viernes, 25 de enero de 2019

Manolitos y palmeras

En estos días he tenido noticias de 2 nuevos productos de repostería que estan teniendo bastante éxito en el mercado. Y si se aunan novedad y éxito en el mercado estamos, hablando en términos económicos, ante dos innovaciones: los manolitos de Colmenar y las palmeras de Morata. 

Los manolitos

Los dulces, que ahora se conocen como manolitos, (el nombre se lo pusieron los clientes que comenzaron a llamarlos así), nacieron a principio de las década de los noventa en la pastelería que Manolo Manzano - gracias a un préstamo de su abuela - abrió en 1989 en Colmenar Viejo. Leemos la crónica e historia de los Manolitos en el artículo que Pancho Castilla escribió en Icon-El País el pasado 18 de diciembre.




Los manolitos

El artículo se inicia con el siguiente párrafo:

"Como muchas de las grandes creaciones de la humanidad (la penicilina, por ejemplo), los Manolitos nacieron por un error. Sí, a los creadores se les fue la mano con un ingrediente y salió esta adictiva especie de minicroissant de mantequilla, con la opción de tenerlos bañados en chocolate, ya sea negro o blanco."

Han mantenido en secreto la formulación y, a día de hoy, Pastelería Artesanal Manolo cuenta con 8 establecimientos en la Comunidad de Madrid con ese nombre y  desde hace poco tiempo han puesto en marcha, con otros socios entre los que se encuentra el futbolista Álvaro Morata, (por cierto, que parece que va a fichar por el Atlético de Madrid ¡Aupa Atleti!), la línea de negocio de Manolo Bakes de pastelería mas cool y moderna que se está desarrollando en forma de franquicias, contando ya con tres establecimientos en Madrid capital y 1 en Alcobendas, anunciando, en su página web, 7 próximas aperturas; 2 de ellos fuera de la Comunidad de Madrid.

Las palmeras

Las palmeras o, más bien, palmeritas fueron creadas, a finales de la década de los ochenta, por el repostero Luis de la Torre de Morata de Tajuña. Hemos leído la crónica y la historia en el artículo de Rodrigo Casteleiro publicado en el blog El comidista el pasado día 14 de enero. El dulce es una palmera de hojaldre que está humedecida por un almibar y que se recubre de chocolate.




Palmeritas de pastelería De la Torre 
(Foto de Rodrigo Cabaleiro)

La creación de las palmeritas, se describe -por la hija del inventor - del modo siguiente:

"A su lado, su hija Loli asiente y pone en valor el tesón de su padre, de 83 años. "No salía del obrador en todo el día, siempre haciendo pruebas y más pruebas, tirando muchas masas, y con mi madre enfadada", evoca, "pero un día la casa se empezó a inundar del olor del chocolate con el hojaldre mojadito. Y, mira, cuando probé esa primera palmera con almíbar fue una maravilla". A finales de los ochenta, esta familia de Morata tenía ante sí la receta que iba a revolucionar la gastronomía y el turismo local, aunque las otras panaderías y pastelerías no tardarían en versionarla..."

Las palmeritas se han convertido en seña de identidad de Morata de Tajuña que realiza un festival anual en que se consumen en un día más de 5.000 Kg; y al año produce en sus seis pastelerías unos 60.000 kg de palmeritas al año.

Análisis

Nos importa aquí resalta varios aspectos del proceso innovador de ambos productos. En primer lugar, la personalidad entusiasta, vocacional y trabajadora de ambos innonvadores. También, la coincidencia en el largo periodo de tiempo que transcurre hasta que las innovaciones que no mueren, llegan al exito seguro en el mercado. Aquí estamos hablando, en ambos casos, de 25 - 30 años. 

El origen de la innovación es similar por cuanto al carácter trabajador obsesivo de los innovadores. Pero es muy distinto en cuanto al proceso de descubrimiento de la innovación.

En los manolitos, por parte de Manuel Manzano, nos encontramos ante la casualidad (o serendipia) de un error fascinante. Ese día, la deficienta masa de los cruasanes canónicos pudo ser tirada a la basura, como tantas otras veces, pero se produjo el milagro de la "valoración" de lo que había surgido por error; que era otra cosa y meritorio como para seguir por esa linea en el futuro. 

En las palmeritas inventadas por Luis de la Torre, se produce un proceso sistemático de pruebas y de nuevas elaboraciones en busca de un producto nuevo. Un primigenio y modesto proceso de investigación y desarrollo, (¡sí!, de I+D), que dió con la afortunada fórmula. 

Otra importante diferencia es el régimen de apropiabilidad de la innovación. En los manolitos, se cuenta con un régimen en el que el secreto industrial y el registro de marcas; lo que ha permitido el desarrollo y crecimiento de la innovación y unas mayores perspectivas de futuro para la empresa innovadora. En las palmeritas creadas por Luis de la Torre, el conocimiento de la innovación se ha difundido rápidamente y, al menos, todas las pastelerías de Morata de Tajuña fabrican cada una a su manera y con distintas variantes, lo que ha supuesto por el momento, digamos, un mayor beneficio colectivo; pero la innovación no está protegida de ningún modo y posiblemente, sea copiada urbi et orbe en un próximo futuro. 

Conclusiones 

No las hay. En el terreno del análisis de la innovación hay mucha variedad y pocas certezas. 

Ahora ya sólo queda correr a probar y a distrutar de manolitospalmeritas, que aún no lo hemos hecho







miércoles, 23 de enero de 2019

¿Por qué no hay más viajes a la luna? Mario Benedetti


Por diversos motivos, que se mencionan en el poema ¿Por qué no hay más viajes a la luna? de Mario Benedetti, los dueños del poder decidieron postergar sine die los viajes a la Luna. 


Apolo XI. Insignia de la expedición.

Algo ha debido cambiar ya que, en los últimos tiempos, asistimos a una eclosión de nuevos proyectos de viajes espaciales y, también, a nuevas aventuras en la luna gracias a China, ya que el pasado 3 de enero su robot explorador Chang’e 4 aterrizó en la cara oculta de la luna y, según sus planes, en la década de 2030 enviarán sus primeras misiones tripuladas a nuestro satélite. ¡Ojalá que así sea!


¿Por qué no hay más viajes a la luna?


Cuando el bueno de Armstrong dio aquellos pasos
todos registramos cómo se movía
tosco / pesado / en un suelo blancuzco
¿o era de piedra pómez? ¿quién se acuerda?

Durante un rato estuvo cavilando
y la escafandra o como se llamase
impedía que viéramos sus ojos
pero juraría que su mirada era
de pereza o abulia.

Algo debió explicar a su regreso,
algo diferente al discurso de gloria
que le ordenaron pronunciar eufórico
entre medallas, flores vítores y guirnaldas.

Algo debió decir en privado a sus jefes,
algo importante inesperado.

Verbigracia / Cuando estaba allá arriba,
caminando como un zoombie en la Luna,
mi general mi coronel pensé en ustedes
y se me ocurrió no sé por qué
que debía matarlos con urgencia
uno a uno / dos a dos / etcétera.

O verbigracia dos / Cuando andaba allá / heroico,
pisando las feísimas arrugas del satélite,
imaginé que así debía ser la muerte
es decir el paisaje de la muerte.

O verbigracia tres / cuando estaba en Selene,
paseando por la nada como un imbécil,
sentí el asco infinito de la ausencia del hombre
y me dije qué mierda estoy haciendo aquí.

Algo así debe haber confesado a sus jefes,
con su estrenada voz de robot disidente
y quizá por eso los dueños del poder
postergaron sine die los viajes a la Luna.

Mario Benedetti, (Paso de los Toros – Uruguay, 1920-Montevideo – Uruguay, 2009)





jueves, 3 de enero de 2019

Un cocido en La Moraña. Constantino de Lucas Martín.

Ollas y cocidos


Ollas y cocidos han sido objeto preferente de poetas y literatos que le han dedicado bastantes poemas a este plato con diversos enfoques; atendiendo a sus variedades regionales o a otras cuestiones. Vamos a dedicar a ello, en este 2019, algunas entradas al asunto.  Saldrán según se nos vaya ocurriendo; a nuestro ritmo pero siempre con todo el cariño y nuestra mejor dedicación.


Un cocido en La Moraña

La Moraña es una comarca natural de la provincia de Ávila, situada en su zona norte entre las provincias de Salamanca, Valladolid, Ávila y Segovia. Con capital en Arévalo, se puede dividir en tres partes: en el norte la denominada Tierra de Arévalo. Entre el río Arevalillo y la provincia de Salamanca La Moraña Occidental y, entre el río Arevalillo y la provincia de Segovia, La Moraña Oriental; esta última atravesada por los ríos Adaja y Voltoya.




Campo de cebada en La Moraña (Wikipedia)

Su altitud media sobre el nivel del mar es de unos 900 metros. Es un territorio llano de tierras uniformes, salpicadas por algunos hitos y colinas así como algunos valles y lavajos, en las que tradicionalmente se alternaba el cultivo del cereal y de las legumbres con los rebaños de ovejas. La presencia del río Adaja y sus pequeños afluentes, que atraviesan esta comarca, proporcionan zonas boscosas y húmedas. La economía de la comarca es, principalmente, agrícola. Durante el siglo XX el tradicional paisaje cerealista se fue transformando en una alternancia de cultivos de secano y regadío gracias a las perforaciones, con la aparición de cultivos de regadío ajenos a la región como remolacha azucarera. 

Cantor insigne de esta tierra fue Constantino de Lucas Martín, curioso personaje del que, de algunas páginas de internet, hemos recogido lo siguiente.

Don Constantino de Lucas Martín, más conocido como el "Cura de Machín", nació en Viñegra de Moraña en el año 1882. Cantó misa el 21 de marzo de 1910, desarrollando su labor pastoral en Bilbao, Granada, Orense y también como Capellán Castrense en la zona sur de la Península y norte de África, hasta que en septiembre de 1.922 es licenciado de capellán por enfermedad, fijando su residencia en la Finca Machin de Arévalo ... donde se le veía, muchas veces, dando paseos, ejerciendo su principal afición, la lectura y escribir. Recibió el título académico de la Real Academia Hispanoamericana de las Ciencias y las Artes de Cádiz el 18 de mayo de 1926... 



Constantino de Lucas

Murió en diciembre de 1947 a los 65 años de edad y fue enterrado en Arévalo. Entre sus obras podemos destacar la novela La Virgen de Genazzano, el auto sacramental El Pan de Flor o los poemarios Romances de Guerra, Del color de mi bandera y Nuestro Dios y Nuestra Patria. (Ver nota 1). 

Sin embargo, su obra más conocida es el libro de poemas titulado Morañegas, obra en la que expone un amplio y detallado recorrido por las características de los pueblos y gentes que conforman La Moraña. De Morañegas es el soneto La comida casera campesina que describe, suponemos, el cocido que debía tomar el autor; y que copiamos a continuación.

La comida casera campesina

De Tiñosillos cuece en el puchero
el garbanzo de Arévalo famoso,
que por lo tierno, suave y mantecoso,
es en ambas Castillas el primero.

Echa carne de vaca o de carnero,
de "codillo" un pedazo sustancioso,
y un chorizo bofeño el más sabroso
de el "cagalar" que se curó al humero:

Añadirás de huevo y pan migado
el "relleno", y el caldo separado
las sopas calará en ancha cazuela.

Y pues... ya tienes el cocido hecho,
sentado de la lumbre a la candela,
cómelo al dar las doce...y ¡buen provecho!

En el primer cuarteto se mencionan el puchero del pueblo de Tiñosillos, (que fue, en su día, importante centro alfarero pues, en las primeras décadas del siglo XX, llego a haber alrededor de treinta alfarerías dedicadas a la producción de vasijas para agua, piezas para el fuego y tinajas); y "el garbanzo de Arévalo famoso"; uno de los mejores del país junto con el de Fuentesaúco.

Los ingredientes carnívoros se detallan, posiblemente resumidos, en el segundo cuarteto. Entre ellos destaca la mención a la carne del carnero, (alternativa a la de vaca), y al chorizo bofeño, esto es, un chorizo en el que se mezcla la carne con vísceras del cerdo. Y nos sorprende la ausencia de tocino. Completan los ingredientes del cocido, el relleno de huevo y pan migado y las sopas que hace el caldo.

El último terceto es como pase de firma de buen torero: rematando para finalizar. Con ese redondo verso final

"... cómelo al dar las doce...y ¡buen provecho!"

Leemos en alguna parte que el cocido morañego es quizás uno de los más antiguos y que más se aproximaría a la adafina, ese plato judío que parece ser el principal antecedente de nuestros actuales cocidos patrios.




Imágenes de Cocido morañego
(En www.turismocastillayleon.com)

Este cocido en la Moraña de Constantino de Lucas conserva de la adafina, en su receta en verso, la posibilidad de utilizar carnero. Hemos encontrado, en el Portal Oficial de Turismo de la Junta de Castilla y León, una receta del cocido morañego que sí, se nos antoja, parece acercarse a la adafina, (ver nota 2).


Notas

1. Nos quedamos con muchas ganas de saber más de este Constantino de Lucas. Nos quedamos sin saber si era de esos curas montaraces a tiros con las palomas de la iglesia o disparando codornices en los rastrojos de septiembre; o de lo que echaban de comer a gorriones y otros pajarillos de la "Finca Machín". Sabemos de él que fue nombrado el 26 de junio de 1937, (por el Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo), Teniente Vicario del VIH Cuerpo de Ejército. También es mencionado como autor de furibundos poemas patrióticos en la tesis doctoral de Ginés Guirao Godínez, (de la Universidad Complutense de Madrid) de 2004 de título: "La vida cultural en una ciudad castellana de la retguardia franquista: Ávila.", en la que se indica: 

"CONSTANTINO DE LUCAS, capellán militar, se muestra un acendrado antimarxista en “Romances de la Guerrra: el batallón de Argel” (94); en “Romances de Guerra” se encuentra “Mari-Carmen” (95), alegato antimarxista no tan exacerbado como el anterior, y al mismo tiempo una exaltación del soldado nacional; el general Mola, al que se rinde tributo, en un lenguaje mediatizado por elementos militares, es el asunto de “Brilla la Cruz de Borgoña” (96); y si “Hacia la España Azul” (97) muestra un patriotismo sin fisuras, no menor resulta el de “Las boinas del Requeté” (98) con motivo de la exaltación de esta figura."

Sí que es seguro, que en su libro Morañegas, nos deja, entre otros, más poemas de contenido gastronómico como Versos en alabanza de una cocina de labranza, Abstinencia cuaresmal morañega Tranquilidad de conciencia y estómago, piezas, todas ellas, a las que nos gustaría volver en este blog, en un futuro.

2. Se reproduce, a continuación, la receta del cocido morañego de la página citada:

Ingredientes (Para 4 personas)

Para los garbanzos:
• 300 gr de garbanzos.
• 60 gr de tocino.
• 400 gr de carne de cordero.
• 50 gr de chorizo.
•Sal.

Para el relleno:
• 2 huevos.
•1/2 cucharada de perejil picado.
•2 cucharadas de vino blanco.
•1 diente de ajo picado.
•2 cucharadas de aceite de oliva.
•Pan desmigado.
•Sal.

Para la sopa:
•100 gramos de fideos.
•Pan duro.
•Sal.

Elaboración

Poner los garbanzos a remojo la noche anterior. Al día siguiente escurrirles, lavarles y cocerles con abundante agua (introducirles en el agua cuando esta esté caliente sin llegar a hervir). Añadir el tocino, la carne de cordero y el chorizo. La cocción será lenta, durante unas 3 horas aproximadamente (dependerá de la dureza del garbanzo).

Para elaborar el relleno: batir los huevos y añadir el ajo muy picado, el perejil, el pan desmigado, el vino blanco y la sal haciendo una masa para luego formar bolas ovaladas del tamaño de una cuchara sopera. Freírlas en un poco de aceite y añadirlas al cocido unos 30 minutos antes de terminar su cocción. 

Finalmente la sopa, colar el caldo de los garbanzos y llevarlo a hervir. Una vez esté hirviendo añadir los fideos y el pan troceado cociendo a fuego lento unos 15 minutos.




martes, 1 de enero de 2019

El Aeronauta. Felipe Jacinto Sala.

De Felipe Jacinto Sala, fabulista del siglo XIX, conocemos más de su obra que de su vida; de la que sólo conocemos las fechas de su nacimiento (1819) y muerte (1895) en Barcelona. 




De entre su estimable obra, el poema El Aeronauta lleva al mundo de la fábula - que vemos normalmente protagonizada por animales - un artefacto tecnológico: el globo aerostático inventado por los hermanos Montgolfier en 1783 y que llegó a España unos diez años más tarde.

El Aeronauta

Rompe el Aeronauta 
las ligaduras fuertes 
que el ímpetu furioso 
del Montgolfier detienen,
y ciego de locura 
con él en los espacios va a cernerse.

Al verse a cierta altura, 
más su osadía crece 
y arroja temerario todo el lastre 
y hasta los cielos escalar pretende.

¡Quimérica ilusión! A poco rato 
¿Sabéis lo que sucede? 
Que el leve gas que daba vida al globo, 
fugaz se desvanece, 
y con frecuencia el hombre en su caída 
halla segura muerte.

¿Verdad que al ambicioso 
también el argonauta se parece? 
Entrambos buscan siempre las alturas,
y entrambos elevándose se pierden.

Felipe Jacinto Sala. (Barcelona, 1819-1895)