jueves, 29 de octubre de 2020

Cuadernos pálidos

En Babelia, el sábado pasado, daban cuenta de los que consideraban mejores crónicas o diarios de estos tiempos de confinamiento. Entre ellos destacaban Los cuadernos pálidos del poeta y escritor zamorano Tomás Sánchez Santiago, al que ya conocía como poeta. 


Los cuaderno pálidos son entregas mensuales que comenzaron en julio de 2019 y se vienen publicando hasta hoy en la revista digital de cultura El cuaderno. De manera que comprenden un periodo en que, de pronto, se mete por medio esta situación de pandemia y confinamientos.

Son anotaciones pasadas a limpio de las reflexiones que a diario le surgen y le urgen a un escritor y poeta de extraordinario calibre,  de mirada inteligente, reposada - no exenta de ironía - y de una excepcional y muy natural hondura.

Posar en ellos y leerlos de un tirón, (aunque habría preferido enterarme antes de su existencia, para haberlos leído de uno en uno despaciosamente), ha sido todo uno. Una gran experiencia. Como muestra, tres párrafos  de su última entrega correspondiente a octubre de 2020.

«No se pueden andar dos caminos». Oigo esa frase suelta en la calle. La dice una mujer que habla por teléfono. Sus palabras están llenas de convicción, de la rotundidad de las pedradas y de las sentencias inapelables, emitidas como disparos secos. No, no se pueden andar dos caminos; no se pueden vivir a la vez dos vidas. Lección y aviso. Pero el corazón no lo sabe, está en otro lugar y no escucha nunca esa advertencia sensata. Y embiste con su ímpetu, no entiende de pactos con la nieve. Él lo quiere todo; quiere guardarlo bajo la cáscara ardiente de los deseos, allá donde no caben las palabras que antes de hacerse hollín predican lo correcto.

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Psicología culinaria: la zanahoria, tan dura ella, se reblandece al pasar por el agua hirviendo. En cambio, el huevo, tan frágil antes en su cascarón, sale endurecido; me recuerda el carácter de esas personas aparentemente vulnerables pero que atraviesan una experiencia dura y salen reforzadas e ilesas. Lo que nadie esperaba de ellos (como aquel maestro que interpretaba Charles Laughton en Esta tierra es mía). Personas-zanahoria y personas-huevo. Podría ser una manera más de distinguirnos unos de otros en este festival de tropezones que es la vida.

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Para saber si iba a llover, antes se levantaba la cabeza al cielo; ahora se baja y se consulta el móvil. Antes se buscaban signos; ahora, estadísticas.

No se lo pierdan, por favor; asómense a estos cuadernos pálidos. Es muy difícil encontrar, en estos momentos, una escritura tan reconfortadora, inteligente y salvífica como la que propone Tomás Sánchez Santiago.




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