Retrato coloreado de madame Curie
Las extrañas y aún desconocidas frivolidades de madame Curie.
Carta encontrada en un antiguo baúl abandonado
Querido
Andrés:
He conocido a Marie Curie en la bañera
de mi hotel.
No,
no estoy loco como podría parecer ni tampoco he sufrido una alucinación.
Al abrir la puerta del cuarto de baño
me encontré a la señora Curie disponiendo con toda libertad de mi bañera. Sí,
estaba allí desnuda haciendo unos extraños experimentos con la espuma del
jabón.
Lo primero que me llamó la atención
fueron unas radioactivas medias rosadas que se balanceaban como si tuvieran
vida en el toallero, de verdad Andrés, te empujaban a cometer una locura.
Inmediatamente verme me dijo:
-
Madame Curie, pero puede llamarme
Marie – dudó un instante para luego agregar Marie Salomea Sklodowska.
Sin salir de mi asombro le pregunté por
la temperatura del agua. ¿Qué otra cosa podría decirle? Parfaite,
contestó, es usted muy amable, pero a qué espera, en toda bañera hay
siempre espacio para dos.
Toda una lección, viniendo de tal
eminencia.
No lo creerás, pero tuve la serenidad para
desnudarme e introducirme tímida y torpemente en el agua.
Estuvimos horas sumergidos entre las
pompas de jabón. Hablamos de todas esas cosas que una mujer y un desconocido
pueden hablar en la bañera de un hotel.
Cuando la conversación llegaba a su fin
se levantó y me dijo en polaco algo que no llegué a entender. Luego se colocó
sus maravillosas medias rosadas y desapareció por la puerta.
Química, pura química mi querido
Andrés,
Un abrazo, Blaise.
(trad
O.Thomson)
Lorenzo
Saval (Santiago, Chile; 1954)
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