martes, 29 de noviembre de 2016

El matemático enamorado. William Rankine.

The Mathematician in Love es un poema - publicado póstumamente en 1874 - del físico e ingeniero escocés William Rankine (1820-1972), que fue un eminente ingeniero civil e hidráulico y uno de los pioneros de la termodinámica. 


William Rankine (1820 - 1872)

El poema es una muestra de la afición a la escritura de poesía que tuvieron algunos importantes científicos de la época victoriana entre los que podemos encontrar también a Robert C. Maxwell o al matemático James J. Sylvester. Está compuesto por ocho estrofas de cinco versos y contiene una de las primeras ecuaciones de amor conocidas, con la hipótesis de que el amor responde a una función de tipo potencial. 

El matemático enamorado (Fragmento)

Un matemático se enamoró locamente                
de una joven mujer, atractiva y fascinante.                        
Para acreditar de sus curvas la perfección,
de ratios armónicas y ángulos se valió,                 
garabateando jeroglíficos alarmantes.
….

 “Sea X belleza, e Y  buenas maneras,    
Z la fortuna, (esto último es esencial).”
Sea L  la inclinación al amor” –enunció -
“Entonces, L es una función de X, Y y Z
del tipo que conocemos como Potencial.”            

“Ahora, si se integra L respecto de dt,                   
(siendo t tiempo y persuasión),               
entre límites apropiados, fácil es ver,                   
que su resultado, el matrimonio debe ser.”
“(Una muy concisa demostración)”

Y proclamó  - “Si el errante curso de la luna
con el Álgebra puede ser predicho,
los afectos femeninos pronto también lo serán.”
Pero ella se fue con un teniente de dragones
dejándole perplejo y afligido.                                   
De Songs and Fables, 1874.

 William Rankine
(Edimburgo - Escocia, 1820 – Glasgow- Escocia, 1872)




sábado, 26 de noviembre de 2016

Wellcome Home. Shelley Fabares.

Uno encuentra dos placeres cuando va al auditorio al ciclo de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. El primero es el propio concierto. El segundo es que volviendo a casa en coche escucho Flor de Pasión que está en un horario: de 9 a 10 de la noche que, normalmente, es complicado de escuchar.

Así que en el último programa que escuche en directo, cruzando la Castellana hacia Ríos Rosas sonó una cantante americana de los 60 de la que no había oído ni hablar: Shelley Fabares que cantó Wellcome Home.


Shelley Fabares

Canción pizpireta y tierna, con un ritmo continuo, para lo que ayuda muy mucho el organito que hace el contrapunto a la melodía y que le da un popular toque sonido de la cabra. Pero muy fino, no como, por ejemplo, el que solían hacer Los de la Torre en España.

En cuanto a Shelley Fabares, guapísima y voz muy agradable, con un interesante recorrido como actriz y cantante. Espero que vuelva de nuevo a La perplejidad del buzo pronto.

martes, 22 de noviembre de 2016

Una sentencia de bancos

Leí la noticia el viernes:

Un juzgado de A Coruña declara que el exasesor jurídico “litigó con temeridad” al pedir 140 millones por usar su firma una vez jubilado.

Y es que el BBVA usó durante algunos años, para acreditar deudas, la firma electrónica de un empleado al que había prejubilado. El exempleado lo denunció y porque la cosa “había caducado” - ¡hay que ver el intríngulis de cuando caducan o no; o resucitan o mueren, las cosas de la justicia en España! - y porque había demandado por mucho dinero, el fallo del juzgado ha sido que el ex empleado no tiene razón y tiene que pagar las costas del proceso: 7 millones de euros.

El banco dice que la cosa había caducado, que sólo había utilizado la firma – por error – en 4.385 certificaciones y que además: “ha negado el perjuicio que denuncia su exempleado porque ninguno de los morosos a los que se certificó deuda en su nombre se ha querellado contra él” (¡¡!!).

¡Ah! Y la cantidad que reclamó el extrabajador al banco llevó al juez a advertir al demandante sobre las graves consecuencias que tendría para su bolsillo perder el pleito, debido a las desorbitadas costas que se derivarían del procedimiento. “Es probable que quede hundido económicamente para toda su vida”, le había alertado el titular del juzgado.

Varias cosas. El paso del tiempo. Parece que había caducado el tiempo; pero ¿qué tiempo?: ¿Desde que empezaron a usar la firma o desde que se enteró el demandante? Este tipo de procesos ¿tiene fechas de caducidad?

Otra cuestión: las costas del proceso ¿no deben ser los costes del proceso? Porque aquí, los costes del proceso no parece que hayan sido ni por asomo los 7 millones de euros que ahora se le adjudican al demandante.

Finalmente las explicaciones del banco son de aurora boreal y no hay por dónde cogerlas: ha sido un error, “sólo 4.385 veces” y además - ¡de que se queja si no lo ha demandado nadie! El BBVA es el segundo banco del país.

 He tardado algún día en digerirla. Incluso creía que iba para la típica noticia “atragantada” que iba a dejar irse, tras la perplejidad inicial.

Pero resulta que hoy el servicio de estudios del BBVA - que creo que se llama ahora BBVA Research que es mucho más moderno -  ha salido, como a menudo acostumbra, a dar lecciones al personal. En concreto, hoy han recomendado a los empresarios que hagan contratos fijos porque aumentarán con ello la productividad.

Lo que me ha llevado a volver a la noticia. Y uno piensa en el refrán “Consejos vendo y para mí no tengo”, que según el Centro Virtual Cervantes se usa para recriminar a quien da consejos a los demás, pero no los toma para sí o no sabe resolver sus propios problemas.

Eso, o a lo mejor estamos ante la experimentación de una nueva forma de relación laboral de contrato fijo – una vez jubilado el trabajador - o quien sabe si una nueva forma de jubilación cuyas virtudes no acabamos de ver claras.

lunes, 21 de noviembre de 2016

A Day in Vienna. Dexter Gordon y Slide Hampton.

Jueves Jazz
Si hoy es jueves - o así - aquí hay jazz: Jazz porque sí. Para ti que te gusta el jazz, la música del siglo XX.

A Day in Vienna

En mi época más jazzera de los ochenta Dexter Gordon y Slide Hampton fueron dos de mis músicos favoritos; y en especial este album A Day in Copenhagen, grabado en marzo de 1969.

Aquí en España apareció en 1980 en aquella gloriosa colección que recogía parcialmente los catálogos de las compañías MPS, Stop Jazz y CFE, coordinada por el gran Juan Carlos Cifuentes, "Cifu",  que también escribía o traducía la contraportada original, junto con José Ramón Rubio que hacía crítica musical en Triunfo y en La Revista de Occidente.

Algo común a ambos músicos era que se habían instalado en Europa, donde parece que estaban más a gusto que en su país; en que eran malos tiempos para los músicos de color en el mundo del jazz. Hampton estaba recién aterrizado; había llegado en 1968 y permanecería en Europa hasta 1977. Dexter Gordon había llegado en 1962 y no volvió a USA hasta 1976.




El autor del texto de la contraportada del album, Joachim E. Berendt – traducido por el gran “Cifu”- define el tipo de jazz disco como “algo totalmente ortodoxo y tradicional dentro de los cánones del jazz moderno en el  que, tanto Dexter como Slide y sus demás colegas de la sesión crecieron”. Lo dice en concreto para A New Thing, uno de los temas originales compuestos por Hampton para el disco; pero vale también para el resto.

Y es que en un tiempo en que lo más en jazz iban a ser las tendencias híspidas y duras del free jazz y el post bebop, estos dos amiguitos, que podían tocar todo y entender todo, tenían un retrosabor clásico y un sonido siempre afinado.

Nos encontramos con un conjunto de músicos pletórico en lo mejor de su carrera con un Dexter Gordon inmenso, Dizzy Rice en la trompeta y con Slide Hampton que hace honor a su apodo de slide: deslizante y suavísimo es su toque en el trombón, a mayores de sus composiciones y del arreglo de todas los temas del disco, (salvo la versión de The shadow of your smile, improvisada intervención de Gordon con la rítmica). Y la sección rítmica, por cierto, es de primera división pues es la que solía acompañar a Dexter Gordon en el Montmartre Jazz Hus de Copenhagen: Kenny Drew al piano, Niels-Henning Oersted Petersen, considerado en ese momento el mejor contrabajista europeo, y Art Taylor, a la batería.


Dexter Gordon en 1978 (De Wikipedia)

Posiblemente haya temas mejores o más conseguidos en el disco, como el citado A New Thing o la versión del estándar You don’t Know What Love Is - con su bella melodía y el recuerdo de Billie Holiday – pero he elegido A Day in Vienna que es una belleza en el tema principal, en los solos y en el telón de sonidos de tramos intermedios y a propósito de la que Berendt indica que “es un ejemplo típico de la riqueza de sonidos que se pueden conseguir con tres instrumentos de viento”.

Y además, pasa que he estado hace poco en Viena y recuerdo con mucho gusto los tranvías, las calles limpias, los señores mayores en patinete y los caballos lipizzanos de la Escuela Española de Equitación.


sábado, 19 de noviembre de 2016

Viejas

Frases lapidarias

... nos ha amargado el Black Friday con esa muerte tan de Dickens en plena era Zuckerberg.

Luz Sánchez-Mellado en El País de 17 de noviembre de 2016

Como cada inicio de invierno, comienzan a aparecer noticias de muertes provocadas por el frío: el monóxido de carbono de estufas que no tiran, incendios provocados por braseros que se incendian..., que dibujan el panorama sórdido de la pobreza más extrema. 

Luz Sánchez-Mellado me ha estremecido con su columna Viejas que comienza con la acerada ironía que refleja la frase lapidaria del inicio. Después se hila un discurso magistral.

El fuego lo produjo una de las velas con que Rosa se alumbraba desde que Gas Natural le cortara la luz sin que a nadie en ningún despacho se le cayera la cara de vergüenza.

Frente a esas viejas joviales de los anuncios y sus pegamentos de dentadura y compresas de incontinencia, están, (y son muchas más), "las que estiran al límite una pensión de supervivencia".

Y con la oreja abierta a la más rabiosa actualidad le da caña al anuncio, incomprensible a mi entender, de la Lotería de Navidad de este año. 

Frente al cuento del anuncio de la lotería, con esa acompañadísima yaya Carmina, hay unas cuantas yayas Rosas  solas ahí fuera. Todas sienten y padecen. Y nos acusan.

Ejemplar Luz Sánchez-Mellado y soberbia su columna Viejas.


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Volante y Accidente. Ernestina de Champourcin.

Hasta hace unos 35 años en que el ordenador personal llegó a nuestras vidas, posiblemente el artefacto tecnológico más popular en el siglo XX fue el automóvil, cuya aparición en la poesía española se produce a finales de la década de 1920. Así, por ejemplo, varias poetisas de la generación del 27 hacen aparecer a los automóviles en algunos de sus poemas.


Ernestina de Champourcín en su juventud


De Ernestina de Champourcin son los dos poemas que hoy añadimos a poesía y ciencia. El primero, Volante, muestra la fascinación por la modernidad del automóvil que es mecánica,  velocidad y olor a gasolina. En el segundo, titulado Accidente, se presenta el dolor de la juventud deshecha y la muerte en la  cuneta de los primeros accidentes de tráfico.  

Volante

He soñado tus manos
precisas, enguantadas
esquivando a su antojo
las embestidas del viento.

Al impulso más leve
– fuerza plena, medida –
giraba cauteloso
el aro de madera.

Nos acecharon, torvos,
los cuernos del espacio,
pero tus palmas rígidas
guardaban el secreto
de toda resistencia.

¡Dame tus dedos, acres
de olor a gasolina.
Esos dedos cerrados
que precintan la oscura
mercancía del vértigo.

¡Ellos me harán correr
hasta encontrar mi vida!


Accidente

Nuestras manos acechan
una rosa distante,
que llega consumida,
persiguiendo en el aire
sus cien rumbos tronchados.

Vientos de perdición
le taladran las sienes.

¡Pobre flor esquemática,
en vano intentaremos
soldar a un nuevo fallo
tu juventud deshecha!

Nunca más los caminos,
ni el susto delicioso
de la escondida curva
ni el abrazo del polvo
incitante, reseco.

Ya todo será oscuro.
Viejos hierros decrépitos
mancharán de negrura
tu vigor abdicado.

Llora un claxon tu muerte,
sin alma, en la cuneta.

                                           De La voz del viento, 1932.

Ernestina de Champourcin. 
(Vitoria, 1905 – Madrid, 1999)

martes, 15 de noviembre de 2016

Viento de otoño

El viento de este otoño que nos ha traído de nuevo el viejo gobierno de Rajoy.
Este viento de otoño que ha producido el monstruo (acepciones 1, 2, 4 y 5 de la RAE) Trump.




Lo que nos ha traído el otoño


Con el viento de otoño se ha ido definitivamente - se había ido ya hacía mucho - Perico Fernández, el boxeador loco, un santo inocente, el muñeco que venía ya roto de fábrica. Hasta grabó un disco con una canción de título Fuera de combate.

Viento de otoño era una bella y lánguida canción de los Pop Tops de 1967 con la extraña y quejumbrosa voz de Phil Trim y un fabuloso arreglo de viento.




Viento de otoño, viento de otoño.