concéntrico,
estremece a los espectadores,
de nervios velivolantes,
y en el vértice multiédrico
del lumínico haz triangular,
se refractan miles de miradas dardeantes.

¡Oh el vibrar multánime de la pantalla cinemática!

Cabalgata de figuras adamitas
posesas del vértigo giróvago,                                    ANTENAS
en las praderas equinocciales

Horizontes paróxicos.
Subterráneas locomotoras.
LLAMARADAS                                               Constelaciones de aviones.
Sierpes de automóviles.
Ramilletes de hélices.

¡OH EL INEFABLE VÉRTIGO VIBRACIONISTA!

Interferencias de gestos antagónicos,
pasiones auríferas
     y complots sangrientos.
¡HURRA POR EL                                               ¡Un haz de fibras convulsivas
                    FILM                                           culmina en vértigo dinámico
          NORTEAMERICANO!                       la epopeya de la objetividad!...

Franjas multicromas se expanden:         (A un ángulo penumbroso
Persecuciones. Incendios.                           la incolora delicuescencia
Tiros. Salvamentos.                                     – besos, trucos y claro de luna –
del film italo y francés.)

El simultaneismo accional
                                            multiplica las diplopías.
CARAVANA                             
CINEMÁTICA

y las sensaciones dinámicas
                                   se inmovilizan unánimes
                                                              ante el objetivamente fotográfico.

Revista Grecia, Mayo, 1919
Guillermo de Torre. (Madrid, 1900 - Buenos Aires, 1971)


miércoles, 11 de abril de 2018

Marías, el vals Kupelwieser y Juan Benet

Aquí estamos de nuevo; con la escafandra puesta a ver si encontramos el punto. En la vuelta, este domingo, me he encontrado en El País Semanal con el Javier Marías que prefiero. Recuerda en Valsuna de sus raras columnas íntimas, (ya que en la mayoría se acaba metiendo siempre en charcos; lo que también me gusta), a Juan Benet en el vigésimo quinto aniversario de su muerte.





Juan Benet 
(Imagen de archivo. Diario de León, 17-10-2013)

Y ahí encontramos al "joven Marías", entusiasta acompañante y amigo de ese extravagante ciudadano, ingeniero notable y extraordinario escritor que fue Juan BenetEn el artículo aparece, (en realidad su núcleo principal), el vals Kupelwieser, mínima y delicada obra de Schubert, favorito exagerado, "a la benetiana", del escritor; que entendemos que pueda merecer - como al parecer hacía Juan Benet - su reproducción y escucha repetida y continua durante horas.

Obra cortísima, (entre menos de minuto y medio y dos y pico según versiones), fue interpretada por Schubert en la boda de su amigo Leopold Kupelwieser celebrada en 1826 y nunca quedó escrito por el músico vienés, sino que quedó como pieza de oido, propiedad de la familia Kupelwieser durante generaciones; hasta que fue transcrito por Richard Strauss en 1943.

No he visto en internet las versiones que menciona Marías en su columna. Me quedo con dos interpretaciones: la de Sergey Kuznetzov, rápida, y la de la joven pianista georgiana, Salome Jordania, más lenta y que me parece más sentida.

Con el frío y la lluvia petarda de esta primavera, volver a leer Otoño en Madrid hacia 1950, con el vals  Kupelwieser sonando repetido y contínuo, a la "benetiana",  varias horas. Un buen plan.