Si hay algo claro en este mundo, aunque no nos lo acabemos de creer, es que nadie nos vamos a quedar aquí.
En estos días se ha ido el gran Bill Withers. Fue una de esas figuras aparentemente secundarias de su ámbito - el soul de los setenta - pero que con el tiempo se manifiestan en toda su enjundia e importancia.
Nos dejó dos grandes composiciones (e interpretaciones) inolvidables: Ain't no sunshine y Just the Two of Us, a las que les he enlazado.
Descanse en paz.
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