Varias semanas después de la
primera detección directa de las ondas gravitatorias, realizada en el
observatorio LIGO en USA, con la participación de más de mil científicos; recordamos el poema Einstein y las ondas
gravitatorias del físico y poeta
catalán David Jou.
Ilustración de ondas gravitacionales producidas por dos agujeros negros.
(Imagen: Henze/NASA en www.ligo.caltech.edu)
Se habla en él, de los oscuros sonidos surgidos del tambor del espacio-tiempo: las ondas de gravitación pura que
nadie había oído, salvo Einstein en
sus cálculos. Se mencionan, también, los cilindros de acero hipersensibles
escrutando el cielo a la busca de la onda que no llega; y la legión de
científicos afanados en explorar las delicadas vibraciones de la tiniebla. Y nos
exhorta a seguir abriendo las ventanas al espacio y llenarnos de infinito.
Einstein
y las ondas gravitatorias
Más allá de la música de las
esferas,
Einstein escucha un tam-tam
oscuro
en el tambor tenso del
espacio-tiempo,
ondas de gravitación pura
que jamás ha oído nadie
sino él en sus cálculos.
Cilindros de acero frío,
hipersensibles,
escrutan todos los cielos a
la búsqueda
de un eco, de un hálito de
onda que no llega.
Y cada vez son más los que se
afanan,
con instrumentos y números, a
explorar
las más difíciles
titilaciones de la tiniebla,
ritmos escurridizos y
elusivos.
Haced como ellos:
llenaos de infinito,
y dejad entrar al espacio por
las ventanas abiertas.
David Jou i Mirabent, (Sitges, 1953).
Ver más en La alegría de las musas
Por lo que conozco del tema, parece ser que lo que se esperaba encontrar era una partícula (el gravitón), análoga al fotón o al electrón.
ResponderEliminarNo concibo una onda sin materia que la soporte, lo cual que no me aclaro.