lunes, 21 de diciembre de 2020

El gasto en I+D

 ¿I+D+qué?

Hablaremos de Investigación y Desarrollo pero, también, queremos hablar de innovación. Es la "i" pequeña (que no se sabe muy bien lo que es) y suele ir detrás de la Investigación y del Desarrollo. ¿O debería ir por delante? Lo dicho ¿I+D+qué?

El gasto en I+D

Volvemos al “por ciento de I+D sobre el PIB”, que en 2019 fue el 1,25% del PIB- que se tiene marcado como objetivo por los últimos gobiernos que en España llegue a ser el 2%; y que, últimamente, parece anhelar la sociedad española entera. Es un gasto. El Instituto Nacional de Estadística pregunta cada año a empresas, universidades y a organismos públicos de Investigación cuánto ha gastado en realizar actividades de I+D. La respuesta para 2019 fue que se realizó un gasto en actividades de I+D que ascendió a 15.572 millones de euros; un 1,25 % del PIB. (Enlace a  La nota de prensa del INE sobre la Estadística sobre Actividadesde I+D de 2019)

Al ser un gasto no puede hacerse equivalente a inversión. En general, desde el punto de vista económico, no todo gasto realizado es inversión. En I+D la gran mayoría de los gastos se produce en la realización de proyectos de investigación y desarrollo. ¿Qué tipo de gastos hay en esos proyectos? Simplificando, hay cuatro tipos de gastos. En primer lugar están los gastos de personal que están constituidos por los gastos del personal investigador y auxiliar participante. Dentro de este gasto de personal está, el gasto del personal en plantilla de empresas, universidades y centros de investigación que es un gasto de funcionamiento; y está, también – y esto sí que es una inversión en capital humano – el coste de contratos nuevos de investigadores predoctorales y post doctorales con cargo a los proyectos de I+D.

En segundo lugar, en los proyectos de I+D, con ese gasto se adquieren los equipamientos científicos necesarios, que quedan inventariados y también son una clara inversión.

En ambos casos, pueden producirse apoyos específicos, si son con fondos públicos normalmente mediante convocatorias, para formación de personal investigador pre y post doctoral y para adquisición de infraestructuras: edificaciones  o equipamientos científicos; que, también podrían ser considerados plenamente como inversiones.

En tercer lugar – y en muchos casos no pueden considerarse como un tema menor- están los materiales fungibles  que se han de consumir en la realización del proyecto: reactivos, productos químicos, variados tipos de materiales mecánico o eléctricos, etc. De estos no suele quedar nada al final del proyecto: o han ayudado a la confirmación de teorías o, en otros casos, han dado lugar a prototipos o similares, base para posteriores desarrollos. ¿Qué parte de esos fungibles puede considerase inversión? Desde luego, no todo.

Por último tenemos otros gastos de viajes, reuniones, organización de jornadas y presentaciones, etc. A este tipo de gastos se le puede hacer el mismo comentario que se ha hecho a los fungibles. Desde luego, no todos, constituyen propiamente inversión.

En todo caso, se podría equiparar – así se hace por consenso social  - y denominar inversión en I+D al gasto en I+D, teniendo en cuenta que se trataría de una inversión de alto riesgo en la que de ningún modo podríamos estimar y asegurar, rendimientos económicos ciertos como sí ocurre con otros tipos de inversiones.

Sin ir más lejos, en los mismos días de la segunda quincena de noviembre recientes, de los que hemos  recordado el fervorín buenista de la campaña de mucho firmar… “para llegar al 2% del PIB en I+D”; corrió en boca de muchos medios, con ironía y retintín, lo del satélite ese que ni llegó a ser algo, porque se destruyó en el despegue. 

Un fracaso absoluto. El satélite español SEOSAT-Ingenio, el mayor proyecto espacial en el que se haya embarcado la industria nacional, se perdió ocho minutos después de su lanzamiento desde Kourou, en la Guayana francesa.” (Ver el artículo aparecido en ABC el 17 de noviembre).

La investigación científica y el desarrollo tecnológico (I+D) son apuestas a largo plazo: “con la aguja y el compás: más y más, y más y más…” , en las que se debe creer a ciegas y que deben ser asumidas con tenacidad y constancia décadas y décadas por toda la sociedad. Lo que, por cierto,  casi nunca ha sucedido en este país multiautonómico que aún llamamos España.

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