El poemario El tamaño del universo, con el que su autora, Ángela Vallvey obtuvo el
Premio Jaen de Poesía de 1998, supuso una pequeña revolución en el panorama
poético español por cuanto era un libro totalmente inmerso en descripciones,
atmósferas y protagonistas científicos.
Uno de sus poemas es Mecánica cuántica (Vértigo), poema de amor en el
que están presentes la indeterminación, el papel del observador y las
propiedades casi mágicas de los espacios diminutos.
Mecánica cuántica (Vértigo)
Cuando llegamos a los últimos
átomos, sólo puede usarse el lenguaje como en poesía
Niels Bohr
En este reino, amor mío, las cosas son de
otra manera.
Por tu espalda la eternidad se dibuja sin
esfuerzo
es un harapo de vida pensativa.
Este es un lugar tan diminuto
que nadie sospecha la verdad que
encierra dentro de su nombre.
Cuando llegues, recuerda: es necesario que lo
observes,
aunque al hacerlo con tu mirada lo destruyas.
Ay, dulce amor mío,
incluso bajo el gobierno de lo incierto y la
sorpresa,
¡qué difícil me resulta pronunciar tu nombre
cuando hace tanto que lo he olvidado! Y es
que aquí
hasta somos capaces de agonizar como la sal,
desprovistos de jugo
pero trenzados a una lágrima.
Aquí tiene sentido el polvo de la luna
y las ostras que filtran en su concha
quarks extraviados vagando en el océano.
Si te asomas aquí
sabrás que tu pecho es grande como una
galaxia,
que tú mismo no eres
más que un enorme espacio vacío.
Nos está permitido
beber una pinta de cerveza o nada,
aunque existe una ley que nos prohíbe
beber y no beber.
Las balas rebotan contra tu pañuelo
de seda, y el viejo pasa sus días incontables
jugando a los dados.
Si tú te hallas en él,
yo puedo amar un mundo como éste.
(De El tamaño del universo, 1998)
Ángela
Vallvey, (San Lorenzo de Calatrava, Ciudad
Real, 1964)
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