Por ejemplo, tenemos un Sánchez, presidente del Gobierno, que, a pesar de que en el momento previo a presentar la moción de censura que le llevó a la presidencia, planteó campanudamente a Mariano Rajoy que la retiraría si convocaba elecciones; ahora está haciendo planes de reformar la Constitución, cargarse el Senado,etc.; e incluso hacer planes hasta 2030!!
O ese Consejero de Interior de Cataluña que proclama, (a mayores de la melonada de que Cataluña fue en la Edad Media la primera democracia europea y que España la invadió en 1714), que los lazos amarillos son mobiliario urbano y, por tanto, deben los Mossos de escuadra persegyuir a los que los descuelgan y retiran.
Un paisano retirando mobiliario urbano
Luego hay cosas de más entidad que deberían tener nuestra atención. Como, por ejemplo, saber a quién va a invitar Belén Esteban en su próxima boda o seguir con precisión los avatares de Masterchef Celebrities...
Lo que les digo: un no parar sería. No merece la pena.
Más me interesa lo del furor europeo por lo del cambio de hora que parece ser, hoy por hoy, el tema más estratégico de la agenda comunitaria. En este sentido he leido en ABC la entrevista al profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, José María Fernández-Crehuet, que sostiene: «O el horario de invierno o el de verano pero con el huso de Portugal» y me ha parecido todo muy sensato y razonado por lo que lo suscribo. He dicho.
Otro si, digo que, en la citada entrevista, también se refiere a los cambios que deberían hacerse en las costumbres que tenemos. Y sale lo del desayuno: que si desayunamos mal, que si tendríamos que desayunar antes, que si tendríamos que desayunar más... Gran debate.
Que no es nuevo. Por lo menos, viene de mediados del siglo XIX. Por si pudiera constituir una base para ilustrar debates que nos esperan, me gustaría recordar aquí el que hubo sobre si se deben desayunar huevos fritos o chocolate con picatostes, que tuvo lugar entre Wenceslao Ayguals de Izco y Fray Gerundio en las páginas de la revista La Risa, (recogida después en el Álbum del Momo (1847).
La polémica comenzó cuando Wenceslao Ayguals de Izco defendía el desayuno de tenedor:
¿No es, hermano, solemne disparate
preferir chocolate al desayuno?
¿No es más estomacal, más oportuno
un par de huevos fritos con tomate?
Me llamaréis acaso botarate
porque no tengo estómago frailuno.
Ábrase la reunión: pueda cada uno
razones alegar en el debate.
¡Sus!... a la lid. oh reverendo hermano
si quiere conquistar laureles nuevos;
y árdase Troya cual inmensa fragua.
Cante en buena hora el chocolate ufano
yo entonaré el "busilis" de los huevos
y veremos quién lleva el gato al agua.
Esta preferencia, tuvo contestación de Fray Gerundio (seudónimo del escritor e historiador Modesto Lafuente), quién haciendo le contestó con el mismo soneto apenas modificado:
No es, hermano, solemne disparate
preferir chocolate al desayuno.
ni es más estomacal, más oportuno
un par de huevos fritos con tomate.
Me llamaréis acaso botarate
porque tengo el estómago frailuno.
Ábrase la reunión: pueda cada uno
razones alegar en el debate.
¡Sus!... acepto la lid ya que un hermano
me invita a conquistar laureles nuevos;
y árdase Troya cual inmensa fragua.
Yo ya defiendo el chocolate ufano
tu el "busilis" entonas de los huevos
y veremos quién lleva el gato al agua.
Este buzo se ha enterado de toda esta historia en la magna obra El libro de la cocina española. Gastronomía e historia de Néstor Luján y Joan Perucho. El final de la historia también se cuenta en el libro, que se reproduce a continuación.
La cuestión fue juzgada y resuelta en favor del chocolate, y el fallo, redactado por un autor anónimo, se publicó en la páginas del mismo periódico satírico. En él se decía que comparar los huevos fritos con el elegante chocolate era tanto como poner en parangón:
"la sidra con el néctar de los dioses, el chacolí con el Lacrima Christi, la rústica patata con el tocino de cielo, la innoble cebolla con la pechuga de ángel, la prosa con la poesía, lo humilde con lo elevado, lo rastrero con lo sublime, el zueco con el coturno, la cotorra con la sirena, etcétera"
y se aducía el testimonio de las academias de Ciencias de Prusia, de Bellas Artes de País y de la Real de Londress, que han consignado: "Il y a longtemps qu'on appelé le chocolat "Le lait des viellards": on le regarde comme très nourrissant très propre a reveiller les forces languissantes"
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